Dennis Lehane noquea con su ‘Golpe de gracia’

Se me hace extraño, tan a principios de año, haber leído ya el que tiene todas las papeletas para ser El Libro de 2024. Es como si en el sorteo de la lotería de Navidad, las niñas de San Ildefonso cantaran el Gordo a las 9.05 am.

Y es que Dennis Lehane ha vuelto. Y lo ha hecho a lo grande. ‘Golpe de gracia’, publicada por la editorial Salamandra, conecta con las dos grandes obras maestras del autor: la monumental ‘Cualquier otro día’ y la icónica ‘Mystic River’. ¡Ahí es nada!

Estos días me he convertido en un peligro social: me cruzo con alguien, nos saludamos y, a nada que haya una mínima complicidad lectora, le asalto sin conmiseración: “¿has leído ‘Golpe de gracia’? Pues ya tardas. Lehane ha vuelto a ‘Mystic River’. A su ambiente. A sus personajes. A su estética. A su atmósfera”.

No. No es una continuación, una secuela, un spin off ni nada por el estilo. ‘Golpe de gracia’ es una novela radicalmente independiente que transcurre en la tensa ciudad de Boston durante el verano de 1974. La ciudad está a punto de inflamarse en llamas: un juez ha dictaminado que el alumnado de los barrios negros tiene que ir a institutos de los barrios blancos. Y viceversa. Barrios como Southie, pobre y depauperado, con sus viviendas sociales, escasas dotaciones y vecinos conflictivos. Y eso sí que no. Serán pobres, pero al menos son blancos. Dicen. Orgullo de raza, manifiestan.  

No es fácil vivir en Southie, donde “quedarse en casa significa oler la comida de los vecinos a través de las paredes, oír sus peleas, sus folleteos, sus cisternas, lo que escuchan en sus radios y tocadiscos, lo que ven en la televisión. A veces jurarías que puedes olerlos: su olor corporal, su aliento a cigarrillo, el hedor de sus pies hinchados”. Por eso, la vida se hace en las calles. Y las calles son duras. La mafia irlandesa, y tal. Las drogas. Y las peleas. “O eres de los que se quedan a luchar o de los que corren a esconderse, y a los que se esconden siempre acaban encontrándolos”. 

Un barrio de gente dura. Como Kenny Fennessy. “Si te metías con él más te valía llevar contigo a tres colegas, porque no paraba de pelear hasta que intervenía un forense”. Así se las gastan en Southie y así lo cuenta Lehane. 

La protagonista de ‘Golpe de gracia’ es Mary Pat, una mujer dura y aguerrida que perdió a un hijo en la guerra de Vietnam. Pero le queda una hija, Jules. “Es alta y atlética, con el pelo largo y liso, y rojo como una manzana. Todo en ella es suave y femenino, y sabe que le romperán el corazón igual que un minero sabe que tarde o temprano le diagnosticarán pulmón negro”. Una noche, Jules sale de casa. A la mañana siguiente, aún no ha vuelto. Mary Pat se preocupa lo justo. Se habrá quedado a dormir en casa de una amiga. Hace unas llamadas.

A la vez, una noticia que nada tiene que ver: un joven negro ha muerto en una estación, arrollado por un tren. Se inicia una investigación. La tensión crece. El ambiente se caldea. Hace calor, los nervios están a flor de piel. Se preparan manifestaciones para el comienzo de curso, que se prevé movido.

Lo dejo aquí. De momento. Que Volveré a leer ‘Golpe de gracia’. Es una descomunal obra maestra en la que la brutal y lírica prosa negra Dennis Lehane refulge como el sol… en mitad de un eclipse.

Jesús Lens

2024: un año dedicado a David Lynch

Cambiar de año seriéfilo volviendo a ver por ¿cuarta? ¿quinta? vez la primera temporada de ‘Twin Peaks’ es toda una declaración de intenciones. Y es que 2024, mi 2024, va a estar dedicado a David Lynch, así se lo digo. ¿Por qué? Porque sí. Porque me gusta y porque me apetece. Porque me da la gana, vamos.

Me lo he puesto como propósito de Año nuevo, dentro de un objetivo más global: ver 250 películas. Terminé 2023 con 200 y pienso que es una meta realizable, aunque también habrá que ver alguna serie, digo yo. Y por terminar con los propósitos culturetas: dado que acabé leyendo unos 80 libros y 200 cómics, este año bisiesto me voy a conjurar para llegar a los 365. Ea. Que no se diga que no somos ambiciosos.

Y es que vergüenza me da la acumulación de novelas y tebeos pendientes de leer que tengo, repartidos por estanterías, mesas, sillas, brazos de sofá, aparadores y hasta por el suelo. Más que aficionado, letraherido, coleccionista o comprador compulsivo, tengo la sensación de ser un miserable acaparador. Y eso no puede ser. Así que, a leer se ha dicho. 

Por ejemplo, ‘Espacio para soñar’, el tochaco escrito por el propio David Lynch y Kristine McKenna, publicado por Reservoir Books. “Una mirada insólita a la vida personal y creativa del cineasta David Lynch a través de sus propias palabras y las de sus colegas más próximos, amigos y parientes”. Así se presenta este monumental y prometedor libro de más de 700 páginas.

Además, tengo otros diez libros o así sobre Lynch, dedicados a su serie de cabecera y a sus diferentes películas. Incluso a las jamás filmadas. Y discos. Y Funkos y otras figuritas. Y una recopilación de Fan Art. ¡Hasta un cuadro exclusivo, pintado por la artista Irene Sánchez Moreno, titulado ‘Tarta de cerezas’!

Por muy fordiano, hawksiano y hitchcockiano que uno sea, David Lynch es el director que más fascinación me provoca. Y tensión, ansiedad y desconcierto. Y frustración también, a qué engañarnos. Así que vamos a dedicarle todo 2024 a su obra, alternando el ver y el mirar con el leer y escuchar. Y con darle al pico, si ustedes se animan. Ya veremos cómo y de qué manera.

Les confesaré que volví a llorar durante el primer y desgarrador primer episodio de ‘Twin Peaks’, cuando ‘informan’ a la madre de Laura Palmer de que su hija ha muerto. Y en la secuencia del instituto, terrible y desgarradora. Pero acto seguido no puedes evitar reírte con las ocurrencias del agente Cooper. O con la candidez de Andy. Y amar el café por encima de (casi) cualquier otra cosa. Y a Audrey, claro. Porque en ‘Twin Peaks’ está todo y cuantas más veces la ves, más detalles le encuentras y más la disfrutas.

El año pasado ya volví a ver ‘Terciopelo azul’ y ‘Corazón salvaje’. La primera es una de mis películas favoritas del mundo mundial. La amo sin medida y con pasión. Con la road movie protagonizada por Nicholas Cage y Laura Dern, sin embargo, conviene rebajar los estándares de exigencia de calidad y dejarse envolver por lo malsano de su tercio final. Bobby Perú y tal. Y por las secuencias de carretera. Y por la chaqueta de piel de septiembre.

         

En fin. Que este 2024 me voy a entregar a David Lynch. Y a los estudios sobre su obra, aunque termine por no entender nada. Y es que así se abre ‘Espacio para soñar’: “Se trata de una crónica de los hechos sucedidos, no una explicación de lo que significan tales hechos”. 

Jesús Lens    

Cómics noir para quedar como un Rey

Tenía muchas ganas de felicitarles el año nuevo haciendo un repaso por algunas de las novelas negras y policíacas más esperadas para 2024, que tenemos novedades apasionantes. Por ejemplo, Dennis Lehane: he tenido la suerte de leer ya ‘Golpe de gracia’ y les puedo avanzar que está a la altura de ‘Mystic River’. También Eduardo Mendoza y Alicia Giménez Bartlett, que regresa con una nueva entrega de Petra Delicado. 

Pero como es 3 de enero y lo mismo navega usted en un mar de dudas y zozobras sobre qué regalar a ese amigo suyo tan aficionado al noir y que, además lee cómics, aquí van tres recomendaciones que le harán quedar como el mismísimo Baltasar, nuestro Rey Mago favorito. 

Empecemos por ‘Al Capone’, el biopic del gángster por excelencia que acaba de publicar Norma Editorial y que es una auténtica pasada. De Capone podría uno pensar que lo sabe todo, después de ver tantas películas y leer tantas novelas. Pero no. Cuando te sumerges en la magna obra de S. Meralli y PF Radice te das cuenta de que te quedaba mucho por conocer, desde sus inicios en Nueva York al atentado que le dejó marcada la cara y cuyas cicatrices conllevaron el mítico apodo de Scarface, Cara Cortada. 

La Ley Seca, el ascenso al poder de Capone y, después, su decadencia. Todo ello contado en un diálogo ¿ficticio? con su madre, ante la que trata de justificarse. Y es que no era fácil ser italiano de los Estados Unidos de hace un siglo. Ni ser irlandés. De hecho, no era fácil ser. Y punto. Capone fue un tipo violento y aguerrido al que no le tembló el pulso a la hora de… ustedes ya saben. O no. Lean, lean ‘Al Capone’ para profundizar en la figura de un tipo ‘bigger than life’ a través de una narración muy visual que, además de en los personajes, se fija en el paisaje urbano de las grandes metrópolis norteamericanas, Chicago sobre todo. 

Aprovechen también para regalar ‘El bar de Joe’, la magna recopilación que ha hecho Salamandra Graphics de las historias más ‘etílicas’ de José Muñoz y Carlos Sampayo. El garito regentado por Joe era el favorito de un personaje totémico del cómic más negro y criminal, el muy existencialista Alack Sinner, protagonista de su propio álbum integral, igualmente publicado por Salamandra Graphics e igualmente esencial. Y como era un establecimiento con tanta personalidad, en el que pasaban tantas cosas y por el que pasaban tantos personajes, Muñoz y Sampayo le dedicaron diferentes historias, más o menos cortas, pero siempre intensas y cargadas de amistad y traición; amor y muerte.

El agresivo blanco y negro de Muñoz, al que tuvimos hace unos años en Granada Noir, representa un mundo onírico y noctámbulo en el que se dan la mano los personajes más improbables, marginales y atractivos que imaginarse pueda. 

Y de la misma editorial, que todo lo que publica es una selecta exquisitez, máxima atención a ‘Dispararon al pianista’, subtitulado como ‘Una novela gráfica de Fernando Trueba y Javier Mariscal’, ahí es nada. Se trata de la adaptación a cómic de la homónima y animada película del binomio Trueba-Mariscal, padres de ‘Chico & Rita’.

En clave de thriller, cuenta la investigación que emprende un periodista musical norteamericano para encontrar el rastro de un misterioso pianista brasileño de bossa nova: Francisco Tenorio Jr. ¿Le suena? A mí tampoco. Hasta ahora.

No les avanzo nada más de la historia. Sólo les recomiendo que se hagan con el álbum, monumental, publicado en tamaño XXL, para espectacular lucimiento del talento de Mariscal.

Jesús Lens

‘La Babilonia, 1580’, libertad con ira

Contundente. Es muy contundente. Lo que más me gusta de la novela más reciente de Susana Martín Gijón es que no se va por las ramas: sus personajes son los que son, sin medias tintas. Al que le gusten, bien, y al que no… pues también. Casi que mejor. Eso significa que ‘La Babilonia, 1580’, publicada por la editorial Alfaguara, no provoca indiferencia. 

Tengo muchas ganas de escuchar esta tarde a la aguerrida estirpe lectora que conforma Uno de los nuestros, el Club de Lectura y Cine de Granada Noir. Nos toca reunión mensual en Librería Picasso y espero que sea movida. Porque la novela en cuestión tiene miga, mucha miga. 

Las dos protagonistas principales de la novela son Damiana, una puta, y sor Catalina, una monja. Ambas viven en Sevilla, en mundos que deberían estar alejados. Pero aquella ciudad, también de los prodigios en pleno siglo XVI, permitía que el prostíbulo más famoso del momento lindara con un convento.

Las dos caras de una misma moneda: las mujeres de la época tenían pocas oportunidades para ser libres si no querían depender de un hombre vía matrimonial. Aunque sometida a normas y obligaciones, invisibilizada, el convento le permitió a Catalina leer y formarse, acceder a los libros y a la cultura. “Para la mayoría de las hermanas, la sencillez está reñida con el saber, que sólo lleva a la soberbia, pecado tan propio de poetas e intelectuales. Sin embargo, para la priora el convento debiera ser un centro de erudición y creatividad femeninos, como lo es tantas veces en el caso de los varones”, escribe la autora, que defiende el legado de Santa Teresa de Jesús.  

La prostitución, por su parte, es la única fórmula al alcance de la indómita Damiana para no tener que darle explicaciones a nadie de lo que hace con su vida. “Vendo mi cuerpo, amigo. Mi alma es pedirme demasiado”, dirá en un momento dado.  

Más allá del trasfondo histórico, perfectamente documentado por la autora sin que la erudición pese en la narración o lastre la lectura, pero haciéndola vívida y palpitante; la acción tiene que ver con un barco, la Soberbia, que debe capitanear la flota con destino a las Indias. Todo parece ir bien en su puesta a punto. Hasta que un mal día, su mascarón de proa aparece crudamente violentado con el pellejo de una mujer, literalmente hablando. Entonces se desencadenarán todas las supersticiones. 

Hay más personajes importantes, como el líder de la flota, un curtido marino con mucha(s) historia(s) a cuestas, y un joven grumete que hará lo posible, y casi lo imposible, por enrolarse. Está el inversor-capitalista, caballero veinticuatro. Y está ella, temible siempre: la Inquisición. “Quien condena a las brujas no es el demonio, sino los tuyos”, leeremos en un momento dado. Sabido es que, históricamente, a las mujeres que trataban de salirse de la senda marcada y, por ejemplo, hacían por curar a sus semejantes, se las tildaba de eso, de brujas. Y como tales se las trataba. 

Y nos queda la travesía, claro. Porque ‘La Babilonia, 1580’ trufa el noir histórico con la novela de aventuras pura y dura. Y no hay mayor aventura que hacerse a las aguas del Océano Atlántico en un barco de vela para enfrentarse a los elementos. Y a los hombres, que en alta mar, las tempestades humanas pueden ser peores que las meteorológicas. Me dejo en el tintero la trama africana. Y la del machito. Y la de… Porque son muchas las historias que cuenta Susana Martín Gijón en esta gran novela. 

Jesús Lens

Un cómic del que sales diferente

Al hablar de novelas, películas o cómics que me han gustado sobremanera, procuro ser extremadamente cauto a la hora de tildarlos como ‘imprescindibles’. Por dos razones. La primera, por pudor. En esta vida, imprescindible es comer, beber, vestirse y tener un techo bajo el que cobijarse. A partir de ahí…

Y luego está el prurito intelectualoide. Oyes que la última película de Fulanito es imprescindible para comprender el mundo de hoy o que el ensayo más reciente de Menganito es esencial para descubrir la verdadera naturaleza de… ¡Qué pereza, oigan!

Dicho lo cuál, permítanme que me contradiga. Primero, porque estoy convencido de que el arte sí es necesario, básico y esencial. Lo he dicho otras veces: una vez cubiertas nuestras necesidades básicas y dado que tenemos la suerte de haber nacido en una sociedad desarrollada del primer mundo; despreciar la inmensa oferta cultural que tenemos a nuestro alcance debería estar penado por la ley. 

Y segundo porque sí hay manifestaciones artísticas que podemos tildar de ‘imprescindibles’. Para mí, imprescindibles son esos libros, películas, pinturas o partituras que, cuando terminas de leerlos, verlas o escucharlas, además de haber disfrutado, eres diferente. Porque el arte, el bueno, tiene capacidad transformadora, individual y colectiva. 

Sirva este larguísimo preámbulo para decir que un cómic, ‘El cielo en la cabeza’, de Sergio García, Antonio Altarriba y Lola Moral, publicado por Norma Editorial, reúne esas características. Además de ser una genialidad, sales diferente de sus páginas. No eres la misma persona antes y después de leerlo. Cuenta la historia de un niño, Nivek, que trabaja como esclavo en una mina de coltán, en Congo, y el largo viaje que emprende en busca de la libertad. 

Nivek representa a todos esos millones de personas que, en este momento, vagan por el mundo huyendo de la guerra, el hambre, la sed y la miseria. Son los protagonistas de La Odisea del siglo XXI y García, Altarriba y Moral han contado su(s) historia(s) con todo lujo de detalles. Que no sólo lo digo yo, ojo. Lo dice la mismísima Asociación de Críticos y Periodistas de Cómic francesa, que acaba de concederle al álbum su prestigioso, preciado y codiciado Gran Premio de la Crítica a este “retrato sin concesiones del lado oscuro de la humanidad”.

Parafraseando a Walt Whitman, ‘El cielo en la cabeza’ contiene multitudes, en todos los sentidos de la expresión. Si aún no lo tienen, ¿a qué esperan?

Jesús Lens