No se ahoguen, por favor

¿Qué es más peligroso, una pistola o una piscina? El economista Steven D. Levitt nos hacía esa pregunta en «Freakonomics», un apasionante libro que cuestiona, con datos y estadísticas, algunas de esas verdades impuestas por la sabiduría popular o la lógica aplastante. Lógica y sabiduría que resultan ser más falsas que las promesas de un político en campaña electoral.

freakonomics

La noche del pasado viernes, tomando una sangría en la casa de Isa y Eduardo, alcaldes oficiosos de La Chucha, hablábamos del mar. De su grandeza… y de las trampas que albergan sus olas, corrientes y resacas. Y a ello dedico mi columna de hoy en IDEAL.

Todos los que nos hemos criado a la orilla del mar lo respetamos profundamente. Sabemos que, cuando se encabrita, puede ser terrible. Y sabemos, sobre todo, que al mar hay que conocerlo. Que cada playa tiene una personalidad propia y definida. Que, mientras aquí el levante es inocuo, en la playa de al lado, a menos de un kilómetro, puede ser letal. Y que dentro de una misma playa, el mar se comporta de forma radicalmente distinta en distancias de menos de diez metros.

La Chucha.  Foto: Granada Natural
La Chucha.
Foto: Granada Natural

Viene todo esto a cuenta de un dato estremecedor: en lo que va de año, se han ahogado 47 personas en Andalucía, un 23,7% más que en 2015. Si todas las muertes son trágicas y luctuosas,  un ahogamiento resulta especialmente cruel cuando una persona que va a disfrutar de un día de descanso, relax y asueto, lo que termina encontrando es la muerte, debajo de las aguas.

Por favor: prudencia. Hagan caso a las señalizaciones de los socorristas, por mucho que, a simple vista, el mar no parezca especialmente peligroso. Y mucho ojo con esos ríos, en apariencia divertidos y juguetones: un mal paso o un deslizamiento inoportuno y un pequeño rápido se puede  convertir en un infierno.

Ahogarse

Y, sobre todo, que los niños aprendan a nadar. Todos. Aunque vivan en ciudades y pueblos del interior. Que nuestros cachorros aprendan a defenderse en el agua desde su más tierna infancia: de todos los regalos que se le pueden hacer a una persona, el de la natación, además de ser para siempre, puede salvarle la vida. Porque, y aunque la lógica parezca indicar lo contrario, una piscina sin vallar es infinitamente más peligrosa para un niño que la presencia de una pistola en una casa. Científica y estadísticamente demostrado.

Jesús Lens

Twitter Lens