2024: un año dedicado a David Lynch

Cambiar de año seriéfilo volviendo a ver por ¿cuarta? ¿quinta? vez la primera temporada de ‘Twin Peaks’ es toda una declaración de intenciones. Y es que 2024, mi 2024, va a estar dedicado a David Lynch, así se lo digo. ¿Por qué? Porque sí. Porque me gusta y porque me apetece. Porque me da la gana, vamos.

Me lo he puesto como propósito de Año nuevo, dentro de un objetivo más global: ver 250 películas. Terminé 2023 con 200 y pienso que es una meta realizable, aunque también habrá que ver alguna serie, digo yo. Y por terminar con los propósitos culturetas: dado que acabé leyendo unos 80 libros y 200 cómics, este año bisiesto me voy a conjurar para llegar a los 365. Ea. Que no se diga que no somos ambiciosos.

Y es que vergüenza me da la acumulación de novelas y tebeos pendientes de leer que tengo, repartidos por estanterías, mesas, sillas, brazos de sofá, aparadores y hasta por el suelo. Más que aficionado, letraherido, coleccionista o comprador compulsivo, tengo la sensación de ser un miserable acaparador. Y eso no puede ser. Así que, a leer se ha dicho. 

Por ejemplo, ‘Espacio para soñar’, el tochaco escrito por el propio David Lynch y Kristine McKenna, publicado por Reservoir Books. “Una mirada insólita a la vida personal y creativa del cineasta David Lynch a través de sus propias palabras y las de sus colegas más próximos, amigos y parientes”. Así se presenta este monumental y prometedor libro de más de 700 páginas.

Además, tengo otros diez libros o así sobre Lynch, dedicados a su serie de cabecera y a sus diferentes películas. Incluso a las jamás filmadas. Y discos. Y Funkos y otras figuritas. Y una recopilación de Fan Art. ¡Hasta un cuadro exclusivo, pintado por la artista Irene Sánchez Moreno, titulado ‘Tarta de cerezas’!

Por muy fordiano, hawksiano y hitchcockiano que uno sea, David Lynch es el director que más fascinación me provoca. Y tensión, ansiedad y desconcierto. Y frustración también, a qué engañarnos. Así que vamos a dedicarle todo 2024 a su obra, alternando el ver y el mirar con el leer y escuchar. Y con darle al pico, si ustedes se animan. Ya veremos cómo y de qué manera.

Les confesaré que volví a llorar durante el primer y desgarrador primer episodio de ‘Twin Peaks’, cuando ‘informan’ a la madre de Laura Palmer de que su hija ha muerto. Y en la secuencia del instituto, terrible y desgarradora. Pero acto seguido no puedes evitar reírte con las ocurrencias del agente Cooper. O con la candidez de Andy. Y amar el café por encima de (casi) cualquier otra cosa. Y a Audrey, claro. Porque en ‘Twin Peaks’ está todo y cuantas más veces la ves, más detalles le encuentras y más la disfrutas.

El año pasado ya volví a ver ‘Terciopelo azul’ y ‘Corazón salvaje’. La primera es una de mis películas favoritas del mundo mundial. La amo sin medida y con pasión. Con la road movie protagonizada por Nicholas Cage y Laura Dern, sin embargo, conviene rebajar los estándares de exigencia de calidad y dejarse envolver por lo malsano de su tercio final. Bobby Perú y tal. Y por las secuencias de carretera. Y por la chaqueta de piel de septiembre.

         

En fin. Que este 2024 me voy a entregar a David Lynch. Y a los estudios sobre su obra, aunque termine por no entender nada. Y es que así se abre ‘Espacio para soñar’: “Se trata de una crónica de los hechos sucedidos, no una explicación de lo que significan tales hechos”. 

Jesús Lens    

‘La Babilonia, 1580’, libertad con ira

Contundente. Es muy contundente. Lo que más me gusta de la novela más reciente de Susana Martín Gijón es que no se va por las ramas: sus personajes son los que son, sin medias tintas. Al que le gusten, bien, y al que no… pues también. Casi que mejor. Eso significa que ‘La Babilonia, 1580’, publicada por la editorial Alfaguara, no provoca indiferencia. 

Tengo muchas ganas de escuchar esta tarde a la aguerrida estirpe lectora que conforma Uno de los nuestros, el Club de Lectura y Cine de Granada Noir. Nos toca reunión mensual en Librería Picasso y espero que sea movida. Porque la novela en cuestión tiene miga, mucha miga. 

Las dos protagonistas principales de la novela son Damiana, una puta, y sor Catalina, una monja. Ambas viven en Sevilla, en mundos que deberían estar alejados. Pero aquella ciudad, también de los prodigios en pleno siglo XVI, permitía que el prostíbulo más famoso del momento lindara con un convento.

Las dos caras de una misma moneda: las mujeres de la época tenían pocas oportunidades para ser libres si no querían depender de un hombre vía matrimonial. Aunque sometida a normas y obligaciones, invisibilizada, el convento le permitió a Catalina leer y formarse, acceder a los libros y a la cultura. “Para la mayoría de las hermanas, la sencillez está reñida con el saber, que sólo lleva a la soberbia, pecado tan propio de poetas e intelectuales. Sin embargo, para la priora el convento debiera ser un centro de erudición y creatividad femeninos, como lo es tantas veces en el caso de los varones”, escribe la autora, que defiende el legado de Santa Teresa de Jesús.  

La prostitución, por su parte, es la única fórmula al alcance de la indómita Damiana para no tener que darle explicaciones a nadie de lo que hace con su vida. “Vendo mi cuerpo, amigo. Mi alma es pedirme demasiado”, dirá en un momento dado.  

Más allá del trasfondo histórico, perfectamente documentado por la autora sin que la erudición pese en la narración o lastre la lectura, pero haciéndola vívida y palpitante; la acción tiene que ver con un barco, la Soberbia, que debe capitanear la flota con destino a las Indias. Todo parece ir bien en su puesta a punto. Hasta que un mal día, su mascarón de proa aparece crudamente violentado con el pellejo de una mujer, literalmente hablando. Entonces se desencadenarán todas las supersticiones. 

Hay más personajes importantes, como el líder de la flota, un curtido marino con mucha(s) historia(s) a cuestas, y un joven grumete que hará lo posible, y casi lo imposible, por enrolarse. Está el inversor-capitalista, caballero veinticuatro. Y está ella, temible siempre: la Inquisición. “Quien condena a las brujas no es el demonio, sino los tuyos”, leeremos en un momento dado. Sabido es que, históricamente, a las mujeres que trataban de salirse de la senda marcada y, por ejemplo, hacían por curar a sus semejantes, se las tildaba de eso, de brujas. Y como tales se las trataba. 

Y nos queda la travesía, claro. Porque ‘La Babilonia, 1580’ trufa el noir histórico con la novela de aventuras pura y dura. Y no hay mayor aventura que hacerse a las aguas del Océano Atlántico en un barco de vela para enfrentarse a los elementos. Y a los hombres, que en alta mar, las tempestades humanas pueden ser peores que las meteorológicas. Me dejo en el tintero la trama africana. Y la del machito. Y la de… Porque son muchas las historias que cuenta Susana Martín Gijón en esta gran novela. 

Jesús Lens

Doble o nada: dos por el precio de uno

Una apasionante lectura, encadenada a una adictiva serie de televisión, me sitúa frente a la figura del doble, una de mis favoritas desde los tiempos del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El libro se titula ‘La poeta y el asesino’, es un increíble true crime y lo publica Impedimenta, por lo que su lectura resulta atractiva ya desde el tacto, que no hay libros con mejor textura que los de esta editorial, ganadora del Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial de 2008. (Aquí, más de mis True Crime imprescindibles).

Simon Worral es un periodista y aventurero que, cuando no está cabalgando con los gauchos de la Pampa o entregado a la recolección de ostras con los inuit, se une al FBI en la búsqueda de un Rembrandt robado o rastrea una de las falsificaciones más famosas de la historia de la literatura: un poema de Emily Dickinson, que es lo que cuenta el libro del que hablamos. 

Ya sabemos quién es la poeta del título del libro. ¿Y el asesino? No se preocupen, que su nombre se sabe desde el mismo arranque de la historia: Mark Hofmann. ¿Les suena? Posiblemente no. Yo, al menos, no tenía ni idea de su historia. Hablamos de un hábil falsificador. Y no sólo de documentos. Se trata de un miembro de la iglesia mormona que, con su actividad, trataba de poner en solfa sus mismísimos fundamentos. ¡Ahí es nada! El cómo y el por qué, en ‘La poeta y el asesino’, un libro que mezcla la historia de la literatura con las subastas, las falsificaciones, la sangre, la violencia más inopinada y la religión. Mientras leía este libro no podía dejar de recordar ‘El adversario’, la perturbadora obra maestra de Emmanuel Carrère. 

Y luego está lo de Eliseo. A Eliseo sí es más probable que le conozcan, que le encontramos en Disney. En ese caso, ya sabrán que con Eliseo no se jode, como reza el cartel de ‘El encargado’ una desopilante serie en la que el protagonista absoluto es un Guillermo Francella en estado de gracia. 

Eliseo es el encargado de un edificio de alto standing de Buenos Aires en el que vive gente de posición desahogada. Dentro del consorcio, todo el mundo conoce a Eliseo y Eliseo conoce a todo el mundo. Probablemente, mucho más en profundidad de lo que a la mayoría le gustaría. 

Desde el arranque del primer capítulo conoceremos a ese Eliseo que es uno y dúo. Lo constatarán a nada que se fijen en los títulos de crédito. Y es que no hay sonrisa como la de Eliseo. Si quieren descubrir a un mago de la impostura y la simulación, dense una vuelta por donde Eliseo. Eso sí: una vez que le conozcan, ya no hay vuelta atrás. ¡Eliseo siempre en nuestro equipo!

La serie está creada, escrita, dirigida y producida por dos tipos talentosos con una sólida carrera a sus espaldas: Mariano Cohn y Gaston Duprat. Suyas son, por ejemplo, películas como ‘El ciudadano ilustre’ o ‘Competencia oficial’, con Penélope Cruz y Antonio Banderas. Y otra serie excelente, ‘Nada’, igualmente en Disney, ésta de temática gastronómica y que también les recomiendo aunque no sea negra.

No es que ‘El encargado’ sea un thriller precisamente, pero el retrato que hace de Eliseo nos sitúa frente a nuestras propias contradicciones. Por la sociedad del control que, con la excusa de la seguridad, estamos construyendo. Eso y la falta de valores, ética y moral. Esto último no va por nuestro héroe, precisamente. O sí. ¿Quién sabe? Y es que detrás de su franca sonrisa, hay tantas caras en el gran Eliseo…

Jesús Lens

Un cómic del que sales diferente

Al hablar de novelas, películas o cómics que me han gustado sobremanera, procuro ser extremadamente cauto a la hora de tildarlos como ‘imprescindibles’. Por dos razones. La primera, por pudor. En esta vida, imprescindible es comer, beber, vestirse y tener un techo bajo el que cobijarse. A partir de ahí…

Y luego está el prurito intelectualoide. Oyes que la última película de Fulanito es imprescindible para comprender el mundo de hoy o que el ensayo más reciente de Menganito es esencial para descubrir la verdadera naturaleza de… ¡Qué pereza, oigan!

Dicho lo cuál, permítanme que me contradiga. Primero, porque estoy convencido de que el arte sí es necesario, básico y esencial. Lo he dicho otras veces: una vez cubiertas nuestras necesidades básicas y dado que tenemos la suerte de haber nacido en una sociedad desarrollada del primer mundo; despreciar la inmensa oferta cultural que tenemos a nuestro alcance debería estar penado por la ley. 

Y segundo porque sí hay manifestaciones artísticas que podemos tildar de ‘imprescindibles’. Para mí, imprescindibles son esos libros, películas, pinturas o partituras que, cuando terminas de leerlos, verlas o escucharlas, además de haber disfrutado, eres diferente. Porque el arte, el bueno, tiene capacidad transformadora, individual y colectiva. 

Sirva este larguísimo preámbulo para decir que un cómic, ‘El cielo en la cabeza’, de Sergio García, Antonio Altarriba y Lola Moral, publicado por Norma Editorial, reúne esas características. Además de ser una genialidad, sales diferente de sus páginas. No eres la misma persona antes y después de leerlo. Cuenta la historia de un niño, Nivek, que trabaja como esclavo en una mina de coltán, en Congo, y el largo viaje que emprende en busca de la libertad. 

Nivek representa a todos esos millones de personas que, en este momento, vagan por el mundo huyendo de la guerra, el hambre, la sed y la miseria. Son los protagonistas de La Odisea del siglo XXI y García, Altarriba y Moral han contado su(s) historia(s) con todo lujo de detalles. Que no sólo lo digo yo, ojo. Lo dice la mismísima Asociación de Críticos y Periodistas de Cómic francesa, que acaba de concederle al álbum su prestigioso, preciado y codiciado Gran Premio de la Crítica a este “retrato sin concesiones del lado oscuro de la humanidad”.

Parafraseando a Walt Whitman, ‘El cielo en la cabeza’ contiene multitudes, en todos los sentidos de la expresión. Si aún no lo tienen, ¿a qué esperan?

Jesús Lens

La isla del tesoro noir

Estos días hemos fallado el IV Premio ‘Paco Camarasa’ de novela negra y la ganadora ha sido ‘Buenos tiempos’, de Victoria González Torralba. Se trata de una maravillosa historia de iniciación a caballo entre el noir y las aventuras. 

El galardón fue creado en 2020 para reconocer talentos emergentes y, en esta nueva edición, amplía su propósito original para premiar la novela negra del año 2023. El jurado está constituido por los responsables de nueve festivales punteros de nuestro país: Aragón Negro, BCNegra, Las Casas Ahorcadas de Cuenca, Getafe Negro, Semana Negra de Gijón, Granada Noir, Pamplona Negra, el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca y Valencia Negra

‘Buenos tiempos’ de Victoria González Torralba, publicada por la editorial Siruela, retrata la España de los años 70, en pleno despertar turístico. Un siniestro hallazgo en un pueblo de la costa mediterránea transforma a Laura, la involuntaria protagonista, en la investigadora de una trama donde acecha una galería de inquietantes personajes. El jurado ha destacado “la indiscutible calidad y fuerza literaria de la novela, que, desde lo cotidiano y una sensibilidad narrativa plena de autenticidad, narra una trama sólida muy alejada de giros efectistas”. ‘Buenos tiempos’ representa “un soplo de aire fresco dentro del panorama de la literatura negra nacional, con una atmósfera intimista y una originalidad que abre puertas en el género y dota al texto de capacidad de perdurar”.

Hay un homenaje en esta historia a las clásicas narraciones de aventuras, incluyendo un garito imposible de olvidar en el que podrían haberse citado piratas con parche en el ojo y pata de palo para estudiar el mapa de la isla de la Tortuga donde se oculta un tesoro de valor incalculable. La clave de la novela: la contradictoria relación de la protagonista con los diferentes personajes con los que le toca relacionarse, más o menos voluntariamente.  

‘Buenos tiempos’ es la segunda novela de la autora tras la publicación de ‘Llámame Méndez’ con la editorial Planeta, una precuela de la serie del famoso inspector creado por su padre, el mítico escritor Francisco González Ledesma. 

Junto al libro premiado, optaban a este galardón otros tres títulos finalistas de los que hemos hablado ya en esta sección: ‘Crisanta’ de Juan Ramón Biedma, ‘Hontoria’ de Juan Carlos Galindo y ‘La ley del padre’ de Carlos Augusto Casas. Cuatro excelentes libros que son buena prueba del nivelazo y la variedad temática y estilística de la novela negra española contemporánea.   

Victoria González Torralba (Barcelona, 1966), licenciada en Ciencias de la Información, ha desarrollado su trayectoria profesional en diferentes publicaciones, principalmente en revistas culturales, femeninas y de viajes. “Recibir el premio Paco Camarasa me hace tremendamente feliz”, declaró tras el anuncio. “A la satisfacción que supone que la novela reciba un reconocimiento como éste se añade una gran carga emocional para mí: que el nombre de Paco Camarasa quede vinculado a ‘Buenos Tiempos’ me conmueve profundamente. Era imposible conocer a Paco y no quererlo”, explica.

Además de reconocer el trabajo de la ganadora, se pretende seguir honrando la memoria del librero valenciano Paco Camarasa, que regentó durante 12 años la librería ‘Negra y criminal’ en la Barceloneta. Camarasa puso al alcance del público las mejores novelas de género negro, tanto nacionales como internacionales, dirigió durante su consolidación el festival Barcelona Negra y luchó por descubrir nuevos talentos, muchos de los cuales apadrinó en su librería.

El premio, que no tiene dotación económica y reviste carácter anual, también persigue el objetivo de impulsar la carrera literaria del galardonado. Por ello, un año más, la ganadora recibirá invitación para acudir a los nueve festivales que otorgan esta distinción.

Jesús Lens