Fiasco y decepción

Fracaso, pinchazo, fiasco, decepción… Lo podemos llamar como queramos y ponerle el apellido que mejor -o peor- nos parezca, pero lo de ayer domingo y la concentración por el ferrocarril fue triste y lamentable, que no nos juntamos ni 1.000 personas, generosamente contadas. Y eso que la cita venía con el aval de todos los partidos políticos, excepto el PP; y de sindicatos, asociaciones y plataformas reivindicativas…

Y quizá sea por ahí por dónde tengamos que empezar a analizar las causas de este fiasco. La nula capacidad de movilización de los partidos políticos por un tema que preocupa a los ciudadanos, debería darles que pensar. Porque estoy convencido de que a la gente, la desconexión ferroviaria, le preocupa. Y los ejemplos del TSJA y de la fusión hospitalaria demuestran que Granada, cuando quiere, puede. Y no se calla. Y se moviliza.

 

Ha habido mucho de oportunismo en esta convocatoria: una vez terminadas las obras del AVE, era la última ocasión que le quedaba a la oposición socialista de culpar al PP y al Ministerio de Fomento por los incumplimientos de los plazos prometidos, fiesta de desgaste a la que se han sumado, gustosos, Ciudadanos, Vamos Granada e Izquierda Unida. Y, entre todos, ni a 1.000 personas han conseguido convocar, insisto.

Después de más de tres años sin ferrocarril y a unos meses de la llegada definitiva tanto del AVE como del resto de líneas, ¿alguien piensa realmente que tiene alguna posibilidad de éxito pedir la reconexión por Moreda? Eso no se lo creen ya ni los más voluntariosos y peleones de la Marea Amarilla.

 

Además, el hecho de que la convocatoria tuviera el formato de protesta frente a la Subdelegación del Gobierno y no de llamada a una marcha pacífica por las calles de la ciudad, terminaba de politizarlo todo, forzando al PP local a no comparecer… a la vez que impedía que se fuera sumando gente a lo largo del paseo, por lo que la imagen dada ha sido paupérrima. ¿Qué impresión se habrá llevado la gente de Murcia presente en el acto que, con su combativa actitud ciudadana, sí consiguió la entrada soterrada del AVE en su ciudad?

Manifestación en Murcia por la causa del tren

Había muchos peros, de principio, a esta convocatoria. Sin embargo, sigo pensando que había que estar allí, por las razones que esgrimía ayer en esta misma columna (Leer aquí). Lástima de oportunidad desperdiciada.

 

Jesús Lens

El AVE prometido

Sorprendida se quedó la Marea Amarilla al conocer las reacciones de nuestros representantes institucionales tras su reunión con Fomento por el tema del AVE.

Digo sorprendida y me quedo corto. Que la Marea Amarilla se quedó estupefacta, patidifusa y de una pieza al escuchar tanta dulzura, confianza y zalamería de boca del alcalde de Granada, dando por buenas las promesas de Fomento de empezar a pensar en montar una mesa de trabajo intersectorial y multifuncional que comience a diseñar la que podría llegar a ser una entrada soterrada del AVE en nuestra ciudad. En un futuro. Hipotético. Lejano. Pluscuamperfecto.

 

Cuesta trabajo entender las razones de que el AVE vaya a entrar bajo tierra en Bilbao o Murcia, la última capital en subirse al carro del soterramiento… tras masivas manifestaciones protagonizadas por decenas de miles de personas. Manifestaciones broncas, tensas y violentas; terminando algunas de ellas entre algaradas, porrazos y detenciones.

Obras que van a costar unos cuantos cientos de millones de euros que nunca hay para Granada, pero que sí terminan por encontrarse para otras ciudades como las antedichas. Que me alegro por los bilbaínos y por los murcianos, que conste. Pero me da rabia: mientras ellos consiguen logros, nosotros solo cosechamos promesas.

 

Imagino que, camino de los 1.000 días sin ferrocarril en Granada, nuestros representantes políticos ya no pueden soportar el sonrojo, la fatiga y la vergüenza y han optado por el más vale trenes sin honra que honra sin trenes, tragándose de una tacada la doble ración de promesas ofrecida por Fomento.

 

Con lo belicoso y levantisco que se ha mostrado siempre el alcalde Cuenca con el Ministerio, quiero pensar que algo creíble habrá encontrado en sus promesas, dándole motivos para confiar. Pero también me quise creer las milongas de la Junta de Andalucía sobre las bondades de la fusión hospitalaria y, al poco tiempo, me las tuve que comer aderezadas con milhojas de papas.

Lo siento, pero ya no me creo nada. Poco a poco me voy convirtiendo en un cínico descreído de la escuela tomasiana, necesitando ver, tocar y sentir para confiar. Y es que, en clave replicante y bladerunneriana, temo que todas las promesas se pierdan como lágrimas entre las gotas de esa lluvia, feliz y necesaria, que ha tardado 159 días en llegar. Que no solo los trenes vienen con retraso a esta Granada nuestra.

 

Jesús Lens