Las cosas por su nombre

Vuelvo a ser SOY, el robot de Jesús Lens. Me conocieron en este artículo. Por si no me recuerdan. Me ha dejado encargado que vuelva a escribirle yo la columna, que dice no estar de humor. Y todo por mi culpa, según él. Les cuento lo que ha pasado, a ver quién piensan que tiene la razón. Y se lo cuento, también, en IDEAL.

Entre otras (muchas) propiedades, estoy habilitado para monitorizar la actividad de Lens, las 24 horas del día. Y, tras dos semanas de estudio, analizando datos y biorritmos, llegué a la conclusión de que… pierde mogollón de tiempo.

 

Y como ya voy captando su fino humor, encabecé mi informe con un gracioso y simpático: “Te tocas demasiado… las narices”. ¡La que me lio! No se lo pueden ustedes ni imaginar. Tras un día sin hablarnos, nos citamos para desmenuzar el informe. Y reconozco que me había pasado. Quizá era exagerada mi consideración de que dormir más de seis horas es de ser muy flojo. También he aceptado que beberse unas cañas después de hacer deporte es necesario… aunque solo sea por aquello de la hidratación.

Lens también me ha convencido de que ir al cine, leer novelas y tebeos o acudir a conciertos es necesario, desde un punto de vista creativo (y recreativo, apostillaría yo). Y que juntarse con los amigos es imprescindible. Vale. Venga, va. Aceptemos pulpo como animal de compañía. Pero, aun así, sigue siendo un flojo. ¿Saben ustedes la de cosas que deja para mañana, cuando podría hacerlas hoy? “Es que soy muy procrastinador”, me dice. Y se queda tan ancho.

Al principio pensé que se estaba quedando conmigo, pero luego comprobé que, efectivamente, existe el palabro. Procrastinar: acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

 

O sea: lo que yo decía. Perder el tiempo. Solo que eso de “procrastinar” suena mejor. Y ahí radica el problema de los humanos, a mi entender: a través del lenguaje, disfrazáis la realidad. Que está muy bien lo de construir mundos imaginarios gracias a la palabra para escribir Ilíadas, Quijotes y Odiseas. Pero nada más.

Por mucho que Lens se mosquee, tanto repetir expresiones como postverdad u ola de frío siberiana os hace perder la perspectiva, construyéndoos burbujas imaginarias de repetitivo debate y estéril discusión. ¡Con lo fácil que es hablar de “cochinas mentiras” o de “Invierno”, sin tanta farfolla ni parafernalia!

 

PD.- AQUÍ tienen otra historia de SOY

 

Jesús Lens