DESMOTIVACIÓN

Hace unos años asistí como espectador a una entrevista de trabajo realizada a unos cuantos candidatos para unas tareas biblioteconomía. La mitad de ellos, para explicar porque habían terminado estudiando dicha disciplina, aludieron a la desmotivación que les llevó a dejar otros estudios diferentes.

Los recuerdo, chicos y chicas, de distintas edades, con un discurso parecido a éste.

– Empecé a estudiar Derecho, pero a mitad de carrera me desmotivé y terminé dejándolo.

Desmotivación. Una palabra que siempre me ha resultado extraña, ajena, incomprensible.


Porque, y quizá eso tampoco sea bueno, mi problema es precisamente el contrario: la hipermotivación. Demasiadas cosas me motivan demasiado y, muchas veces, cada paso que doy en un sentido es una renuncia a darlo en otro distinto.


Y, sin embargo, a veces, llegan la abulia, el hastío, la desmotivación. Es inevitable. Días en que todo te estorba, todo te molesta y nada te apetece.


Poco a poco he ido blindándome para combatir los estragos de estos ataques de inacción. Sé qué discos debo escuchar, qué películas debo ver y cuáles evitar como a la peste. Sé qué debo hacer, a qué gente buscar y bajo qué rutinas ampararme. Por ejemplo, buscar Tesoros, como esos de la Margen Derecha…

Y, aún así, cuesta.

Por eso, mañana me obligo a ir a correr la Media Maratón de Guadix. No tengo ganas, no tengo ánimo y no tengo espíritu. Pero debo hacerlo. Porque machacar el cuerpo me sentará bien. Porque necesito correr. Y porque la compañía de Las Verdes es una de las mejores que en estos momentos imaginarme pueda.

No sé si seré capaz de acabar la carrera. Hoy ya corrí trece kilómetros cuando debí descansar, apenas dormí esta pasada noche y pensar en ritmos, tiempos, parciales de paso… se me antoja quimérico. ¡Qué diferente, hace quince días, en la Media de Motril, sobrexcitado, nervioso… ansioso, casi! Bebiendo agua concienzudamente, alimentándome correctamente, concentrado.

En fin. Que no son buenos tiempos para la lírica.

Menos mal que el trabajo nos absorberá en las próximas fechas y, queramos o no, tendremos que salir del marasmo de la Predepre.

¡Demonios!

¡Acabemos con esto, maldita plañidera insoportable y quejosa!

Tan solo ponte las zapatillas y corre.

Jesús Lens.

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