De lo macro a lo micro

Las cifras macro sobre el turismo en Granada son espectaculares. Más de dos millones de visitantes durante el 2019, un 7,3% más que el año anterior. En una década, casi un 50% más de pernoctaciones en hoteles granadinos. Son cifras elefantásicas, casi desmesuradas. ¿Ilusionantes? ¿Esperanzadoras? ¿Inquietantes? ¿Preocupantes?

Si descendemos a lo micro, sin embargo, el panorama es muy diferente. Y desolador. En esos mismos diez años de milagro turístico, de acuerdo con los datos del INE, el personal medio empleado en los hoteles de Granada… ¡ha descendido! Un 0,3% menos, tal y como nos contaba Mercedes Navarrete. En 2009 había 3.680 empleados en los hoteles de Granada. A finales del año pasado, 3.644. (Aquí, todas las cifras)

Comisiones Obreras explica la triste y lamentable verdad que se esconde detrás de esta flagrante contradicción: la precariedad, la economía sumergida que ahoga al sector —que el sindicato cifra en un 40%— y el sistemático incumplimiento del convenio colectivo, un secreto a voces para todo el que tenga un mínimo de curiosidad por el tema y se interese por los derechos de los trabajadores del auténtico motor de la economía granadina, en jerga empresarial.

Echar horas no cotizadas es un clásico del sector hostelero. Trabajar jornadas maratonianas con contratos mínimos de cuatro horas y no respetar turnos ni descansos obligatorios; también. ¿Cómo estará afectando el tema del registro de jornada? Quizá sea pronto para tener datos concretos y fehacientes, pero la inspección de trabajo debería estar atenta para evitar el célebre ‘hecha la ley, hecha la trampa’.

Recordemos que cada hora trabajada y no cotizada, además de ser una flagrante vulneración de los derechos del trabajador individualmente afectado, es una estafa a la sociedad en su conjunto. Como el dinero negro, las facturas en B y toda esa mandanga. Cada euro de impuestos evadidos es un robo perpetrado contra usted. Contra mí. Contra todos nosotros.

Otro dato: la rentabilidad del sector hotelero en Granada (ingreso medio por habitación disponible) ha crecido un 7,3% en 2019, acumulando un incremento del 48,8% en la última década. ¿En qué proporción lo han hecho los sueldos? Pasapalabra.

Jesús Lens

La Cool Explotation

Enhorabuena a Comisiones Obreras por ese diccionario que, a través de 27 términos de uso cada vez más corriente, desenmascara la trampas que oculta un lenguaje bonito, suavón, moderno y molón.

Tomemos, por ejemplo, la proactividad, uno de los palabros más usados en el lenguaje corporativo y empresarial para encorajinar a los trabajadores, ya que “implica la toma de iniciativa de la persona trabajadora en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras productivas”… de acuerdo con ese lenguaje cool al que alude el sindicato.

La realidad, sin embargo, es más prosaica, menos bonita y elegante: “realizar sacrificios personales y profesionales que redunden en beneficio de la empresa, por ejemplo, en forma de tiempo extra no pagado”, según la Precaripedia presentada por Ricardo Flores y Clara Castarnado, secretario general y responsable de empleo de CCOO, respectivamente.

Siempre mola ser proactivo. Lo contrario, suena fatal. ¿Conocen a alguien que se defina a sí mismo como “propasivo”? Seguramente no. Y, sin embargo, tiene que ser envidiable eso de poder currar tus horas y dedicar tu tiempo libre a actividades tan poco proactivas, empresarial y económicamente mente hablando, como ver cine, pasear, charlar o tumbarse en el campo a ver la hierba crecer.

Pero no. El entorno nos anima a ser proactivos y a estar continuamente dándole vueltas al bolín, pensando en cómo mejorar la empresa y sus procesos para la consecución de mejores resultados. Lo que estaría muy bien si luego, la empresa, se lo recompensara al trabajador. Pero no suele ser el caso.

La Precaripedia hace un completo repaso a términos como Minijob, trabacaciones, coaching, microworker, job sharing o el inefable y venerado outsourcing por el que se cambia a los trabajadores de empresa… para rebajar salarios y cercenar derechos laborales.

Y es que, como les tengo tan advertidos, el lenguaje no es inocente. Por ejemplo, cuando escucho la palabra “sinergias”, inmediatamente me echo la mano a la cartera, que ese concepto cuesta dinero.

Hand drawing Win Win Puzzle Concept with black marker on transparent wipe board.

Y no les digo nada cuando oigo el mantra de los últimos años: optimización. Ojito con ella: solo es óptima… para hacer crecer las colas del paro. La optimización suele ir de la mano de otro proceso imparable: digitalización, amplísimo paraguas bajo el que se cobijan muchas cosas buenas, sin duda, pero que también termina conduciendo a cientos de miles de trabajadores al SEPE, antiguo INEM.

Jesús Lens