Anonimario

Hoy se entregan los Premios Literarios Jaén de CajaGRANADA. Para celebrarlo, subimos uno de los poemas de David Hernández Sevillano, de su libro «Anonimario», uno de los galardonados este año.

Porque describe, a la perfección, cómo son esos reencuentros, de principio a fin

Jesús Lens, el anónimo

Ahora, a ver los 23 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011

SENEGAL: ¡TERANGA!

Con todo cariño, para Álvaro y Pepe,

extraordinarios compañeros de viaje,

además de amigos.

Y para Panchi.

Claro.

Sin ella no habría sido posible.

.

Cuando le comenté a una amiga que volvía a África, de viaje, me dijo que menudo pesado estaba hecho, siempre yendo al mismo sitio. Cuando se lo dije a Pedro, sin embargo, se alegró. “Menos mal que sigues siendo el que eras”.

Tras volver de Senegal, ni que decir tiene que es a Pedro a quién tengo que dar la razón. Lo anticipábamos, antes de irnos: “¡Menos mal que volvemos al Senegal!” Y conste que escribo esto después de haber pasado 24 horas de fiebre, diarrea y enfermedad. Que viajar a África -¿o será volver?- sigue provocando efectos secundarios tan inevitables como felizmente llevaderos y soportables.

Y lo paradójico de este viaje es que no fui yo quién más empeño le puso. Fue mi Cuate quién, ante la posibilidad de disfrutar del Festival Internacional de Artes Negras, prácticamente me forzó a sacar los billetes para Dakar, aunque no las tuviera yo todas conmigo. Después se nos unió Álvaro y, gracias a las gestiones de Panchi, nos pusimos en marcha.

Como siempre, antes de emprender un viaje lejano, me invadió algo de morriña, un pelín de melancolía. El día anterior a la partida tuvimos esta exigente jornada de trabajo y me fui con una cierta sensación de culpabilidad, de que no era el mejor momento para marcharse.

Pero siempre es buen momento para volver a África, como pronto tuvimos ocasión de comprobar. Al subirnos al astroso taxi que nos condujo, a las 6 de la mañana, del aeropuerto al hotel Al Baraka, en pleno centro de Dakar. ¡Era increíble que aquel vehículo consiguiera circular sin caerse a pedazos! Y, aún así, circulaba. Aunque tuviera que parar a repostar en una gasolinera, sin apagar el motor, por si no volvía a arrancar.

Desde entonces, todo ha sido fiesta, música, baile, colorido, alegría y buen humor en nuestro viaje. Aún en un contexto de pobreza, extrema en muchos casos, Senegal sigue siendo sonrisas y risas, resumidas en un concepto que, hasta ahora, desconocía: la teranga.

“Teranga” es una palabra wolof, uno de los idiomas oficiales del Senegal, y se traduciría como “hospitalidad” o “calidez”, posiblemente, los conceptos que mejor definen la forma de ser de los senegaleses.

Entras a un restaurante, saludas a los camareros y dos minutos después estás hablando con ellos sobre la familia, el clima, el gol de Iniesta, Zapatero o lo que encarte en cada momento. Entre risas y bromas, te sirven las cervezas, la comida, el café… Al despedirte, tras chocar las manos y recibir cariñosos abrazos, te queda la sensación de salir de la casa de unos amigos. De unos buenos amigos.

O en el Marché Kermel, uno de los mercados de Dakar, al que entras para mirar (sólo mirar) y en el que terminas cargado de máscaras, esculturas, brazaletes, tallas, collares o manteles. Pero un mercado del que sales, sobre todo, vitaminado, mineralizado y revitalizado. Como Súper Ratón. Cargado de energía y de buenas vibraciones. Hasta el punto de que volverás, uno o dos días después, sólo por el gusto de hacerte unas fotos con los colegas con los que estuviste regateando como si la vida te fuera en rebajarle medio euro a una camisa de color imposible que sabes positivamente que nunca vestirás. Pero que terminas comprando igualmente, entre risas, siempre entre risas. Y con buen rollo. Porque Yande Thiam, Assane Syllag o Malick Diop terminan por ser buenos compadres, además de excelentes vendedores.

¡Un puñado de amigos! (Foto cortesía del Cuate Pepe)

Teranga. Como la mostrada por nuestras queridas Faithú y Makumba en el barco que nos llevaba a la Isla de Goré. Pero el tema de las mujeres senegalesas merece un apartado especial.

Pasándose de terangueros, también hay algunos brasas, en Senegal. Como en todos sitios, por otra parte. Pero son los menos y a nada que te plantas, te dejan tranquilos.

Nuestra amiga Yandé, bellamente retratada por Cuate Pepe

Había vendedores callejeros que insistían en vendernos una camiseta con una leyenda que, ahora, sentado en casa y escribiendo, entiendo como muy acertada y realista: “Si estás nervioso y agobiado, regresa a Senegal”.

Ni Confucio lo hubiera escrito mejor.

De vuelta de nuestro viaje y resurgiendo de la noche oscura de la fiebre, podemos gritar, sin temor a equivocarnos, ¡menos mal que volvimos al Senegal! Y nos convertimos en baobab 😀

Jesús africanito Lens. Ya pensando en… volver.

AMIGOS-CÍBER

Varias entradas hemos dedicado ya a los amigos. Pero hay una modalidad muy reciente de la que no hemos dicho nada y que, sin embargo, cada vez consume más tiempo y recursos: los amigos virtuales.

 

Estos ciberamigos tienen ventajas e inconvenientes.

 

Entre las ventajas: con ellos expones sólo lo quieres y sólo estás cuando quieres estar. La pantalla es un filtro de lo más eficaz. Además, siempre muestras tu mejor cara. No estás nunca despeinado, legañoso o mal afeitado. Piensas lo que vas a decir y siempre eliges las mejores palabras.

 

Con los amigos internautas nunca estás cansado, no les pegas broncas ni tienes posibilidad de pagar con ellos tus frustraciones. Sencillamente, no te las aguantarían. En el universo cibernético, las opciones de «eliminar», «borrar» o «ignorar» son muy sencillas de usar y ese purgatorio virtual que es la Papelera de Reciclaje funciona a las mil maravillas.

 

No sé yo...
No sé yo...

Tengo un montón de magníficos amigos virtuales con los que he llevado adelante proyectos literarios y profesionales que han terminado saliendo a las mil maravillas. Además, de las amistades virtuales he terminado sacando un enorme caudal de amigos reales, ciertos y palpables, como tanto la peña de Las Verdes y la de los Blogueros granadinos pueden atestiguar.

 

Pero, item más, hay muchas personas a las que conocía en persona nada más que muy livianamente y a las que, a través del universo virtual, he descubierto en profundidad. Después, los encuentros y las charlas en vivo y en directo han sido mucho más productivos y cordiales. 

 

Por no hablar de la cantidad de ciberamigos que andan perdidos por ciudades lejanas, españolas, europeas, africanas o latinoamericanas.

 

O sea que me molan los Ciberamigos.

 

Pero eso no priva de que tomarse una birra mirando a los ojos a un amigo de carne y hueso, escuchando su risa y viendo su expresión real, más allá de su avatar virtual, no tenga precio.

 

En esta vida acelerada que llevamos, cuesta trabajo encontrar tiempo para ver a los amigos tanto como nos gustaría. A fin de cuentas, no podemos estar todo el día de cañas, cafés o comidas. De ello hablábamos hace unas semanas en IDEAL, en este artículo, en que defendíamos la bondad del encuentro con los colegas aprovechando actividades gozosas, como ir a un concierto, salir a correr o ver una peli.

 

Porque, nos guste más o nos guste menos, la vida social es más llevadera a través de Internet que en la dura realidad exterior de todos los días. Esta tarde, sin embargo, muchos cíberamigos nos daremos cita física y real en la librería Negra y Criminal. ¡Todos estáis invitados!       

 

CONTINUARÁ

 

Y nos queda esa otra cuestión, eterna, en la cosa de los amigos: las amistadas de género.

 

Jesús Lens, en plan amistoso-inquisitivo.

MÁS DE AMIGOS

Vuelta al tema de los amigos, que tocamos hace poco en ESTE enlace, pero cambiando de tercio.

 

Hace unas semanas, un lunes por la tarde-noche, cuando la recoleta y clausurada vida del postrer verano me estaba agobiando un pelín por demás, tras todo un fin de semana encerrado en casa, escribiendo, le puse un SMS a mi Cuate Pepe diciéndole que me apetecía tomarme una birra en un bar.

 

Su respuesta, aún la tengo grabada, a sangre y fuego:

 

  • ¿Cuándo y dónde?

 

Serían eso de las nueve de la noche. Le contesté que si le iba bien a las nueve y media en el Puerto Madero del Zaidín. Y una nueva respuesta, corta y expeditiva, se me quedó igualmente marcada:

 

  • Yo puedo estar allí a las nueve y cuarto, ¿y tú?

  

Apagué el ordenata y salí zumbando, a ponerle la cabeza como una olla de grillos al Cuate, que sabía que necesitaba desahogarme. Y entonces recordé esa otra frase anónima, que Quevedo hizo suya: «los amigos son como la sangre, cuando se está herido acuden sin que se los llame». Y no. El SMS no es un sustituto aplicable a la frase.

 

Pero no todo es fácil ni bonito en torno a la amistad. Por ejemplo, ¿qué ocurre con las asimetrías? Como dice A. de la Tour, «dos amigos no se quieren de la misma manera: hay un que besa, y otro no hace más que tender la mejilla». ¿Qué pasa con la reciprocidad? ¿Y con la intensidad? ¿Y con oportunidad? ¿Y con el momento? ¿Y con la distinta forma de entenderla, a la Amistad?

 

Vamos terminando. Con otra pregunta. Un amigo, ¿debe ser un alma gemela? Para Aristóteles, «El amigo es otro yo. Sin amistad el hombre no puede ser feliz». Tengo amigos con los que la identidad de pensamiento y actuación es casi total, compartiendo casi al 100% una particular forma de ver, entender y conducirnos por la vida.

 

Pero también tengo amigos radicalmente opuestos en muchas facetas y aspectos esenciales de la existencia. Con los primeros, todo es más fácil. Sin duda. Pero con los segundos, cada conversación y cada rato compartido, cada e mail y cada discusión resultan más enriquecedores, al aportar puntos de vista nuevos y distintos, sobre distintas cuestiones.

 

¿Amigos? ¿Seguro?
¿Amigos? ¿Seguro?

No es necesario, en este caso, que hagamos pregunta alguna, ¿verdad?

 

Y nos quedarían muchos más temas por tocar. Como el de las amistades virtuales y el de las amistades de género. Pero, mejor lo dejamos aquí, prometiendo volver al tema más pronto que tarde.   

  

Eso sí, nunca olvidemos a Fénelon, quién defendía que «si queréis formar juicio acerca de un hombre, observad quienes son sus amigos».

 

Advertidos estamos.

 

CONTINÚA