Je t’aime, Lemaitre

Este año está siendo radicalmente ‘lemaitriano’. Desde que supimos que venía de gira por Andalucía, estoy más excitado por su visita que si se tratara del mismísimo Tom Waits. Comencé por devorar, con ansia y delectación, ‘El ancho mundo’ y estos días navego febrilmente por la segunda entrega de su tetralogía, amparada bajo la denominación de ‘Los años gloriosos’. 

Con estas cuatro novelas, Lemaitre está haciendo todo un viaje en el tiempo por la segunda mitad del siglo XX, un repaso a los años de posguerra en Francia. Arranca en 1948 y la acción transcurre entre Beirut, París e Indochina. Su propósito: llegar hasta 1989, el año de la caída del muro de Berlín, tan simbólico. Un final de siglo anticipado que abrió otra era diferente, más globalizada y multipolar. 

En el club de lectura ‘Uno de los nuestros’ estamos entusiasmados con ‘El ancho mundo’. El pasado sábado, Librería Picasso, en el marco del festival Gravite patrocinado por CaixaBank, nos juntamos más de 30 personas para hablar de las aventuras y desventuras de la familia Pelletier y contamos con una introducción de lujo realizada por Margarita Buet, presidenta de la Alianza Francesa de Granada.

Gracias a Margarita nos enteramos de que esta tetralogía hace un homenaje a diferentes géneros en cada libro. ‘El ancho mundo’, a la novela clásica de aventuras. ‘El silencio y la cólera’, recién publicado en España por la editorial Salamandra; a la literatura social. Y los dos siguientes, a John Le Carré y, por fin, a la novela negra clásica.

¡Ay, Lemaitre y el noir! Margarita Buet nos recordó a su inspector Verhoeven, por supuesto. Y me acordé de los ríos de tinta derramados cuando dijo que no escribiría más novelas negras. Sobre todo porque sigue habiendo mucho de negro en sus narraciones. Ya lo decía entonces, que su relación con los asuntos criminales no ha terminado: no haría más novelas con policías e investigadores, pero seguiría habiendo muertes violentas y corrupción a raudales. ¡La vida misma!

En ‘El ancho mundo’ hay un momento conmocionante que deja turulato al lector. En este caso, un periodista seguirá ese asunto, echándole el aliento en el cogote a un juez bastante ineficiente. E ineficaz. Y hay una trama de corrupción financiera tan bien urdida que deja chicos a los mismísimos Papeles de Panamá. ¡Y hasta un guiño gatuno a Simenon! Puro Lemaitre. No olvidemos que después de decir que no escribiría más novela criminal canónica, se marcó su excepcional ‘Diccionario apasionado de la novela negra’, obra de consulta imprescindible. 

‘El ancho mundo’ está protagonizado por la familia Pelletier, el padre y la madre y, sobre todo, sus cuatro hijos. Viven todos en Beirut, pero no tardarán en repartirse por el mundo. Etienne se marcha a Indochina mientras que François, Jean y su increíble mujer, Geneviève; se instalan en París para buscarse la vida. Helene, la más joven, se debate entre si quedarse en Líbano con sus padres o emigrar ella también.

Con estos mimbres, Lemaitre traza un abigarrado fresco de la Francia de posguerra y una poderosa reflexión sobre el colonialismo. Y efectivamente hay notables dosis de aventuras y aventureros, incluyendo a los miembros de Legión Extranjera.

En ‘El silencio y la cólera’, además de seguir una trama negro-criminal, Lemaitre se aleja de Graham Greene para acercarse a Balzac y Zola. Realismo social con todo el sentido, la pasión y la emoción. ¡Y la Francia de provincias, ojo, que tiene mucho protagonismo! Un novelista mayúsculo y sobresaliente en estado de gracia. Por todo ello, este 2024 tan intenso, lo grito todo a pulmón: Je t’aime,  Lemaitre!

Jesús Lens

Munuera y Walta, grandes genios

Una vez más, caigo rendido a sus pies. ¡Qué bestias! ¡Qué brutos! ¡Qué salvajes! Vaya tres trabajazos se han marcado dos de nuestros genios granadinos del cómic: José Luis Munuera y Gabriel Hernández Walta. Canela en rama. Mandanga de la buena. 

Munuera, con quien tenemos el privilegio de contar esta tarde en la Corrala de Santiago en conversación con Enrique Bonet, en el marco del festival Gravite patrocinado por CaixaBank; ha publicado ‘La carrera del siglo’ y ‘El corazón de hojalata. La inspiración’ con pocos días de diferencia. Si el primero es una gozada, todo un desparrame argumental y visual, déjenme que me centre en el cómic dedicado a los robots. Porque el tratamiento de ‘Munu’ es exquisito y hace que le des vueltas al coco. 

¿Serán los robots capaces de crear? De crear algo original y de buena calidad, no de hacer plagios infames copiando y mezclando lo ya hecho anteriormente por los artistas humanos. Si pasara, ¿cómo sería recibida esa creación? ¿Qué efectos tendría? De eso va la nueva entrega de la saga retrofuturista de Munuera.

Inciso: ¿cómo es posible que diferentes ministerios del Gobierno español estén publicando carteles y gráficas en las redes sociales hechos con IA? Por la competencia desleal a los trabajadores del ramo, por los derechos de autor y, también, porque son una mierda, hablando lisa y llanamente. Trabajos que no pasarían un mínimo control de calidad si los presentara un humano, son aceptados sin mayor contratiempo aunque sean horribles y estén plagados de defectos tanto en contenido como en continente. Bochornoso.  

Volvamos al trabajo de los artistas de verdad. Gabriel Hernández Walta dibuja un guion de Jeff Lemire en ‘Carretera fantasma’, ya en librerías. El próximo viernes le tendremos en Condes de Gabia, también en Gravite. En su caso, nos enfrentamos a una historia apocalíptica. O casi. Un camionero se detiene para atender a las víctimas de un accidente de tráfico y empiezan a pasar cosas raras. 

Atención al protagonismo de las áreas de servicio de esa carretera fantasma. Son auténticos no-lugares, como tan bien los definiera Marc Augé. Lugares sin alma en los que todo puede pasar. ¡Y pasa!

Jesús Lens

El poder de la IA

Hace un año largo, mientras preparaba la contestación al discurso de ingreso en la Academia de Buenas Letras de Alejandro Castañeda, leía ‘El poder de las palabras’ del argentino Mariano Sigman, subtitulado ‘Cómo cambiar tu cerebro (y tu vida) conversando’. Para alguien que habla hasta por los codos, era un título imprescindible. 

Recuerdo que incluí este párrafo en aquella alocución: “cuando la conversación sucede en el contexto adecuado, el de unos pocos que se escuchan e intercambian argumentos, nos ayuda a pensar con más claridad, a tomar mejores decisiones y a ser más ecuánimes, empáticos y comprensivos. Tan simple como eso: es una herramienta fabulosa, tal vez la más efectiva, para dar forma al pensamiento”. ¡Me encanta!

Por aquellos entonces distaba de sospechar que, casualidades de la vida, esta tarde estaré conversando con el mismísimo Mariano Sigman en la librería La Biblioteca Invisible. El neurocientífico participa mañana en el TAI Granada de IDEAL y aprovecharemos para charlar sobre su libro más reciente, ‘Artificial. La nueva inteligencia y el contacto de lo humano’, igualmente publicado por la editorial Debate y escrito a cuatro manos con Santiago Bilinkis. Hablamos de un libro derivado del primero en el que la conversación hombre-máquina tiene un gran protagonismo.

Lo sé, lo sé. ¿Qué hago yo hablando con un neurocientífico sobre Inteligencia Artificial? Créanme que, mientras escribo estas líneas, me hago la misma pregunta, atenazado por un Síndrome del impostor de padre y muy señor mío. Mi papel será como el del árbitro: tratar de pasar inadvertido y dejar que fluya la conversación. 

Les confieso que cuando acepté participar en esta presentación, estaba convencido de que hablaríamos sobre ‘El poder de las palabras’. Cuando me enteré de que el tema central era la IA casi me caigo de culo. Y, sin embargo, estoy muy contento. Porque meterme en este embolado me ha permitido leer todo un librazo que hace un completo recorrido por la historia de la inteligencia artificial: he aprendido un montón sobre una disciplina llamada a darle un vuelco radical a nuestra vida. Además, Sigman y Bilinkis analizan diferentes aspectos de la IA y la relación de amor-odio que los humanos establecemos con ella: unas veces nos parece una grandiosa oportunidad y, otras, una gravísima amenaza. De todo ello hablaré hoy con Sigman. ¡Vénganse, que la cosa se promete apasionante!

Jesús Lens

Tecnofobia, IA y terror

Llego tarde, lo sé, pero me quité de Netflix cuando se acabaron las cuentas compartidas y ahora lo tengo que ver de ‘prestaíllo’. Por fin he acabado la nueva temporada de ‘Black Mirror’, la joya seriéfila con la que Charlie Brooker revolucionó la televisión. Su punto de partida era la tecnofobia, pero con sentido. No se trataba de alarmar sin ton ni son, sino de invitar a los espectadores a una reflexión sobre un futuro distópico posible, incluso probable. Y no excesivamente lejano. 

¡La de conversaciones, tertulias y artículos que provocaron las anteriores temporadas de ‘Black Mirror’! Este año, sin embargo, tengo la sensación de que su estreno ha pasado sin pena ni gloria. O lo mismo soy yo, no sé. 

El punto de inflexión para Charlie Brooker vino con la pandemia, cuando paralizó la serie porque la realidad ya era demasiado distópica por sí misma. Como lo del Día de los Muertos de este año: demasiado real por cómo está el mundo. 

La vuelta de ‘Black Mirror’ nos trae dos capitulazos, el de la horrible Joan en el que una ejecutiva ve convertido su día a día en un reality show que emite una plataforma trasunto de Netflix en tiempo real. Denuncia las consecuencias de que lo privado se haga público. Y ‘Beyond the sea’, una ucronía que transcurre en un 1969 alternativo en el que la inteligencia artificial y la emocional se dan la mano… y se toman el codo. 

Los demás, estando bien, son otra cosa. Hay revisiones de clásicos del terror trufados de críticas a los medios de comunicación y una ácida reflexión sobre los true crime televisivos tan en boga. Pero a mí me gusta ‘Black Mirror’ cuando es ‘Black Mirror’. Entiendo que Brooker esté harto de hacer lo que se espera que haga, pero es lo que hay. 

También es verdad que, de un tiempo a esta parte, la mayor parte de las noticias que leemos sobre inteligencia artificial son puro terror cósmico. En unas semanas llega el TAI Granada. Ahí estaremos para ver por dónde van los tiros de una forma analítica. 

Jesús Lens

La mejor noticia del año

Hace una semana, Mercedes Navarrete daba la que puede, la que debe ser la mejor noticia del año en y para nuestra provincia. ‘Granada aspira a acoger un segundo acelerador para ampliar el Ifmif-Dones’, rezaba el titular. ‘Europa estudia mejorar la infraestructura con una inversión de más de 300 millones para adelantar los resultados de las investigaciones sobre la energía de fusión’, continuaba aquella prometedora información que puedes leer AQUÍ.

Ustedes saben que este tema me apasiona de forma rayana en la obsesión. He escrito decenas de artículos alabando, reivindicando y defendiendo todo lo referente al acelerador de partículas y cuando leí la información de Mercedes me acordé de lo que escribía hace unos meses, al comienzo de la salvaje invasión rusa de Ucrania. ‘En un contexto de inestabilidad como éste, las inversiones en el proyecto del Ifmif-Dones deberían ser más decididas e importantes que nunca. ¿Y si estamos en uno de esos momentos estelares de la humanidad en los que, de forma global y coordinada, trabajamos por salvar el planeta?’. AQUÍ más enlaces e info.

Porque el desarrollo de la energía de fusión, más allá de lo que la instalación del acelerador de partículas pueda suponer para la socioeconomía de Granada, es un bien para la humanidad, no en vano hablamos de una fuente de energía barata, limpia e inagotable.

 Cada vez que escribo esas tres palabras me echo las manos a la cabeza. ¿Cómo es posible que en un escenario de cambio climático e inflación galopante, provocada principalmente por el coste de la energía, no se está trabajando más y mejor, de forma denodada, en el desarrollo de la fusión nuclear?

José Aguilar, el coordinador de la oficina técnica de Ifmif-Dones, se lo decía alto y claro a Mercedes Navarrete: existe la convicción “de que hay que acelerar el programa europeo con el objetivo de conseguir resultados antes de lo previsto hasta ahora”. Eso supone más inversión, más tecnología, más desarrollo científico y, de rebote, otra gran oportunidad para Granada. 

Y en estas estaba, más feliz que una lombriz, cuando otra información de IDEAL, ésta de Quico Chirino, me obliga a moderar mi entusiasmo, como diría el inefable Larry David: ‘El Gobierno en funciones acelera y abrirá la agencia de IA en La Coruña en tres meses’. No todo iba a ser alegría tecnológica y felicidad energética. Me reservo mi opinión sobre el tema hasta saber qué dicen —si dicen algo— los próceres socialistas de nuestra provincia. Porque vaya tela…

Jesús Lens