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Días de desconexión, desaceleración, desaparición. Tenía escrita esta columna desde hace un par de días. De hecho, era la que estaba previsto que saliera el pasado viernes. Los acontecimientos de Barcelona la convirtieron, de pronto, en algo frívolo, absurdo, casi surrealista.

 

¿Cómo hablar de vacaciones, del cansancio de este plomizo mes de agosto, de lo largo que se está haciendo un verano que empezó a freírnos y a achicharrarnos a comienzos de mes de junio, y que lleva acumuladas tantas alertas amarillas y naranjas que parece una cesta de cítricos?

 

Jugando con las palabras, les decía que no me lo tomaran a mal, pero que iba a tratar de estar muy a gusto el resto de agosto y que, para ello, me evadiría de todas las responsabilidades posibles. Por ejemplo, la de esta columna. No porque me pese o me canse, sino para relajar a las neuronas, sin forzarlas a buscar tema cada día, a plantearse el tono y la forma del artículo, etcétera.

 

Cuando ocurre una atrocidad como la de Barcelona, cada persona reacciona de forma distinta. Quienes llevamos el veneno de la literatura en las venas, necesitamos exorcizar nuestros demonios, descomprimir y expulsar el miedo, el asco y la rabia a través de la escritura.

 

Escribir una columna diaria es tanto una gozada, créanme, como una responsabilidad. Publicar todos los días en IDEAL, además de ser un privilegio, es un desafío constante a la creatividad que me obliga a estar atento a la realidad, a leer mucho, a hablar más, a preguntar, buscar, estudiar, recordar, consultar, investigar… Que rellenar de palabras con sentido esta cajetilla, todos los días, no es fácil.

 

Dado que, como ya les conté, este año no puedo viajar, había pensado marcarme un Cifuentes y seguir escribiendo esta columna todo el verano, que no hay nada más retador y apasionante. La luctuosa y trágica actualidad, además, así parece exigirlo.

 

Sin embargo, a agosto aún le quedan dos semanas largas y la mente me pide relajo y abandono; descanso y desconexión, entregarse a la molicie y rendirse al tiempo espontáneo: hacer lo que le dé la gana según el momento, sin compromisos ni obligaciones.

 

Días para seguir la actualidad de cerca, pero también para mantenerme un poco alejado de todo y para leer mucho, tratando de encontrar respuestas a los desafíos del futuro inmediato. Nos reecontramos en septiembre. ¡Cuídense!

 

Jesús Lens