SILLA OCUPADA

La columna de hoy de IDEAL, en un día tan señalado, tiene que ser especial. Queridos Habibis, en teoría hoy volvemos. Curiosamente, esta columna la escribí y programé para estar on line antes de salir. ¿Qué pensaré a la vuelta?

Hace unos días, con ocasión de la entrega de los Premios Nóbel, se habló mucho del llamado “Síndrome de la Silla Vacía” ya que China había prohibido que nadie del entorno del disidente Liu Xiabo fuera a recoger el galardón en su nombre. La prensa hizo un profundo repaso a otras célebres Sillas Vacías y los psicólogos aprovecharon para enlazar con otra interpretación del concepto: la que esta noche y mañana tendremos ocasión de experimentar.

Porque si la Nochebuena y la Navidad son propicias para los alegres y festivos encuentros familiares y fraternales, también son tiempos duros en los que echamos de menos a las personas que nos han dejado y cuyo recuerdo resulta especialmente lacerante en fechas tan señaladas como éstas.

Pero seamos positivos y, en vez de mirar una Silla Vacía y sentirnos tristes por la ausencia que representa, aprovechemos para mirar hacia dentro y buscar en nuestro interior la huella que las personas que ocuparon esa silla fueron dejando en nuestra persona. Porque somos, en buena parte, lo que ellas nos enseñaron, lo que ellas nos mostraron, lo que ellas ejemplificaron.

Aprovechemos igualmente para buscar su herencia en las personas que nos acompañen y estén sentadas a nuestro lado. Porque ellas también son aquéllos. ¡Tantas veces hemos defendido desde estas líneas que somos los libros que leemos, los paisajes por los que paseamos, las películas que vemos, la música que escuchamos…!

Pero también somos el ADN de las personas que se fueron, la genética que nos transmitieron. Somos todos y cada uno de sus gestos, de sus presencias, de sus palabras. Y somos, a la vez, cada rapto de su imperturbabilidad, de sus ausencias y de sus silencios. El silencio, tantas y tantas veces tan, tan elocuente. Con su silencio, los ahora ausentes ya nos enseñaban a escucharles, más allá de sus palabras. Nos educaban para que aprendiéramos a entenderles y a seguir oyéndoles, aún en la distancia y la lejanía más aparentemente insalvables.

Sí. Los echamos de menos. Y les queremos. ¡Claro que sí! Y precisamente por eso tenemos que disfrutar de estas fechas. Tenemos que ser felices con quiénes nos rodean. Porque se lo debemos. Porque así lo quieren. Porque nos lo piden a voces. Porque el mejor y más sentido homenaje que podemos hacer a quiénes ya no están, a quiénes se fueron, es gozar de la vida y hacer lo posible porque la gocen nuestros seres queridos, las personas cercanas, ésas a quiénes amamos.

Que la melancolía representada por una Silla Vacía se convierta esta noche en una celebración de la vida, en una fiesta cargada de alegría, colorido y vitalidad. Que el día de Navidad venga tan cargado de recuerdos como de proyectos de futuro. Que a lo largo de estas fiestas nazcan nuevas ilusiones, nuevas ideas y savia nueva. Felices Fiestas.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.