Ir, verlo y contarlo

No sé si habrá sido cosa de la casualidad o de la causalidad, pero una entrada en Facebook de mi tocayo y esporádico contertulio cinéfilo, Jesús Quero, se da la mano con el libro que estoy leyendo ahora mismo.

La foto de la escultura de Fernando de los Ríos que preside la rotonda que lleva su nombre, de la que es autor José Manuel Darro y que se encuentra frente al Cubo; ilustraba un texto en el que Quero recuerda el viaje del pensador y político socialista a Moscú, «para conocer sobre el terreno la situación en Rusia después de la revolución bolchevique de 1917. Allí se entrevistó con Lenin, que le explicó los logros que se estaban consiguiendo. De los Ríos le hizo la observación de que, a pesar de esos avances, encontraba todo bajo un excesivo control y con una práctica ausencia de libertades, a lo que Lenin le contestó: «¿Libertad, para qué?» «Libertad, para ser libres», fue la respuesta de don Fernando».

A partir de ahí, Quero recuerda el informe desfavorable que Fernando de los Ríos presentó en un Congreso Extraordinario del PSOE y las diferencias entre la Segunda y la Tercera Internacional.

Me ha gustado encontrar ese texto en las redes sociales justo cuando tengo entre manos ‘El pensamiento vivo de Fernando de los Ríos’, recién publicado por Diputación de Granada bajo la coordinación de Rafael Gil Bracero y Antonio Mª Claret García, que fuera mi jefe varios años y al que considero gran amigo.

Fue gracias a Claret que descubrí el socialismo humanista, corriente de pensamiento que deberían refrescar más de uno y más de dos autodenominados representantes de la izquierda y muy de la izquierda.

Pero hoy, lo que quiero resaltar, es la importancia de no dejarse embaucar. Frente al discurso oficial, hace un siglo, Fernando de los Ríos decidió no conformarse y se marchó a Rusia a ver con sus propios ojos lo que estaba pasando. Y lo que vio no le gustó. Y a su vuelta, no se lo calló. Además del informe citado, escribió ‘Mi viaje a la Rusia sovietista’.

Hoy, sin embargo, nos cuesta trabajo hasta comprobar el origen y la veracidad de la información que vuela por la red. Y así se cuela tanto bulo.

Jesús Lens

¡PODEMOS!

Tras la explosiva alegría por el triunfo de los Lakers y de Gasol en la NBA, que dejábamos ESTA MADRUGADA, vamos con la columna de hoy de IDEAL. De la que me dicen que no. Que no es así… ¿cómo lo ves?

¡Quién nos iba a decir que detrás de su marcial aspecto de sargento de hierro se escondía el alma de un poeta! Nada más terminar el partido que dio el inesperado y sorprendente título de la ACB al Caja Laboral, su entrenador, el adusto Dusko Ivanovic, dijo que lo importante “no es lo que crean de nosotros desde fuera, sino lo que nosotros seamos capaces de creer sobre nosotros mismos”. El Baskonia creyó en una victoria imposible, definida con esta otra perla: “A veces, la realidad es más bonita que los sueños”.

El deporte, con independencia de que nos parezca opio para adormecer a las masas, un simple entretenimiento o uno de los logros más importantes de la civilización humana, cada vez tiene más importancia y trascendencia. A nadie escapa que nuestros dirigentes andaban como locos, descontando los días que quedaban para que empezara el Mundial y así, entre la lesión de Iniesta y el debut con Suiza, hacernos tragar la reforma laboral sin mayores contratiempos.

Por eso tengo la sensación de que en Granada, tras el ascenso del CeFé y la gran temporada del CeBé, algo puede estar cambiando. Escuchar cómo defendía Antonio Jara en Sevilla tanto la vocación andaluza como la autonomía de CajaGRANADA, de forma clara, rotunda, diáfana y sin excusas, nos debe llenar de orgullo y satisfacción. (De lo que hablábamos AQUÍ la semana pasada.) 

A la vez, parece que el Milenio se encarrila hacia algo con sentido, poniéndose en las manos de un Legado Andalusí con acreditada experiencia en la organización de este tipo de eventos. Resulta curioso que, antes siquiera de saber de qué iba el Milenio, ya le hubieran creado una brutal macroestructura con gerentes, directores de comunicación, directores de proyecto y otros muchos puestos de relumbrón. Ahora, más discretamente, y con el horizonte puesto en 2015, un par de personas dirigirán un proyecto que será ejecutado por un grupo consolidado de trabajadores que ya saben de qué va el tema.

Y todo ello coincide con el lanzamiento de una revista, “Garnata”, (que comentamos AQUÍ) que apela precisamente al orgullo de ser granadinos, a nuestra capacidad de hacer cosas importantes por nosotros mismos. No me extraña que en su Consejo de Redacción esté Antonio Claret, otro gran adalid de la autonomía de nuestra Caja y que siempre se ha caracterizado por impulsar ideas y materializar proyectos de tanta envergadura como el Centro Cultural CajaGRANADA Memoria de Andalucía.

No escribo frases como “orgullo de ser granadinos” en términos reduccionistas, antivecinales o localistas. Ni mucho menos. Muy al contrario, viviendo en Granada y amándola, con todas sus contradicciones, se empiezan a vislumbrar felices movimientos, gestos y detalles que dan a entender que empezamos a mirar, por fin, hacia delante. Que dejamos de apelar únicamente a nuestra pretérita gloria histórica para pensar en positivo y en clave de futuro. Que actuamos por nuestra cuenta, sin pedir permisos ni rendir pleitesías. Ojalá no sea un simple espejismo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

HACER QUE OCURRAN COSAS

La columna de hoy en IDEAL está dedicada a una persona que, durante estos años, ha sido jefe, compañero y amigo a la vez. ¡Salud!

 

Hasta hace relativamente poco estaba convencido de que lo importante era hacer cosas. Muchas, variadas, diferentes y excitantes. Al grito de ¡acción!, la consigna era mantenerse en un estado de movimiento perpetuo. De un tiempo a esta parte, sin embargo, vengo conociendo a alguna gente cuya principal característica es, además de hacer cosas, conseguir que a su alrededor pasen otras muchas.

 

El Jefe de la Manada Negra
El Jefe de la Manada Negra

Y me llamó la atención, hace unas semanas, en el Foro Estratégico de las Cajas de Ahorros tan brillantemente organizado por la CECA, las palabras de uno de los contertulios, cuando dijo que en el mundo hay tres tipos de personas: las que hacen que ocurran cosas, las que ven lo que sucede a su alrededor y… las que no se enteran de nada.

 

Hacer cosas es relativamente sencillo. Siendo mínimamente inquietos, nuestra sociedad nos brinda mil y una posibilidades para la acción. Sin embargo, conseguir que a nuestro alrededor ocurran cosas productivas, creativas y positivas es mucho más complicado.

 

Canarias abierta al mundo
Canarias abierta al mundo

Tomemos el fútbol como ejemplo. Un equipo lo componen once jugadores y cada uno desempeña un papel determinado en el campo. Pero, de entre todos ellos, hay algunos que cada vez que tienen el balón en sus pies generan una sensación de amenaza, peligro e incertidumbre para el contrario. Precisamente eso es lo que diferencia a las megaestrellas de los buenos jugadores: la capacidad de conseguir que, a través de la íntima comunión entre su cerebro visionario y sus pies, sucedan cosas teóricamente imposibles en el campo: un pase inverosímil, un trallazo inapelable o una parada prodigiosa.

 

Son muchos
Son muchos

Volviendo a la vida normal, reconozcamos que ni siquiera organizar una cena para una Peña de amigos es fácil. Cuando no es el presupuesto es el menú. O las fechas. No es fácil aglutinar a la gente y, desde luego, los buenos organizadores escasean. A ver, ¿cuando fue la última vez que organizaste alguna actividad? ¿Qué te movió a ello? ¿Cómo salió la cosa? ¿Repetirías?

 

Dice la sabiduría empresarial que lo importante no es conocer la respuesta a una pregunta, sino a la persona que conoce la respuesta. Siguiendo la misma lógica, arrimarse a esa gente carismática y especial a cuyo alrededor pasan cosas garantiza diversión, creatividad, crecimiento personal y enriquecimiento intelectual.

 

Una mezcla de suerte y de oportunidades aprovechadas me ha permitido, estos años, trabajar con una de esas personas. Han sido años estupendos en los que he crecido.

Jefe, compañero y amigo
Jefe, compañero y amigo

Y aprendido mucho y de muchas cosas. Más allá de números y cifras, he aprendido lo importante que es la ilusión, la visión a largo plazo y la capacidad de liderazgo. Y, en justa correspondencia, el valor del esfuerzo, del tesón y de la rectitud. La trascendental importancia del amor por el trabajo bien hecho. Lecciones de vida, todas ellas, que dejan una huella indeleble y perdurable, de las que se quedan marcadas a sangre y fuego por siempre jamás.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

EN EL MA DE CAJAGRANADA PASAN COSAS

Dedicado a Antonio, Diego, Enrique, Juani, Gema, Fernando, 

Raquel, Rafa, Ana, Cristian, Luis…

Y todo el resto del equipo

que lo estáis haciendo felizmente posible.

 

 

El MA. El Museo de Andalucía. El Centro Cultural de CajaGRANADA. El Teatro Isidoro Máiquez. La Plaza de las Culturas. ¡La mina!

 

Allí pasan cosas. La Granada nueva, vanguardista y diferente. Una Granada vital y excitante.  

 

Anoche estábamos Lillian, Talía y yo compartiendo un plato de choto y un tomate aliñao en el Juanillo, frente a la Cueva del Curro, tras haber disfrutado de Lucía Guarnido bailando con la Alhambra iluminada al fondo, en la Chumbera; y me lo decían: «No nos esperábamos esa Granada».

 

Ambas conocen nuestra ciudad desde hace años. Han venido en varias ocasiones. Y, tomando unas birras en uno de los centros turísticos granadinos por excelencia, repasábamos ésta su más reciente estancia en nuestra ciudad: visita al Museo de la Memoria de Andalucía, a la colección de arte de CajaGRANADA, dos tardes en las charlas del I Encuentro de Literatura de Viajes, dos conciertos nocturnos y una comida que no pudo ser en el Tartessos, que nos quedó pendiente. Entre un miércoles y un viernes. Y todo ello en apenas unos miles de metros cuadrados de espacio bien cementado y mejor cimentado.

 

Y muchas cervezas y charlas compartidas con un montón de gente, incluyendo a Javier Reverte, Manuel Villar, Rafael Guillén, Antonio Lozano o Fernando Sánchez Dragó (no dejen de leer la deliciosa entrevista que le hizo Ángeles Peñalver para IDEAL. No tiene desperdicio).

 

Al terminar sus conferencias, los autores no fueron secuestrados o abducidos por los organizadores del Encuentro de Literatura de Viajes, sino que se quedaron en la Plaza de las Culturas tomando unas cervezas y unos vasos de vino, relajadamente, hablando con todos los que tenían ganas de compartir con ellos un rato de conversación.

 

Muchas cosas buenas se podrían decir de este Encuentro. Pero la mejor es ésa: que los anfitriones y su director, el ubicuo e incansable Pedro Enríquez, han acertado de pleno al propiciar que, tras el Encuentro oficial, la presencia de los autores se prolongara en un encuentro informal regado de ideas, charlas, creatividad, anécdotas, risas, fotografías y buen humor.

 

Con paciencia infinita, los camareros que atendían la barra de la Plaza de las Culturas, sin descomponer su generosa sonrisa, regaban abundantemente la sed que tanta palabrería nos provocaba al respetable. Y es que, en el MA empiezan a pasar cosas. Sus responsables querían que así fuera y así está siendo.

 

Esa terraza, la Plaza de las Culturas, empieza a ser punto de encuentro ineludible para cualquier persona con curiosidad intelectual y vital o, más sencillamente, para todos los que quieren pasar un rato agradable y distendido. Todos los jueves hay actividades, públicas y gratuitas, en la Plaza de las Culturas. Y ya están empezando a funcionar los Talleres. A uno de ellos, por cierto, el de la Palabra, vamos a hacer por sacarle todo su jugo.

 

Y, por supuesto, seguiremos usando y abusando de esa barra y esa terraza en la que los Francis, Estrella y el resto de jóvenes profesionales de la hostelería local están dando lo mejor de sí mismos para convertir en una palpable realidad eso que, muchas veces, llamamos de forma pomposa «la Fiesta de la Cultura»: una excitante, alegre y creativa fiesta para el cuerpo y el alma.

 

Jesús Lens, agotado, pero dichoso. Y ya cargando las pilas para Agüimes y Semana Negra de Gijón.

ALFONSO GUERRA, GENIO Y FIGURA

Llegó, habló y (con)venció. Y emocionó. Y terminó entusiasmando a los cientos de personas que abarrotaron el extraordinario teatro Isidoro Máiquez del nuevo Centro Cultural CajaGRANADA.

 

Un lleno absoluto en la lección inaugural de unas jornadas dedicadas a reivindicar la memoria y la figura de Fernando de los Ríos, a cuyo exquisito monumento se dirigió un nutrido grupo de personas, al terminar la charla del ex-Vicepresidente del Gobierno, para hacer una ofrenda floral.

 

Antonio Claret, Presidente de CajaGRANADA, presentó a Guerra a través de una semblanza en la que trazaba los paralelismos que le pueden unir a la figura de Fernando de los Ríos, desde su compromiso por el desarrollo integral de España a su reivindicación de un socialismo humanista y comprometido con la democracia y la libertad.

 

Guerra, por su parte, hizo una encendida defensa de las ambiciones, proyectos, aspiraciones y logros efectivos conseguidos por la II República en materia cultural y educativa, distinguiendo las tres fases de misma y criticando, sin ambages, los destrozos que el bienio negro de derechas hizo con una política educacional de muy hondo calado y largo alcance.

 

En la primer parte de su intervención, Guerra estuvo más análitico, aportando datos y desgranando qué hizo el gobierno de la República en materia cultural, de una forma serena, fría y ponderada. Con anécdotas como la de la llegada de los jeeps a una remota localidad leonesa y la salida de los lugareños a echarles hierba para que comieran. O el nacimiento de Mérida como escenario de teatro clásico, gracias a una conversación entre Margarita Xirgú, Fernando de los Ríos y Miguel de Unamuno.

 

La segunda parte fue más emocionante. Basándose en la labor de las Misiones Pedagógicas, altruista, convencida y desinteresada, con ejemplos concretos de cómo nacieron y qué alcance tuvieron. Ejemplos como los de las bibliotecas o como el del marcapáginas original que presentó al respetable, con su leyenda reivindicando el cuidado de los libros.

 

 El final de su intervención, hablando de la Barraca de Federico, nos hizo disfrutar del Alfonso Guerra actor, representando cómo se sorprendían los espectadores ante según que actuaciones, a través de los «Ohhhhhh» que emitían. Estábamos en un teatro y la magia se hizo presente. Podíamos ver a García Lorca dirigir a sus actores, provocando el asombro de los aldeanos que, por primera vez en su vida, asistían a una representación teatral.

 

Una charla llena de respeto, cariño y, por momentos, emoción que terminó entre aplausos y con un espontáneo ¡Viva la República! que arrancó más aplausos aún entre el respetable, feliz y dichoso de haber compartido una hora con el Alfonso Guerra más íntimo y menos mitinero.

 

Jesús Lens.