Hartrio

Estoy hartrio. Muy hartrio. Harto de polémicas como la del Atrio. Es un hartriazgo denso y profundo, un hartriazgo espeso, hondo y de largo recorrido.

Un hartriazgo que viene de la constatación, una vez más, de que todo es imposible en Granada. De que, en nuestra tierra, cualquier cosa es susceptible de convertirse en un problema y de enquistarse por siempre jamás.

Lo último, lo del Atrio de la Alhambra, un proyecto más que yace en el baúl de los recuerdos de la intrahistoria granadina, durmiendo por siempre jamás en algún cajón olvidado de alguna dependencia administrativa y que solo volverá a ver la luz para una magna exposición de la Granada que pudo ser, pero nunca fue.

En el caso del Atrio, un informe de poco menos de 2.000 palabras ha servido para tirar a la basura un proyecto que traía la firma de Siza, que había sido aprobado en varios trámites por todas las fuerzas políticas de Granada y en el que ya se han invertido más de 2 millones de euros. Un informe que, sin embargo, concluye lo siguiente: “el pequeño pabellón de entrada (a la Alhambra) no responde a la constante demanda del crecimiento de visitantes”. O sea, que toca volver a empezar (*).

Pero lo más esperpéntico de este episodio es que, después de haber votado favor del Atrio, tanto el PP como el PSOE han terminado por darle la espalda y dejarlo morir, asestándole alguna puñalada, de paso, cuando todavía parecía respirar.

¿Han pasado ustedes últimamente por la Alhambra? El día Navidad subimos mi hermano y yo, corriendo. Y nos dimos una vuelta por la entrada al monumento más visitado de España. No creo que nadie en su sano juicio pueda decir que “eso” sea suficiente para recibir, dar la bienvenida y atender a millones de visitantes cada año. Ni por lo ¿estético?, ni por lo práctico, ni por lo útil.

Ahora mismo, cuando uno llega a la Alhambra, se siente rechazado. Como si fuera un engorro, una molestia. Ni un ápice de confortabilidad para hacerle sentir bien y a gusto, predisponiéndole al disfrute que le espera dentro del recinto monumental.

El actual acceso a la Alhambra es una de las más acabadas muestras de mala follá granaína que, en Icomos, una consultora externa utilizada por la UNESCO, parece haber encontrado a una fiel aliada, guardiana de las esencias.

(*) Las últimas noticias hablan de «replantear» el proyecto por completo, contando con Siza.

Jesús Lens