Experiencias gastronómicas

Tener un buen Community Manager es un privilegio. Tener a uno que sienta lo que cuenta. Que lo viva, lo disfrute y lo comparta. Que lo haga suyo.

¿Te acuerdas que, hace unas semanas, hablaba de estos propósitos Gastronómadas, para el 2014? Pues ha querido la suerte y la amistad que el año haya comenzado potente, por lo que a disfrutar de las mejores viandas se refiere. Y aunque pronto hablaré del incansable e incombustible Álvaro Arriaga, que nos agasajó hace unos días a base de bien en su increíble pecera, hoy quiero volver a ese Restaurante Damasqueros que no hace sino darnos alegrías.

 Damasqueros entrada

Cuando un buen amigo de Madrid, anterior compañero de andanzas profesionales, me dijo que venía a Granada, pero que solo disponía dos o tres horas libres a mediodía, decidí sorprender a su exigente y sibarita paladar en el local de Lola, uno de los referentes imprescindibles de la gastronomía granadina contemporánea.

Llegamos tarde. Pero los miércoles laborales son así. Salivamos al leer el menú de la semana y, ansiosos y expectantes, esperamos a que comenzara el espectáculo.

Porque una buena comida es todo un acontecimiento. Una experiencia. Colectiva. Total. Memorable.

 Damasqueros publicidad

Evidentemente, los platos son los grandes protagonistas de la función, pero los vinos, el ambiente, la cordialidad del personal de sala, la presentación, los colores, la cadencia del servicio, la información… todo eso tiene que estar cuidado con esmero y cariño para que una comida sea más, mucho más, que la mera ingesta de unos sabrosos alimentos bien cocinados.

Y la música, claro. La banda sonora. Un asunto para nada baladí.

Estábamos empezando la comida, poniéndonos al día de nuestras respectivas cuitas personales y profesionales, cuando empecé a escuchar el sonido de un bajo. No era un sonido cualquiera. Aquellos acordes eran de esos que forman parte de mi vida.

 Damasqueros plato

Y, de inmediato, la trompeta. El fraseo de Miles Davis, hablándonos al oído y susurrando su famoso “So what?”, que podríamos traducir a nuestro idioma como “¿Y qué?” o “¿Y qué pasa?”

Sí. Es cierto. Seguimos en crisis. Y las cosas ni son ni volverán a ser como antes. Pero… So what?

Pensé que aquello era casual, que alguien habría puesto algún recopilatorio de temas de jazz que abría con el clásico de Miles. Pero no. Porque el monumental y glorioso “A kind of blue” siguió sonando, completo, mientras nosotros hablábamos, reíamos, gesticulábamos… y comíamos.

Y es que… ¡qué comida, señores! ¡Qué privilegio! ¡Qué lujazo! No sería capaz de encontrar palabras, por ejemplo, para esa ensalada deconstruida con pescado, cuyo aroma te devuelve directamente al profundo azul del mar. O el bacalao, suave, suave. Y la carrillada…

 Damasqueros Lola Marín

¡Si es que solo los aperitivos ya son toda una explosión de sabor y ese licor final, con los pestiños, te deja el mejor sabor de boca posible!

Pero, claro, si a todo ello le unes que el mejor jazz no dejó de sonar ni un instante, la experiencia es mucho más intensa, el recuerdo es más profundo y el disfrute es mucho mayor.

Y, estarás pensando: ¿qué tiene que ver el Community Manager con todo esto? Pues que el responsable de Redes Sociales del Restaurante Damasqueros, que me sigue en Twitter, sabía que si era miércoles, tocaba jazz. Y tuvo la agilidad y el detallazo de pedir al personal de sala que pusieran semejante joya musical.

 Damasqueros Logo

¿Cómo no volver, recomendar y hablar maravillas de un negocio que tan claro lo tiene, a la hora de agasajar a un cliente de una forma tan sencilla, pero tan especial e inolvidable?

Ni que decir tiene que, cuando pueda y se dé nuevamente la ocasión, volveré a un restaurante que, además de referente gastronómico es referente en la gestión de redes orientada al cliente, al que trata como si fuera único.

¡Salud, compañeros! Y un millón de gracias por convertir una comida en una experiencia gastronómica total. Para seguirlos en Twitter: @RestDamasqueros

Jesús Lens

Firma Twitter

Gastronómadas 2014

Aunque ahora llegan semanas de replegar velas y de “disfrutar” lo más crudo del crudo invierno atrincherados en casa, ascendiendo lentamente la cuesta de enero y su continuación en febrero, así como el falso llano de febrero, me apetece hablar de comidas.

Entre mis propósitos para el 2014 están, lógicamente, el volver a disfrutar del buen hacer y del saber estar de algunos de mis restaurantes favoritos.

Álvaro Arriaga, por supuesto. Dani, de este primer semestre no pasa que hagamos un maridaje de cervezas como está mandado. Y esa joya escondida en el Realejo que es el “Damasqueros”. Imprescindibles.

 Damasqueros

En Salobreña, tenemos que volver con más tiempo y mayor calma y sosiego a disfrutar del Tajine de Cordero que probamos hace unas noches y que nos dejó un inmejorable sabor de boca. Y al atún del Trasmallo también le debemos una visita.

Además, hay que perseverar en los sabores exóticos del japonés Zakuro y darle otra vuelta a La Moraga, aunque sea en versión barra, antes de ir a alguno de los conciertos del Club de Jazz malagueño.

Y como novedades, tengo muchas ganas de probar dos restaurantes granadinos. Uno está en la capital, es mexicano, se llama “El Delirio” y me gusta su decoración y presentación.

 El Delirio

El otro está en mitad del valle de Lecrín. Éste requiere mayor parafernalia ya que se trata de un sorprendente Thai Restaurant, que solo abre los fines de semana.

Que hay mucha más oferta, por supuesto, pero que tirando de memoria gustativa, ésta es la que ahora mismo tengo presente.

 Thai Elephant

Dicho lo cual, ¿alguna recomendación por tu parte? ¿Algún garito realmente imperdible en el que comer, sentados, con mesa, silla y mantel? De bares, raciones y tapas hablamos otro día.

Jesús Lens, el Gastronómada hambriento.

Firma Twitter

De la cata de vinos convertida en relato

Hace unos días fuimos a comer a casa de Álvaro Arriaga, que es casi tanto como decir a nuestra casa, dado el nivel de confianza, amistad y buen rollo que siempre nos envuelve cuando el ascensor del Edificio Pantalla de CajaGRANADA abre sus puertas y nos franquea el paso a uno de los restaurantes con más personalidad de todos los que conozco.

 alvaro arriaga

Antes iba más a menudo a visitar a Álvaro, Dani y su gente, pero ahora todo resulta más difícil y complicado. Lo único bueno de espaciar tantísimo estas visitas es que cada vez que consigo comer allí, la ocasión se convierte en toda una experiencia. Y, tal y como escribe Dominique Bertholet en este preclaro artículo, de eso se trata, cuando nos liamos la manta a la cabeza y decidimos tirar la casa por la ventana, gastronómicamente hablando: de convertir el momento en una experiencia para los sentidos.

Y justo ahí es donde entra el Relato de Cata de Vinos. O, mejor dicho, la capacidad de Daniel Castro para convertir una improvisada cata de vinos en un relato que resulta sencillo de comprender para un olfato obtuso como el mío, cuando se trata de paladear y saborear determinados caldos.

“Aroma a coco y vainilla”.

Vale. Yo no dudo de Dani. ¡Seguro que estaban ahí, en la copa, dando vueltas y penetrando en mi pituitaria! Pero yo no los percibía.

 Daniel Castro

Menos indignado que decepcionado, Dani fue por un vino blanco y cambió su discurso: “cerrad los ojos y concentraos. Pensad en la Nochevieja, mientras suenan las campanadas. Y ahora… ¡oled! ¿No os recuerda a esas uvas que se atropellan en la boca, una con la otra? Porque no has terminado de masticar la anterior cuando ya te tienes que comer la siguiente, los segundos pasando, a punto de dar las doce…”.

¡Ahora sí! Efectivamente. ¡Allí estaba! Allí estaba aquel olor, aquel sabor; fuerte e intenso, con ecos y reminiscencias a momentos memorables y… fácilmente reconocibles.

 Álvaro Arriaga restaurante

Seguimos comiendo. Nos tomamos un carpaccio increíble y dimos cuenta de un txangurro cantábrico, para agasajar nuestros imborrables orígenes gallego-bilbaínos y, de paso, hacer más perceptible y cercana esa sensación de estar como en casa. Fue entonces cuando Dani nos propone otro reto, haciéndonos cerrar nuevamente los ojos.

Aquello era raro.

Es decir, aquel vino olía raro.

– Esto no me huele bien, pero que nada de bien… –hubiéramos afirmado, de estar en un relato negro y criminal, sintiendo la imperiosa necesidad de soltar una frase tópica.

Pero quedaba feo decirlo. ¿O no? Fue Dani el que tomó la palabra, viéndonos indecisos y timoratos:

– ¿No huele como un flotador de plástico barato comprado por un euro en una tienda de chinos?

 

 

– Hombre, así explicado…

Pero es que así era, efectivamente. Aquel vino olía (levemente) a petróleo. Porque se trataba de un vino orgánico con reminiscencias a hidrocarburos. Que suena francamente mejor que lo del flotador de plástico de un euro. Pero que es menos expresivo. Y, desde luego, mucho menos divertido.

 Daniel Castro at work

Y es que a Dani le gustan los relatos. Y las poesías. Y contar cosas curiosas y anécdotas sobre platos, bebidas y comidas. Y hacer maridajes especiales con distintos tipos de cervezas. O escribir qué vinos acompañarían a un buen asesinato, si nos volvemos a poner en clave negra y criminal.

Y así, claro, se pasan las horas, entre platos, copas, risas, descubrimientos, aprendizajes y postres que uno nunca quiere comer, pero siempre termina probando; antes de ese digestivo que ayuda a asentar la comida.

Experiencias.

Porque la vida son momentos. Y los momentos, gracias a los relatos y las narraciones, tienen un sabor especial.

El talento está en saber contarlos. En saber transmitirlos.

Y en eso, Dani, es un maestro.

¡Salud!

En Twitter: @Jesus_Lens

Gente que hace cosas: Álvaro Arriaga y sus recetas con ingenio

Decir que Ávaro Arriga hace cosas es hacerle flaco favor, pero sabéis que esta sección va sobre personas que, además de lo suyo, lo habitual, lo de siempre… hacen cosas nuevas, distintas y sorprendentes.

Aquí hablamos de los Garabatos Digitales de Colin, por ejemplo. O las maravillosas fotos de Laura. O nuestro querido Javier Úbeda.

¿Y por qué traemos a colación a Álvaro?

Porque, desde primeros de mes, podemos aprender cocina a través de su magisterio, de una forma tan sencilla como barata y accesible: pinchando AQUÍ, a través de IDEAL y sus Recetas con Ingenio.

 Recetas Álvaro Arriaga

Y ahora, sé que más de uno y más de una estarán cabeceando, de un lado a otro, diciendo, dudando, terriblemente sorprendidos:

– ¿Será posible que Jesús se arrime a los fogones?

Y la respuesta es, evidentemente, que no. Que a mí me enseñaron de niño que quienes juegan con fuego, además de quemarse, mojan las sábanas por la noche.

¿Entonces?

Entonces… ¡ahí te quiero ver!

Álvaro Arriaga on line

A ti, que eres cocinillas.

A ti, que eres artista del fogón.

A ti, que manejas los cuchillos como un pintor maneja los pinceles y tienes el mismo tacto con las sartenes que Messi con el balón de fútbol; a ti, que usas la espumadera con la misma habilidad que los Tres Mosqueteros usaban el florete…

A ti… ¡ahí te quiero ver!

Probando, cocinando, aprendiendo, puliendo ese estilo tuyo… ¡e invitando, claro!

Es decir: yo te he puesto en la pista.

Lo justo es que tú, en legítima correspondencia, me invites a probar cómo te salen esas genialidades que Álvaro Arriaga muestra diariamente.

 Álvaro Arriaga

A fin de cuentas, no es solo aprender de un maestro. Es aprender de un genio.

Así que, no olvides quién te descubrió ese tesoro culinario de valor incalculable… ¡e invita!

Además de seguirme en Twitter: @Jesus_Lens

Y, ahora, a ver qué blogueamos los 7 de marzo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012

COMIENDO, A ESTE LADO DEL RÍO…

Mucho más que la novela en sí misma me gustó su título: “Al otro lado del río y entre los árboles”, de Ernest Hemingway.

Granada es una ciudad con río. Y el trazado de su cauce no es en absoluto casual. Me acuerdo que me lo decía mi amigo David, cuando buscaba alojamiento para vivir. “No es lo mismo, uno u otro lado del río, a la hora de buscar piso”.

Me imagino que, a la hora de poner un negocio, tampoco será igual. Y, sin embargo, las cosas están cambiando, de un tiempo a esta parte. Gastronómicamente, hablando.

No tuvo que ser fácil para Álvaro Arriaga, por ejemplo, cambiar el centro de Granada de toda la vida por el restaurante panorámico Tartessos, en el Edificio Pantalla de CajaGRANADA. ¡Al sur, mirando al sur y hacia la vega! Estos días, cuando disfrutemos de sus imprescindibles Jornadas de Gastronomía Tradicional Vasca (se llenan, llamen para reservar) y estemos dando cuenta de las judías de Tolosa, el bacalao o el chuletón de buey, nos deleitaremos, también, de las vistas a la vega granadina.

No olvidemos a los pioneros, como Jesús y su fastuoso Menú Largo y Estrecho, de “Los Santanderinos”, una de las experiencias gastronómicas más sabrosas y potentes que podemos disfrutar en Granada.

¿Y los amigos de La Metáfora, que cambian su extraordinario emplazamiento en el corazón del Realejo por el no menos excitante Paseo de Violón, donde están ultimando la apertura de La Lonja, su nueva iniciativa y desafío profesional? Y habrá pulpo. En dos modalidades. Y hasta ahí nos dejaron leer. 😉

Además, otros clásicos de la restauración granadina abren sucursal en los aledaños del Edificio Fórum, con “El Braserito” a la cabeza, que ya se ha convertido en uno de los lugares de visita ineludible este invierno, con su deliciosa terracita al sol, ese sol que no quema, pero tanto reconforta. Sus imprescindibles huevos estrellados, revueltos y carnes trinchadas nos alegran la vida a todos los que nos hemos retirado del centro y hacemos nuestra vida habitual a este lado del río, aunque ya no haya árboles.

El río que nos lleva, por ejemplo, a correr por su vera. Esa vera del Genil que, en el trazado de la Fuente de la Bicha ha quedado espectacular. Tantas veces hemos reclamado su arreglo y cuidado que ahora no podemos que felicitarnos por lo bien que ha quedado el piso, cómo absorbe el agua y lo cómodo que es correr y pasear por su entorno.

Eso sí: falta el puente a la altura de la propia Fuente de la Bicha, para descongestionar el senderito chico y, sobre todo, que apenas llegue el buen tiempo se controle que no circulan por el Paseo ni coches, motos o hasta camiones de reparto, que he llegado a ver cruzando el río, como elefante en cacharrería. Si no, poco tardaré en desmenuzarse el piso tan primorosamente prensado este invierno.

Granada se mueve. Y mira hacia el sur. Granada expande sus límites y, para los gastronómicamente desafiantes, es una alegría y una satisfacción encontrar cada vez más y mejores locales por la zona en que nos movemos.

Gracias a los amigos de Los Santanderinos, Tartessos, La Lonja y El Braserito por animar nuestra vida restauradora. ¡Hacía falta!

Jesús gastrocafre Lens.