CORRIENDO DESDE LA BARRERA

El domingo estuvimos corriendo en Alhama. ¡Cómo me gusta utilizar el plural cuando hablamos de correr, el ejercicio individual por antonomasia!

Abel, José Antonio, Javi, Roberto, Cristian, José Manuel, Mario, Paco el Compae, José María, Paco Pepe, Edu, Jose… todos ellos son ya rostros reconocibles, palabras amables y sonrisas sinceras, cada dos semanas, en distintos puntos de nuestra geografía más cercana. De Armilla a Baza, de Alhama a Albolote… van cayendo las pruebas del Circuito de Fondo de Diputación y cada domingo es mejor, más agradable, más agradecido que el anterior.

Javi, José Manuel y un servidor, calentando en Alhama.

En Alhama hizo mucho calor y su circuito, unos once kilómetros y medio, fue duro y exigente. Tenía tres cuestas de padre y muy señor mío, que nos hicieron perder el resuello y tensar al máximo, desbocándonos el corazón.

El caso es que, aún partiendo de posiciones rezagadas, fui adelantando a mucha gente, siguiendo la estela de un José Antonio que, como él mismo cuenta en una memorable entrada de su Diario de un Corredor, afrontó la carrera de forma tranquila y conservadora, al guardar (mal) recuerdo de la misma.


Arrastrándome por las calles de Loja. Creo.

En la primera cuesta, de más de un kilómetro de longitud, me encontré fuerte. Hasta llegué a coger a Jose, en un pique contra mí mismo que me encantó ganar. Sin embargo, el descenso me cobró factura. Las rodillas y los tendones me ardían. Bebí agua desesperadamente y afronté la siguiente subida con menos ganas. Empezaron a pasarme colegas atletas a los que había adelantado en la primera cuesta.

Y, sin embargo, dónde me desinflé fue en la vertiginosa bajada que nos conducía de nuevo a Alhama. Al contrario que el célebre personaje televisivo… ¡¡¡cómo sentía las piernas!!! Demasié.

En la plaza del pueblo, Javi y yo seguimos los consejos de Abel y metimos las piernas en la fuente de agua bien fría, para expulsar la sangre acumulada y repartirla, de nuevo, por el resto del cuerpo. Nos rehidratamos con un par de birras frescas, intercambiando opiniones con el resto de amigos y corredores, algunos de los cuáles no tuvieron agua en mitad del recorrido. Esta vez no me pude quedar a compartir unas Verdes. Tenía maldita la prisa, siempre corriendo.

Con Javi y Abel, en la previa de Alhama.

Después, en casa, me lamentaba por no haber sido capaz de mantener el ritmo de carrera durante los dos últimos kilómetros, culpándome por no haber bajado de peso y por no haber entrenado más duro. Lo hablaba con Álvaro (al que ya se le ha terminado la temporada de baloncesto y, por fin, ha vuelto a las carreras) por teléfono y él, fiel a esa sabiduría ancestral que siempre le acompaña, me preguntaba:

– ¿Dónde estás ahora?
– Sentado en la terraza de casa.
– Ya duchado y después de haberte bebido un litro de agua ¿verdad?
– Pues sí.
– Es que se ven muy bien, los toros, desde la barrera.

Es verdad. Una vez que terminamos una carrera, siempre nos da por pensar que podríamos haber apretado más el paso, haber aguantado el ritmo de un colega, haber atacado más fuerte… Y lo importante no es eso. Lo importante es presentarte, dentro de dos semanas, en La Zubia, en la carrera de la Amistad, a dejarte la piel en el asfalto, compartiendo con cientos de atletas vocacionales una afición común. Soñaremos con los presumiblemente brutales 18 kilómetros alpujarreños, o con la media maratón del melocotón, pensando en hacerlo un poco mejor que la vez anterior.

Y, ahora sí, tenemos que empezar a plantearnos, de forma seria, el asalto a la prueba que, de terminarla, te consagra como fondista acreditado y reconocido. Sí. Hablamos de los 42 kilómetros y 195 metros. Hablamos de la maratón. ¿Será en Sevilla? ¿Será en Valencia? ¿Será la MAPOMA de Madrid?

MAPOMA. Hemos de dar la enhorabuena a dos compañeros de ese grupo de amigos de Las Verdes, Víctor y Antonio, que el domingo entraron en la leyenda, al terminar su primera participación en la Maratón Popular de Madrid con unos tiempos esplendorosos. José Antonio y Mario ya lo hicieron.

Corredor Zen

Ahora, el reto es para Abel, para los dos Javis, para Álvaro y, por supuesto, para este jamelgo trotón cada día más picado por las suelas y el asfalto, las largas distancias y el sencillo ejercicio del, paso a paso, correr siempre. Seguir corriendo.

Jesús Lens.

PD.- Mis tres fotos son cortesía de Granadafotosfondo. ¡Muchas gracias, colegas!