Cine y turismo de la mano

Me encantó leer que, desde el estreno de la serie surcoreana ‘Recuerdos de la Alhambra’ en el país asiático, el turismo de aquella nacionalidad se multiplicó exponencialmente en nuestra ciudad antes de que la pandemia diera un frenazo en seco a los viajes internacionales.

Estas semanas, preparando los reportajes de los sábados para el Verano IDEAL sobre escenarios andaluces de películas y series como ‘Lawrence de Arabia’, ’800 balas’, ‘Caníbal’, ‘Indiana Jones y la última cruzada’, ‘Juego de tronos’ o ‘Alatriste’, con la que despedimos mañana la serie; he vuelto a constatar la importancia económica que su filmación tuvo en las ciudades y pueblos que acogieron los rodajes.

Importancia económica directa, que son días y días con decenas de personas durmiendo, comiendo y trabajando sobre el terreno, entre el equipo artístico y el técnico.

Pero más allá de esa inyección directa de recursos, queda la imagen expandida de los escenarios de rodaje. En algunos casos se multiplica hasta el infinito y convierte a localidades como San Juan de Gaztelugatxe en lugares de peregrinación que corren el riesgo de desbordarse y saturarse. Pero de eso ya hemos hablado hace unos días.

Lo he escrito —y lo seguiré haciendo— hasta la saciedad: no hay un arte con mayor capacidad de penetración e influencia que el cine y, de un tiempo a esta parte, la televisión. De ahí que por todas parte hayan proliferado las Film Commisions. Aguanten hasta el final los títulos de crédito de cualquier película o serie contemporáneas y verán que siempre hay una institución parecida acompañando a la producción.

También se lo he contado ya: Granada fue pionera en materia de Film Commisions en Andalucía, aprovechando que nuestra provincia tiene todos los paisajes imaginables y por imaginar. El primer diputado de cultura que tuvo el PP, de infausto recuerdo, terminó con ella de un plumazo con la peregrina excusa de que no consideraba al cine como cultura. ¡Ay, la larga sombra del caciquismo!

Afortunadamente, volvemos a tener dos Film Office en funcionamiento en Granada, una de la Diputación y otra del Ayuntamiento, trabajando de la mano en muchos casos. En este caso depende de Turismo, lo que tiene todo el sentido por lo que hemos comentado sobre la imagen que exporta y ofrece al mundo.

No creo que haya ningún iluminado que, ahora mismo, osara desmontarla o ponerle trabas, pero conviene reivindicar de vez en cuando su trabajo para recordar lo mucho que el rodaje de películas y series aporta a la economía de la provincia.

Jesús Lens

Días de cine

¡Qué frío, por favor! Y qué poca originalidad, lo sé. Pero es que la visión de los Alayos cubiertos de nieve, en octubre, como si estuviéramos en lo más crudo del crudo invierno, impresiona. Como las imágenes de Venecia bajo las aguas. Que no es por sacar a relucir la cuestión del cambio climático, pero que ya verás tú cómo…

El caso es que estos días, y una vez pasado Halloween -ahora mismo pasan unos chaveas por debajo de mi ventana cantando “Lopetegui dónde estás” y me recorre un escalofrío de pavor- hay que ir al cine, antes de que las pantallas de inunden de películas protonavideñas.

Que tampoco está la cartelera como para lanzarse de cabeza, pero que, sobre el papel, hay algunas películas interesantes. Por ejemplo, y aunque la crítica no ha sido particularmente benevolente con ella, tengo ganas de ver “La sombra de ley”, una película de gángsteres que transcurre en la Barcelona de los años 20 del pasado, tanto o más violenta que el Chicago de Capone o el Berlín de la hiperinflacción.

También se puede encontrar en la cartelera lo último de Spike Lee, un cineasta cuyas historias nunca dejan indiferente: “Infiltrado en el KKKlán”, publicitada como una comedia negra. Lo que no sé si como muestra de humor negro… o afroamericano. Veremos.

Está la biografía de Freddy Mercury, pero les confieso que no soy muy de biopics, que tienden a aburrirme soberanamente: me interesa mucho más ver documentales que películas, habitualmente hagiográficas y más falsas que las promesas de un político en campaña electoral.

Llegados a este punto, tenemos que prorrumpir con la ya famosa consigna: “¡Menos mal que nos queda el Madrigal!” Ahora mismo presenta un sugestivo y sugerente programa doble: “Cold War”, la película de la temporada, a las cuatro; y después “Quién te cantará”, de Carlos Vermut, uno de los directores españoles con más personalidad y que cuenta con un reparto femenino de impresión: Najwa Nimri, Eva Llorach, Carme Elías y nuestra Natalia de Molina. ¿Y usted? ¿Tiene pensado ir al cine estos días? ¿A ver qué?

Jesús Lens

La forma del agua

Hay un momento, hacia la mitad de la gran obra maestra de Guillermo del Toro, en que la criatura de su película, un extraño ser anfibio con aspecto de alienígena, se encuentra en mitad de un antiguo cine, completamente vacío, en el que se proyecta una película clásica.

Resulta extraño contemplar a la criatura, fascinada con lo que ocurre en pantalla, mientras los asientos de la platea del Orpheon están tristemente abandonados. ¿Se ha convertido, ir al cine, en una actividad propia de seres de otro mundo?

Ver “La forma del agua”, dos horas de cine puro, exquisito e insinuante, hace que te plantees preguntas como esa. Y otras muchas, de diverso jaez. Porque Del Toro, a la vez que cuenta una historia de amor como las de antes, plantea un montón de interrogantes al espectador contemporáneo, sugiriéndole temas para el análisis y la reflexión.

Sobre la figura del monstruo, por supuesto. Porque en su película hay uno, bien grande y aterrador. Y no es el de ojos saltones y branquias, precisamente.

Uno sale de la película, emocionado, dándole vueltas a lo que supone ser diferente en un mundo clónico en que cada vez está peor visto salirse de la norma y tratar de ir por libre.

“La forma del agua” ilumina a las personas invisibles de la sociedad, a la gente al margen, arrinconada, minimizada y marginada. Y lo hace filmando la magia, sin necesidad de caer en lo panfletario, en lo sensiblero o en lo lacrimógeno. Estamos ante una love story que cautivará a todos los espectadores con capacidad para dejarse fascinar por la ilusión, a través de una narración clásica repleta de matices y texturas en pantalla. ¡Y carente de cualquier remilgo o vergüenza!

Hace unas semanas, hablando sobre el maestro del cómic Will Eisner, José Luis Munuera decía que ningún dibujante ha sido capaz de conseguir que llueva tan bien en sus viñetas como el autor de “Contrato con Dios”.

Lo mismo ocurre con “La forma del agua”, una película repleta de simbología sobre ese oro líquido, cada vez más preciado y escaso, que es el H2O. Una película que respira y rezuma agua por sus cuatro costados.

THE SHAPE OF WATER, from left: Sally Hawkins, Doug Jones, 2017. (Fox Searchlight Pictures/Everett Collection)

¿Y saben lo mejor? Que, cuando fui a verla, el sábado por la noche, el cine estaba a reventar y no quedaba una sola butaca vacía. ¡Justicia poética!

Jesús Lens

Paradojas cinéfilas

Jueves de enero. 20 horas. No cabe ni un alma en la sala de proyecciones del Palacio de los Condes de Gabia para la presentación del ciclo “Invisibles”, puesto en marcha por la Diputación de Granada. Me quedo sin ver “La puerta abierta”, película de Marina Seresesky. Salgo corriendo y llego pelín tarde al cine Madrigal, a ver “Frantz”, película independiente, europea y extraordinaria que, al finalizar, cosecha una emocionada ovación por parte del nutrido público concitado en el único cine comercial que proyecta películas “diferentes”. Y de cine, visible e invisible, hablo hoy en IDEAL.

Martes de febrero. 19.30. Sala comercial. Aparte de mí, solo dos personas para ver “Vivir de noche”, de Ben Affleck. Una pareja. Con los pies sobre el respaldo de los asientos de delante. No callan. Como si estuvieran en el salón de su casa. Les escucho a la perfección, desde cinco filas más abajo. Cruce de miradas asesinas. Bajan el tono. ¿Era necesario?

Volvamos atrás. Martes de enero. 19 horas. Comienza el ciclo “Francia inspiradora”. 230 personas disfrutan de “Pickpocket”, una críptica película de Robert Bresson, en blanco y negro, de 1959. Ese mismo día, el ciclo de Miyazaki programado por el Cine Club universitario cosecha otro entradón.

Otro jueves de enero. A las 20 horas. Y otra vez que llego a Condes de Gabia y a punto estoy de no poder ver “La doncella”, del coreano Park Chang-Woo. Otro llenazo. Más gente que se queda fuera de la sala. Y un silencio sepulcral durante los 145 minutos de duración, dentro de ella.

¿Tiene algún sentido todo esto? Por supuesto, hay que agradecer a la Diputación que haya programado el ciclo “Invisibles”, para que podamos ver esas películas que se estrenan en España, pero que, como si viajaran en el AVE, nunca llegan a Granada. “Lo que Granada no ve”, titulé una sección en el programa de cine que hacía en la radio.

Es inaceptable que Granada no tenga salas comerciales que programen, de forma regular, ese otro cine que no es mainstream, pero que resulta tanto o más interesante y atractivo. No podemos aspirar a ser una Capital Cultural cuando, para ver esas películas, tenemos que peregrinar a Málaga, a Sevilla o a Madrid. Máxime, teniendo una Universidad con 60.000 estudiantes.

Me alegro por las crecientes y alentadoras cifras de recaudación de los cines granadinos en 2016, pero no es suficiente. Ni mucho menos.

Jesús Lens

Lecciones magistrales de cine

Impresionantes lecciones magistrales las recibidas en el seminario “Cautivos del cine” que, organizado por la UGR, impartió Juan de Dios Salas, magnífico responsable del Cine Club Universitario; acompañado para la ocasión por el pintor Jesús Zurita y el dibujante y escritor Enrique Bonet, del que tanto hemos hablado este año gracias a su memorable «La araña del olvido».

La sesión estaba dedicada al director japonés Hayao Miyazaki y, cuando llegué al Palacio de la Madraza, apenas quedaba un asiento libre. Llenazo absoluto para disfrutar de tres horas de magisterio sobre cine, animación, cultura japonesa y un largo etcétera. Y de ello hablo hoy en IDEAL, además de invitaros a descargar AQUÍ, el cuadernillo que ha editado la UGR, para conocer mejor la obra del genio japonés.

 

Quiso la casualidad que acudiera a esta cita justo después de haber visto “Silencio”, la película de Scorsese en la que se cuenta la historia de los misioneros jesuitas portugueses en Japón, para los que no fue fácil la vida en el país del sol naciente. Una película que habla sobre las diferentes formas de entender a Dios, sobre el sintoísmo y la dimensión mística de las fuerzas de la naturaleza.

Si ustedes han visto “El viaje de Chihiro” o “La princesa Mononoke” sabrán de la importancia de la naturaleza en el cine de Mizayaki. Y su querencia por mostrar el viento. Y la presencia de infinidad de elementos mitológicos. Que Miyazaki es el padre de Totoro, Ponyo y Nausica, entre otros.

 

Pero al director nipón también le fascina la cultura occidental, igualmente presente en sus películas y conformando un luminoso sincretismo que alumbra personajes maravillosos, como los gángsteres de “Lupin III: El castillo de Cagliostro”.

El viernes, primera proyección en Antigua Medicina

Y están los barcos, los trenes, la industria y, por supuesto, la aviación, auténtica obsesión de Miyazaki y leit motiv de dos de sus películas más reconocidas, “Porco Rosso” y, la más reciente, “El viento se levanta”, que tanto me entusiasmó cuando la vi en el estreno, hace ya tres años largos.

 

Y es que, el trabajo en el Studio Ghibli es lento y premioso. Un trabajo concienzudo y artesanal en el que Miyazaki se implica desde el principio hasta el final. Menos mal que, desmintiéndose a sí mismo, el Maestro no se ha retirado y parece estar trabajando en una nueva película.

Un cerdo que no vuela es solo un cerdo…

Enhorabuena a Juan de Dios Salas por programar un ciclo dedicado a uno de los grandes genios del cine y a Enrique Bonet y Jesús Zurita por su magistral lección.

 

¿Y de lo (mucho y bueno) que hablasteis en las cañas de después? En otro momento lo comentamos…

 

Jesús Lens