La otra Granada

Recogí a Fernando, Lucas y Andrea en la estación del AVE. Lucas y Andrea ya la conocían, pero Fernando se quedó impresionado con las excepcionales vistas de la Alhambra, que parecía enmarcada en las grandes cristaleras diseñadas por Moneo.

—Pues ya verás, mañana. Vas a flipar con la visita guiada que nos han preparado. Vas a descubrir la Alhambra más noir y misteriosa. Que el monumento tiene lo suyo. Y no te preocupes por el calor ni por la comida: desde que abrieron el Atrio de Siza, pasar el día allí es una gozada, más allá de por lo evidente.

Cogimos el Metro y, tras dejar el equipaje en las habitaciones del hotel, nos fuimos a comer. Con tiempo y sin prisas. Queríamos celebrar, entre otras cosas, la segunda Estrella Michelín que estrenaba uno de nuestros restaurantes favoritos. ¡Ganada a pulso, tras varios años de mejora constante, sin parar de innovar!

Por la tarde, aprovechamos para dar un paseo por el centro de Granada. Desde que fueron peatonalizadas, era un gusto deambular por las calles comerciales de la ciudad, que bullían de vida. Y, después, al llegar al Albaycín, Andrea y Lucas no se creían cómo había quedado el barrio, una vez limpiados los grafitis y eliminadas las mierdas de perro.

Y por fin llegó el momento: la representación de la “Cavalleria rusticana” en el Espacio Escénico de Kengo Kuma, por la prestigiosa compañía de la Ópera de San Petersburgo, dirigida por Heras Casado.

Al día siguiente aprovechamos para relajarnos un poco y, además de disfrutar de la exposición permanente con el Legado de Lorca, en el Centro que por fin hacía honor a su nombre, vimos la última Palma de Oro del Festival de Cannes, en Multicines Centro. Por la noche, unos fueron a escuchar flamenco y, otros, jazz. Pero todos nos fuimos a dormir temprano, que a la mañana siguiente queríamos ser los primeros en coger el Teleférico para Sierra Nevada.

Imagen de Estudio Cardona

Lucas, que no esquiaba, prefirió quedarse en Granada y salir a correr por la margen izquierda del Darro, limpia y cuidada tras la última intervención. Luego se fue de tapas y, por la tarde, hizo la visita combinada al Museo Arqueológico y al Museo de la Ciudad.

Disculpen, pero dejo aquí esta fantasiosa narración, que vamos a visitar el Acelerador de Partículas y se me ha hecho ya tarde…

Jesús Lens