Hoy es Peter el que nos hace seguir en consejo del día: No importa cómo te haya ido durante el día. Aporreado, aperreado, golpeado, desplumado, inflado, resecado… pero siempre tieso como una estaca.
Va por ustedes.
Jesús gallito Lens
Hoy, miércoles, día de Cuaversos, dejamos este poema humorístico de nuestra amiga Beatriz.
POEMA ESDRÚJULO
( oda al e—mail)
Es mi Emilio electrónico
Como un amor sintético
Rayando en lo neurótico
Que con pulso metódico
Llena mi espacio anímico
De besos informáticos
Y proyectos sarcásticos.
Y este vacío cósmico
De talante epiléptico,
Lo alivia el endotérmico
Con caricias bitéticas
Y ternuras ridículas
Yo no soy pusilánime,
Ni torpe, ni anacrónica
Tan sólo soy escéptica
Ante este amor onírico
Que asoma sistemático
A mi llamada histriónica.
Pues a este amor psicótico
Le falta un toque erótico
Y le sobra retórica.
Beatriz ElORZA
Queridos, una cita imprescindible. Si ya os citaba para el próximo jueves, a las 19 horas, con Nerea Riesco, como decíamos aquí, el miércoles tenemos otro encuentro necesario, ilustrativo y del más alto nivel, con la literatura histórica más adictiva.
Fernando Martínez Laínez y la recién publicada «Los libros de plomo».
¿Os lo vais a perder?
Jesús antiplúmbeo Lens
Sólo Eduardo me podía cortar el pelo. Llevaba más de veinte años siendo fiel a la misma peluquería, desde que mi madre me llevó allí por primera vez, cuando la abrieron orilla de casa. Después de tanto tiempo, Eduardo siempre sabía cuánto y cómo tenía que cortar, sin necesidad de indicaciones.
Era viernes por la tarde y había mucho bullicio en la peluquería, la mayoría de los clientes, hombres, hablando sobre el reciente Barça-Madrid y la paliza blaugrana. Eduardo cogió la maquinilla y me metió la cuchilla del Dos. Muy, muy corto por los lados. Con las tijeras me emparejó el pelado cuartelero y con la navaja apuró toda la pelusilla de la nuca, dejándola limpia y reluciente, tal y como me mostró orgullosamente en el espejo de mano que se reflejaba en el espejo principal de la peluquería.
Habían quedado un par de pelillos, apenas visibles, en el lado derecho del cuello. Eduardo también se dio cuenta y los quitó con la navaja. Y justo entonces fue cuando me rebanó el cuello y me dejó muerto, degollado, en el sillón de su barbería, todo salpicado de sangre. Nunca llegué a saber el porqué.
Jesús apurado Lens