Bitácora gastronómica

Una vez conocí a un sujeto para el que la comida era un engorro. Su máximo anhelo era que la ciencia inventara una pastilla que supliera el latazo de los papeos, como él los definía. Que le evitara la pérdida de tiempo. Para mí, inveterado tragaldabas y tumbaollas proverbial; aquello era poco menos que una herejía.

Con el paso del tiempo, he aprendido a disfrutar más y mejor de la gastronomía. No soy ni sombra de lo que fui, homérico devorador de raciones imposibles, pero sentado a la mesa o acodado en una buena barra, todavía rindo aceptablemente.

Cada vez me gusta más el buen comer. Por mis antecedentes, por supuesto, pero también porque es de las pocas actividades no susceptibles de ser digitalizadas o virtualizadas, más allá del postureo en Instagram.

Mientras no se demuestre lo contrario, los bytes no tienen sabor ni pueden alimentar nuestros cuerpos serranos. Comer y beber siguen siendo actividades primordiales y primigenias que, bien ejecutadas, ponen en funcionamiento nuestros cinco sentidos.

Hoy es lunes. Poco podemos hacer para evitarlo. Sin embargo, sí está en nuestra mano darle un agradable toque de sabor, ponerle picante o aderezarlo con buen gusto. Disfrutar del aroma del mejor café, del crujido de una tostada de aguacate o de aceite con jamón, de la textura de una tapa de callos o de un goloso pastel.

Durante las últimas semanas, en IDEAL hemos estado trabajando en una nueva edición del Anuario Gastronómico. Se vende en los quioscos, por 1 euro, junto al periódico del día. Les pronostico que será la mejor inversión que harán a lo largo del año.

Tabernas, bares y restaurantes de toda la provincia, clasificados en diferentes categorías para que nos resulte fácil, cómodo y sencillo elegir a dónde ir.

Opciones para todos los gustos y los bolsillos, de acuerdo a las preferencias o apetencias de cada momento. Para acertar, también, cuando se trata de agasajar a familia, amigos y visitantes. ¿Apetece un buen solomillo o nos entregamos a los productos de la mar? ¿Nos aventuramos a probar sabores del mundo o nos animamos a conocer los garitos más canallas de la ciudad? ¿Romántico y con vistas? ¿Y para tomar un buen digestivo y prolongar la velada? ¡Salud!

Jesús Lens

Gastrocafres en Damasqueros

No por casualidad nos hacemos llamar los Gastrocafres: nos gusta comer mucho y bien. Pero sobre todo, mucho.

 Gastrocafres Peña

Lo cual no es de sorprender, al estar fundamentada nuestra peña gastronómica en los restos, casi extintos, de una Vieja Peña de jugadores de baloncesto. Ahora, más que jugarlo y practicarlo, los integrantes de los Gastrocafres hacemos por verlo y comentarlo. De ahí que, periódicamente, nos reunamos en torno a una mesa para hablar sobre el deporte de la canasta.

Y para la última de nuestras reuniones, decidimos ir a Damasqueros, un espacio que se sale fuera de la órbita que nos resulta más habitual.

 Damasqueros gazpacho

De Damasqueros he hablado en más de una ocasión. Aquí, por ejemplo, cuando estuve con mis queridos Colin y mi Cuate Pepe, tramando varias cosas.

Lo sabéis. Damasqueros es un sitio que propicia la creatividad, la generación de ideas y proyectos, la conversación… el buen estar y el mejor que hacer. Damasqueros es uno de esos lugares que hacen honor a la frase “mejor que en casa”.

 Damasqueros postre

Mi preocupación era si mis amigos Gastrocafres se iban a sentir cómodos enfrentándose no a una consistente fabada o a un chuletón de tamaño XXL, sino a la sugerente, medida y artística propuesta de Lola que, como sabéis, cambia cada semana para adaptarse a los productos de temporada.

Y triunfamos, claro. ¿Cómo no íbamos a triunfar, con ese menú refleto de explosiones de sabor? Ya les he contado en otras ocasiones algunas de las joyas de Damasqueros.

Esta vez, déjenme que me detenga en el atún. Atún de almadraba de verdad. Un atún rojo que se ha convertido, posiblemente, en el plato más exquisito de los que he disfrutado en este 2014. Por cierto, reparen en ese gazpacho, servido en unos cuencos muy, muy costarricenses. Otra muestra de que, comiendo, también se puede viajar.

 Damasqueros Atún

Y mis colegas Gastrocafres, créanme, también daban saltos de alegría al disfrutar de semejante manjar. Sin desmerecer a ese rabo de toro con que se cerraba el menú… antes de afrontar el postre.

 Damasqueros rabo de toro

Personalmente, el postre, con sus toques de membrillo, esa fruta tan de la época; y su granada… ¡Ays! Yo, que soy muy chocolatero, me quedé feliz y contento con esta mezcla de frutas tan de nuestra tierra.

Pero esta reunión Gastrocafre, además de lo puramente gastronómico; tuvo otros puntos fuertes. Como la presentación en sociedad de nuestra imagen, diseñada por José Manuel Navarro. ¿Lo pillan? ¿Pillan la referencia?

 Gastrocafres Logo

Y un regalo venido de allende el océano. De las Islas Canarias. ¿Se acuerdan de este texto? Pues todos los Gastrocafres se llevaron un ejemplar de “Un camino a través del infierno”, de ese crack que es Javier Hernández Velázquez.

Gastrocafres Un camino a través del infierno

Con el compromiso de leerlo y de arroparle en su prometida, inminente y deseada visita a Granada; y de disfrutar de párrafos tan potentes como éste:

“Me tumbé en el sillón y encendí la pantalla de plasma para visionar un Detroit-Portland de las finales de la NBA del 89. Los Pistons sí que eran tipos duros. Después de tocar fondo a finales de los setenta, la suerte regresó a la Motown cuando seleccionaron en el draft al base Isiah Thomas. Al año siguiente adquirieron al pívot Bill Laimbeer de Cleveland y al base Vinnie Johnson de Seattle. Luego llegaron Dumars, Mahorn, Salley y Rodman. El coach Daly comprendió que debían emplear un estilo agresivo que se ganó el apodo de los Bad Boys. En aquel grupo mi debilidad era Laimbeer, un Harry el sucio de las canchas.

 UN CAMINO A TRAVÉS DEL INFIERNO Laimbeer

Duro, arrogante, provocador, un tipo despreciable. Todos lo consideraban un matón, pero era mucho más que eso. Aquel malcarado, hijo de un multimillonario comerciante de diamantes, era uno de los pocos jugadores que se hubiese ganado mejor la vida fuera de las canchas que dentro de ellas”.

Excepcional velada Gastrocafre, en Restaurante Damasqueros. Repleta de risas, de conversaciones, de diversión y de creatividad.

Próximamente, más.

Ya veremos el cuándo y el dónde…

Jesús Lens

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Gastrocafres en El Delirio

O, recordando las célebres enseñanzas de Barrio Sésamo, la diferencia entre el antes y el después.

 

Esto es antes.

Fabada

Esto es inmediatamente después.

Fabada Post

Y es que nos gusta comer. Por comer, claro. Cositas buenas, como esta fabada. Pero también nos gusta reunirnos en torno a una mesa y hablar, reír, criticar, referir, discutir, planear, soñar, debatir… Por ejemplo, a continuación el excepcional menú que pudimos disfrutar hace unos días en el estupendo restaurante mexicano El Delirio, cumpliendo con uno de los propósitos gastronómadas aquí anticipados, a principios de año. ¿Qué te parece el menú? Pues créeme: ¡Más bueno estaba!

COMENZAMOS

Degustación de un aperitivo para abrir boca.

 El Delirio chingón

SEGUIMOS CON ALGO FRESCO (para cada cuatro personas)

Ceviche de dorada con maridaje de cava

Ensalada templada de queso de cabra con salsa de mostaza y miel

A CALENTARNOS (plato individual)

 El Delirio Logo

Crema de elotes con crujiente de puerro (En México se le llama elote a la mazorca de maíz que todavía está en la planta)

NO PARAMOS (plato individual a elegir)

Abanico ibérico a la brasa flambeado con José Cuervo

Salmón a la parrilla acompañado de guacamole con granada.

 El Delirio

PARA UN DULCE FINAL (para cada cuatro personas)

Brownie con chocolate caliente, tarta de tres leches, nachos dulces y helado de chocolate con chile rojo caramelizado.

CAFE O INFUSIÓN

BEBIDAS HASTA COMENZAR LOS POSTRES

Vino tinto Rioja crianza, vino blanco de Rueda 100% verdejo, cerveza de barril, agua y refrescos.

Mola, ¿eh? ¡Salud y feliz semana!

Nosotros… ¡Seguimos!

Jesús Lens

Firma Twitter

Experiencias gastronómicas

Tener un buen Community Manager es un privilegio. Tener a uno que sienta lo que cuenta. Que lo viva, lo disfrute y lo comparta. Que lo haga suyo.

¿Te acuerdas que, hace unas semanas, hablaba de estos propósitos Gastronómadas, para el 2014? Pues ha querido la suerte y la amistad que el año haya comenzado potente, por lo que a disfrutar de las mejores viandas se refiere. Y aunque pronto hablaré del incansable e incombustible Álvaro Arriaga, que nos agasajó hace unos días a base de bien en su increíble pecera, hoy quiero volver a ese Restaurante Damasqueros que no hace sino darnos alegrías.

 Damasqueros entrada

Cuando un buen amigo de Madrid, anterior compañero de andanzas profesionales, me dijo que venía a Granada, pero que solo disponía dos o tres horas libres a mediodía, decidí sorprender a su exigente y sibarita paladar en el local de Lola, uno de los referentes imprescindibles de la gastronomía granadina contemporánea.

Llegamos tarde. Pero los miércoles laborales son así. Salivamos al leer el menú de la semana y, ansiosos y expectantes, esperamos a que comenzara el espectáculo.

Porque una buena comida es todo un acontecimiento. Una experiencia. Colectiva. Total. Memorable.

 Damasqueros publicidad

Evidentemente, los platos son los grandes protagonistas de la función, pero los vinos, el ambiente, la cordialidad del personal de sala, la presentación, los colores, la cadencia del servicio, la información… todo eso tiene que estar cuidado con esmero y cariño para que una comida sea más, mucho más, que la mera ingesta de unos sabrosos alimentos bien cocinados.

Y la música, claro. La banda sonora. Un asunto para nada baladí.

Estábamos empezando la comida, poniéndonos al día de nuestras respectivas cuitas personales y profesionales, cuando empecé a escuchar el sonido de un bajo. No era un sonido cualquiera. Aquellos acordes eran de esos que forman parte de mi vida.

 Damasqueros plato

Y, de inmediato, la trompeta. El fraseo de Miles Davis, hablándonos al oído y susurrando su famoso “So what?”, que podríamos traducir a nuestro idioma como “¿Y qué?” o “¿Y qué pasa?”

Sí. Es cierto. Seguimos en crisis. Y las cosas ni son ni volverán a ser como antes. Pero… So what?

Pensé que aquello era casual, que alguien habría puesto algún recopilatorio de temas de jazz que abría con el clásico de Miles. Pero no. Porque el monumental y glorioso “A kind of blue” siguió sonando, completo, mientras nosotros hablábamos, reíamos, gesticulábamos… y comíamos.

Y es que… ¡qué comida, señores! ¡Qué privilegio! ¡Qué lujazo! No sería capaz de encontrar palabras, por ejemplo, para esa ensalada deconstruida con pescado, cuyo aroma te devuelve directamente al profundo azul del mar. O el bacalao, suave, suave. Y la carrillada…

 Damasqueros Lola Marín

¡Si es que solo los aperitivos ya son toda una explosión de sabor y ese licor final, con los pestiños, te deja el mejor sabor de boca posible!

Pero, claro, si a todo ello le unes que el mejor jazz no dejó de sonar ni un instante, la experiencia es mucho más intensa, el recuerdo es más profundo y el disfrute es mucho mayor.

Y, estarás pensando: ¿qué tiene que ver el Community Manager con todo esto? Pues que el responsable de Redes Sociales del Restaurante Damasqueros, que me sigue en Twitter, sabía que si era miércoles, tocaba jazz. Y tuvo la agilidad y el detallazo de pedir al personal de sala que pusieran semejante joya musical.

 Damasqueros Logo

¿Cómo no volver, recomendar y hablar maravillas de un negocio que tan claro lo tiene, a la hora de agasajar a un cliente de una forma tan sencilla, pero tan especial e inolvidable?

Ni que decir tiene que, cuando pueda y se dé nuevamente la ocasión, volveré a un restaurante que, además de referente gastronómico es referente en la gestión de redes orientada al cliente, al que trata como si fuera único.

¡Salud, compañeros! Y un millón de gracias por convertir una comida en una experiencia gastronómica total. Para seguirlos en Twitter: @RestDamasqueros

Jesús Lens

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Gastronómadas 2014

Aunque ahora llegan semanas de replegar velas y de “disfrutar” lo más crudo del crudo invierno atrincherados en casa, ascendiendo lentamente la cuesta de enero y su continuación en febrero, así como el falso llano de febrero, me apetece hablar de comidas.

Entre mis propósitos para el 2014 están, lógicamente, el volver a disfrutar del buen hacer y del saber estar de algunos de mis restaurantes favoritos.

Álvaro Arriaga, por supuesto. Dani, de este primer semestre no pasa que hagamos un maridaje de cervezas como está mandado. Y esa joya escondida en el Realejo que es el “Damasqueros”. Imprescindibles.

 Damasqueros

En Salobreña, tenemos que volver con más tiempo y mayor calma y sosiego a disfrutar del Tajine de Cordero que probamos hace unas noches y que nos dejó un inmejorable sabor de boca. Y al atún del Trasmallo también le debemos una visita.

Además, hay que perseverar en los sabores exóticos del japonés Zakuro y darle otra vuelta a La Moraga, aunque sea en versión barra, antes de ir a alguno de los conciertos del Club de Jazz malagueño.

Y como novedades, tengo muchas ganas de probar dos restaurantes granadinos. Uno está en la capital, es mexicano, se llama “El Delirio” y me gusta su decoración y presentación.

 El Delirio

El otro está en mitad del valle de Lecrín. Éste requiere mayor parafernalia ya que se trata de un sorprendente Thai Restaurant, que solo abre los fines de semana.

Que hay mucha más oferta, por supuesto, pero que tirando de memoria gustativa, ésta es la que ahora mismo tengo presente.

 Thai Elephant

Dicho lo cual, ¿alguna recomendación por tu parte? ¿Algún garito realmente imperdible en el que comer, sentados, con mesa, silla y mantel? De bares, raciones y tapas hablamos otro día.

Jesús Lens, el Gastronómada hambriento.

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