Ida Lupino, directora pionera del Noir

Dada la creciente cantidad de plataformas y canales temáticos que hay en nuestra vida, al comentar en las redes sociales las películas que veo, cito dónde se pueden ver para facilitar su búsqueda a los internautas.

De un tiempo a esta parte, para evitar que algún malintencionado piense que tengo intereses espurios —y por no resultar cansino, para qué nos vamos a engañar— cuando veo películas en Filmin, no lo explicito: en lo que llevamos de 2021, pueden haber caído treinta o cuarenta títulos de su ingente y inagotable catálogo.

Esta semana, sin embargo, debo agradecerle a la plataforma española que nos ofrezca la posibilidad de ver dos películas dirigidas por Ida Lupino, una mujer del Renacimiento a la que resulta imprescindible reivindicar. Nacida en Londres en 1918, sus padres eran actores de teatro, por lo que no resulta extraño que estudiara arte dramático. Su paso al profesionalismo, eso sí, resultó casual: acompañaba a su madre a una prueba cinematográfica y fue Ida la que salió con un papel debajo del brazo en 1932.

En 1934 se fue a Estados Unidos y, tras varios años interpretando personajes secundarios, en la década de los 40, Lupino saltó a los roles principales en cintas tan famosas como ‘El último refugio’, de Raoul Walsh, uno de los clásicos por excelencia del cine negro norteamericano.

Con su segundo marido y harta del sistema de estudios, Ida Lupino creó una productora a la que llamó nada menos que The Filmakers. Y quiso la casualidad que, a comienzos del rodaje de ‘Not Wanted’, el director elegido para rodar un guion de la propia Lupino sufriera un infarto. Aprovechando su experiencia no acreditada como directora en alguna película anterior, se hizo con las riendas de la filmación y a su rol de actriz, guionista y productora sumó el de directora.

En la década de los 50, Lupino dirigió varias películas. En concreto, las dos que podemos ver el Filmin datan de 1953, ambas interpretadas por Edmond O’Brien, un actor tan solvente como poco divo. En ‘El Bígamo’, el actor interpreta a un viajante de comercio a quien el destino sitúa en la tesitura que explicita el título. Lo interesante de la cinta no está, por tanto, en descubrir la condición de bígamo del protagonista, sino en saber cómo y por qué se casó con dos mujeres… y no estar loco. Hay que resaltar el tono semidocumental de la película, el rodaje en exteriores en las calles de San Francisco y de Los Ángeles y, sobre todo, el tratamiento adulto de cada uno de los personajes: todos tienen sus razones.

En poco más de una hora —Ida Lupino iba a lo mollar de la historia que quería contar y no se desviaba ni un ápice— se les coge enorme cariño a los tres personajes principales de una historia en la que se hace una velada crítica al capitalismo que exprime al ser humano al considerarlo, por encima de todo, ‘homo productor’, sin importar la soledad, el abandono y el desarraigo al que es sometido.

De ese mismo 1953 data ‘El autoestopista’, catalogada como la primera película de género negro dirigida por una mujer. Es otra cinta de menos de hora y media de duración y, esta sí, se recrea en los paisajes exteriores por los que circulan en coche los tres protagonistas: dos amigos que iban de pesca y son secuestrados por un psicópata, un asesino en serie al que recogen haciendo autostop.

Basada en hechos reales, se trata de un noir clásico que dinamita el sueño americano a manos de un ‘desperado’, un forajido de torva mirada que anticipa los horrores que sacudirían los cimientos de la sociedad estadounidense.

Jesús Lens

Memoria y reivindicación con Benjamín Prado

Escribe Benjamín Prado sobre dos de sus protagonistas: “Ninguna de las dos era feliz y ambas se sentían fuera de lugar en sus propias casas, ajenas a sí mismas, trasplantadas a la biografía de otra persona. Algunas tardes, sentadas en algún café del centro, se consolaban mutuamente y podían desahogarse, aunque fuera en voz baja, y llorar cada una las lágrimas de la otra”.

Ayer por la tarde, en la primera reunión virtual del recién nacido club de lectura Adictos al crimen, que hacemos en colaboración con la librería Picasso (AQUÍ toda la información), estuvimos hablando con Prado, autor de ‘Todo lo carga el diablo’, quinta entrega de los casos de Juan Urbano publicada por la editorial Alfaguara en su colección Narrativa Hispánica. Benjamín se entregó en cuerpo y alma, abriéndose en canal para contarnos un sinfín de de detalles de su proceso creativo, incluyendo historias preciosas y muy personales que para los Adictos al Crimen de Granada se quedan.

Se trata de una novela doblemente literaria. Tenemos, por una parte, a un protagonista singular. Juan Urbano, profesor de instituto que trata de hacer interesante la literatura a su alumnado. Y que, como actividad complementaria, escribe biografías por encargo.

En la entrega que nos ocupa, un acaudalado empresario farmacéutico le contrata para que investigue por qué su madre se marchó de casa, abandonando a su padre y dejándole solo a él. Por qué se marchó a los Estados Unidos y con quién. Una investigación procelosa que, hurgando en la vida de Caridad Santafé, nos permitirá asomarnos a las biografías de otras amigas y compañeras suyas de antaño: Ernestina Maenza y Margot Moles.

El antaño al que nos transporta Benjamín Prado es la España de los años 30, la de la República, la de la Guerra Civil y la de la posguerra. Una España que, antes del golpe de estado, permitió a las mujeres con inquietudes deportivas, culturales e intelectuales disfrutar de unos años gloriosos. Precarios en lo económico, pero luminosos y optimistas en lo vital.

Aquella España Mágica de la Residencia de Estudiantes, la Institución Libre de Enseñanza y las Misiones Pedagógicas, por ejemplo. La España en la que las mujeres atletas lo mismo participaban en atletismo que en esquí y daban lo mejor de sí mismas en citas como los Juegos Olímpicos de Invierno de un año tan improbable como 1936. La España comprometida con la formación integral de las personas.

Mujeres más o menos progresistas o más o menos conservadoras en lo político y en lo social, pero siempre comprometidas con el desarrollo de la libertad individual femenina. Como se podía leer en una crónica deportiva de la época que nos recuerda Prado: “El verdadero éxito de este certamen es que aquí no ha ganado ninguna mujer, sino todas”. Vidas truncadas, como tantas y tantas otras, por la calamidad que supuso el golpe de estado, la Guerra Civil, la represión y la ferocidad de la posguerra.

Encontramos destellos luminosos en la prosa de Benjamín Prado en máximas como esta: “No es cierto que quien resiste gana, como suele decirse, o al menos no lo es siempre, pero vender muy cara la derrota es un modo de perder el combate sin perder la dignidad”. O esta otra perla: “la historia se repite porque a veces ganan unos y a veces otros, pero siempre pierden los mismos”.

La primera parte de la novela es la que tiene más sustrato histórico. La segunda es la más novelesca, la más puramente policial, con los avances en la investigación de Juan Urbano y su improvisada ayudante.

Una novela doblemente literaria, además, por la carga poética de muchos pasajes. Por las referencias cultas, las citas y las conexiones histórico-librescas. Por la importancia de los archivos en la investigación, en tantas y tantas ocasiones, mucho más reveladoras que un tipo duro armado con una pistola.

Jesús Lens

¿Qué es la novela negra?

Calculo que entre el 65 y el 70% de la ficción que leo es negra y criminal. Aunque trato de dejarle espacio a la ciencia ficción y a la literatura de viajes, el noir consume buena parte de mis horas lectoras. El porcentaje de ensayos especializados en el género policíaco, sin embargo, es mucho menor. Y creo que sé la razón: no quiero deprimirme.

Por mucho que uno lea, por muy al día que crea estar en las novedades que se publican y por mucho que se precie de haber leído a los clásicos; cuando me asomo a trabajos teóricos de profundidad y enjundia, tomo conciencia de las enormes lagunas que tengo, de los inmensos socavones que jalonan mi trayectoria lectora.

Me ha pasado estos días, leyendo los dos tomos de ‘A quemarropa’, el excepcional trabajo realizado por Álex Martín y Jordi Canal que, publicado por la editorial Alrevés —qué haríamos sin vosotros, colegas— presentamos esta tarde en BCNegra. Será a las 18 horas, sin público, y se podrá seguir en streaming a través de la web del festival: www.barcelona.cat/bcnegra/es/home

¡Qué despliegue de erudición y sabiduría tan bien contado han hecho Álex Martín y Jordi Canal en las dos entregas de un trabajo que es imprescindible para todos los amantes del noir! Una de las primeras preguntas que les haré a los autores esta tarde: ¿Cuándo, por qué y cómo?

¿Cuándo surge la idea? ¿Por qué os animáis a ejecutarla? ¿Cómo afrontasteis el desafío? Pregunta una y trina, como se puede apreciar. Porque ‘A quemarropa’ es un tour de force brutal a través del que los autores tratan de aportar luz a ese gran enigma que, más pronto o más tarde, nos asalta a los aficionados al género: ¿qué es la novela negra? Así lo reconoce el mismísimo maestro Andreu Martín en la página que abre el primero de los libros: “¿Qué clase de profesional era yo, que no sabía y ni siquiera me había planteado nunca definir en qué consistía mi trabajo?”

Y es que cuesta trabajo decidir dónde encajar a Marple, Holmes, Smiley, Marlowe, Carvalho, Conde, Belascoarán, Delicado, Husky o Maigret; por ejemplo. A través de un pormenorizado análisis histórico, Canal y Martín van etiquetando, clasificando y ordenando novelas, escuelas, autores y tradiciones literarias. Saltan de continente, viajan por países lejanos, trenzan relaciones y trazan la estela de maestros y discípulos.

La cantidad de referencias que he anotado, de autores a los que tengo que leer o releer con más énfasis y fruición y la de ideas que he sacado para charlas, tertulias y presentaciones resulta inconmensurable. ¡Ténganme miedo en las próximas sesiones de nuestros clubes de lectura, Uno de los nuestros y Adictos al crimen! Avisados quedan.

No he hecho más que terminar con este excelente trabajo ensayístico cuando ya me apresto a hincarle el diente a otro libro que pinta extraordinariamente bien: ‘Lo leo muy negro’, de Antonio Lozano, recién publicado por Destino.

Lleva como subtítulo ‘Travesía por crímenes reales e imaginarios’ y el autor nos promete un viaje apasionante. Y acongojante: “Es un ensayo sobre ficción, crimen y vida que aborda el género negro desde múltiples ángulos. El interrogante que lo recorre es… qué nos fascina tanto el crimen, qué dice de nosotros como individuos y como sociedad. En paralelo bucea en los muy diversos modos y estilos en que la ficción ha buscado representar el lado más oscuro de la persona, colocando a nuestra altura un espejo perturbador, ante el cual a un tiempo apartamos la vista y quedamos hipnotizados”.

¿No les parece atractivo y sugerente? Pues próximamente lo comentamos.

Jesús Lens

Entrevista a Flako

Fabiola Almazán Murcia, una de mis alumnas en ESCO, ha hecho la siguiente entrevista a Flako, autor del libro ‘Esa maldita pared’, publicada por Libros del KO; y protagonista de la película ‘Apuntes para una película de atracos’.

Flako es un antiguo butronero de Madrid que, capturado, juzgado y sentenciado, está a punto de finalizar su pena, perfectamente reinsertado en la sociedad. Leímos su libro y vimos la película de Elías León Siminiani en el Club de Lectura y Cine de Granada Noir y ahora profundizamos un poco más en la vida de una persona con mucho vivido, mucho por vivir y, también, mucho por contar. Gracias a Flako y a Fabiola por acercarnos esta historia, con la que abrimos el 2021.

“Las oportunidades, ayudas o circunstancias buenas hay que aprovecharlas y la mía fue el documental”

Es una de las reflexiones de `Flako´, a punto de finalizar su pena por el atraco a varias sucursales a través del alcantarillado de Madrid

`Flako´ es uno de los protagonistas de Apuntes para una película de atracos, un documental del director Elías León Siminiani, en el que ambos entablan una relación, mientras conocemos la historia de un hombre que cumple condena en prisión al seguir el camino de su padre en el robo de bancos con una llamativa técnica. Su voz suena cercana y afable, dispuesto a contar su experiencia con la grabación del filme y la actualidad de su vida.

¿Qué ha aportado a tu vida la grabación de la película?

Al principio, cuando estaba en prisión me resultaba todo extraño allí dentro sin ver material de lo que se estaba grabando. Me parecía todo a largo plazo, pero estaba muy intrigado con el proyecto. Luego, hubo otra fase cuando empecé a salir de permiso que me viene a buscar Elías, ya hay una cámara de por medio, me graban la voz…Y cuando salí en tercer grado, justamente hace 3 años, estábamos terminando de grabar el documental y me gustaba acudir a las grabaciones. Tanto es así, que actualmente yo trabajo para el mundo del cine. Es decir, todo lo que me ha aportado ha sido experiencias positivas, una forma de vida y estabilidad.

¿Cuál fue tu impresión cuando viste a Elías por primera vez?

Anteriormente a ver a Elías, la prensa me había catalogado casi como un criminal de guerra, yo estaba muy escarmentado de todo lo que se había dicho de mí que no cuadraba con la realidad y dije «este es el que va a pagar los platos rotos». Pero cuando crucé 3 palabras con él me di cuenta de que no venía a hacerme daño ni a hacer leña del árbol caído. Enseguida noté que no venía con malas intenciones.

¿Sigue manteniendo contacto con él?

Sí, por supuesto, claro que sí. De hecho, hablé con él la semana pasada. Mantengo una relación con él y sabe lo que estoy haciendo en cada momento, le voy contando. A día de hoy tenemos una amistad.

Flako y Elías, en un momento de la película

¿Qué te hizo seguir con la grabación del documental a pesar de las dificultades?

El tema fue que mi mujer se oponía a que yo contase mi vida y que a ella le pudiera perjudicar y que el día de mañana pudiera perjudicar a mi hijo. Entonces Elías tuvo que enfocar esto de otra manera, esperar. Muchas veces lo bueno es que pase el tiempo porque el tiempo madura las cosas. Llegó un momento en el que se calmaron las aguas y continuamos. Elías también planificó el dispositivo de la máscara, algo muy bueno, ya que ha creado el personaje de Flako. Y yo le dije de tirar para adelante porque esto es un tren que sólo pasa una vez en la vida.

¿Qué le dirías a una persona que cometa o vaya a cometer un atraco?

Primero, que lo que va a cometer es un delito bastante grave, que si lleva armas de fuego puede haber sangre y que nadie, por mucho que haya hecho, se merece que otra persona le agreda. Un atraco a un banco no merece la pena, es un riesgo muy alto, yo sé que es algo que está mal, es un delito.

Si volvieras atrás, ¿cambiaría algo de tu pasado?

Me arrepiento mucho de haber tenido que infringir violencia verbal o con un arma de fuego a personas que son inocentes. Recapacito y pienso que esas personas no se merecen eso porque son personas buenas, trabajadoras. Pero de la vida que yo viví, si la he vivido es porque decidí vivir así. Me arrepiento de no haber hecho algo, no de haberlo hecho.

¿De qué manera crees que puede contribuir a la sociedad tu testimonio?

Creo que todo el mundo en nuestra vida tenemos momentos buenos y malos. Hay veces que nadie te tiende la mano y hay veces que te la tienden un montón. Las oportunidades, ayudas o circunstancias buenas hay que aprovecharlas y la mía fue el documental. Como en mi situación de entrar en prisión, salir y buscar trabajo, hay muchas personas. Yo tuve la suerte de que alguien me tendió la mano, por lo que siempre hay que pensar que las oportunidades, por muy mínimas que sean, nunca hay que dejarlas escapar. Porque igual es la última para ser consciente y recapacitar sobre los actos del pasado.

¿Qué podemos ver en tu libro Esa maldita pared que no hemos visto aún de la vida de Flako?

Bueno, ¡yo os aconsejo que lo leáis! Pero, por ejemplo, en el libro vas a encontrar juerga, cocaína, familia, a mi hijo…vas a encontrar momentos muy divertidos, expediciones por las cloacas, a mi padre…De todo un poco pero bastante sabroso.

Y una pregunta obligada dadas las circunstancias: ¿qué visión tienes de lo que está ocurriendo?, ¿cómo te está afectando la situación por la que atravesamos este año?

Pienso que es algo muy difícil de controlar. Creo que cada equis tiempo existe una pandemia y no sé si alguien lo hará aposta para desestabilizar el mundo, es algo muy raro. Yo no creo que viniera de un murciélago, no me cuadra.

Y a mí personalmente, pasé el covid y tuve suerte de no tener neumonía y que los niveles de infección del virus fueron bajos, pero, aun así, me dio una paliza en 12 días, lo pasé mal. Si eres asintomático bendito seas, pero si no, es una especie de gripe con dolores constantes en las articulaciones, a veces me costaba ponerme recto al levantarme, me quedaba como doblado. Y en el tema laboral me afectó mucho con proyectos retrasados e incluso se retrasó una operación de mi hijo y mi boda.

En el final del documental se te ve con tu furgoneta nueva y trabajando, ¿cómo ha sido tu recorrido desde entonces hasta ahora?

En ese momento trabajaba de autónomo, de repartidor para empresas de paquetería bastante conocidas y grandes en el territorio nacional y de ahí salté a una empresa de barnices. Tiempo después surgió la oportunidad de trabajar en esto que estoy ahora, relacionado con el cine y decidí probar. Realmente llevo más de un año y la verdad es que muy bien, contentísimo. Era imposible de pensar hace 6 o 7 años que mi vida fuera a cambiar tanto. El 16 de febrero termino la condena, estoy en libertad condicional, tras 7 años y medio, que es a lo que fui condenado. Era impensable, después de todo lo ocurrido. Me encuentro muy contento y agradecido a Elías León Siminiani y a Emilio Sánchez Mediavilla, el editor de Libros del K.O. Son dos personas muy influyentes en estos tres últimos años de mi vida, junto con algunos amigos, pero especialmente ellos dos han influido mucho en este recorrido, además de la familia y mi hijo, que es algo importantísimo.

Fabiola Almazán Murcia

 

La novela negra más Especial del año

Hace unos días escribía que este año no voy a hacer las tradicionales listas con lo mejor del año. ¡Y mira que me gustan! Pero estoy tan empachado de ellas que no me apetece sumar otra al ruido y a la furia mediáticos.

Si tuviera que hacer un análisis del año 2020 negro y criminal me quedaría con las novelas de espionaje publicadas por Salamandra Black, con autores tan interesantes como el sarcástico Mick Herron o el cosmopolita Charles Cumming. Es un género que cada día me gusta más. Y ojo a Gervasio Posadas y ‘El mercader de la muerte’.

Resaltaría el humor negro, negrísimo, de Llort y sus ‘Herencias colaterales’, acreedora del I Premio Paco Camarasa de Novela Negra, ahí es nada. No podría obviar la vuelta a los clásicos, tampoco. El Club de Lectura y Cine de Granada Noir ha hecho que este año le dediquemos mucho tiempo a las novelas y películas fundacionales del Noir norteamericano. ¡Qué buenos ratos, volviendo a Hemingway, Chandler, Hammett, Cain, Burnett, Vera Caspary, Dorothy B. Hugues, etc. Para los próximos meses nos esperan Agatha Christie, Patricia Highsmith, Jim Thompson o Chester Himes.

Detecto que le he prestado menos atención de la debida a la no ficción y a la narración periodística. Y lo sé porque este fin de año me ha pillado leyendo, disfrutando y sufriendo dos libros tan crudos como un steak tartar: ‘Olor a muerte en Pioz’, de la periodista de sucesos Beatriz Osa, publicada por la colección Sin Ficción que Marta Robles dirige para la Alrevés; y ‘No digas nada’, de Patrick Radden Keefe, periodista de The New Yorker. Echaba de menos este género híbrido entre el periodismo y la narrativa que tanto nos sirve para interpretar la realidad del mundo en que vivimos.

Este 2020 ha sido el año de ‘El mal de Corcira’, una novela soberbia de Lorenzo Silva en la que su personaje por antonomasia, Rubén Bevilacqua, ajusta sus cuentas con el pasado y nos cuenta su pasado, sus inicios en la Guardia Civil y su paso por el País Vasco en los años de plomo del terrorismo etarra. Una novela, una serie esencial de la historia de la literatura negra española. Y otro ajuste de cuentas con el pasado: ‘Sin muertos’, de Alicia Giménez Bartlett.

Juan Ramón Biedma volvió por la puerta grande con una novela marca de la casa, ‘El sonido de tu cabello’, y Juan Madrid se las vio con el Emérito y las cloacas del estado en ‘Gloria bendita’. Los ‘Rotos’ de Don Winslow nos hicieron disfrutar como a enanos gracias a sus cuentos y novelas cortas y ‘pequeñas mujeres rojas’ de Marta Sanz; ‘Franco debe morir’ de Alejandro Gallo y ‘La virgen de los huesos’ de Guillermo Galván son buena prueba de que la Memoria Histórica constituye un excelente material narrativo.

Ahora bien, si tuviera que quedarme con una sola novela negra del 2020, si me viera obligado a elegir la que, para mí, ha sido la lectura más especial del año, optaría por ‘La noche de plata’, de Elia Barceló.

Habitual del género fantástico, Elia Barceló ya había publicado ‘El color del silencio’ y ‘El eco de la piel’, dos novelas de misterio e intriga en las que las indagaciones en el pasado de sus protagonistas descubren secretos, miserias y hasta crímenes más o menos resueltos… o por resolver.

‘La noche de plata’ es ya una novela negra de ley, canónica y extraordinaria, que comienza de esta forma tan expeditiva: “El cadáver había sido enterrado al pie de un roble enorme, lo que hacía que su tamaño pareciera incluso más pequeño, por contraste”.

La protagonista de la novela es Carola Rey Rojo, una policía en horas bajas que se toma un descanso después de una mala experiencia profesional y se instala en Viena, donde encuentra una ocupación que la debería mantener alejada de la investigación de esos secuestros y homicidios infantiles en que está especializada. Su trabajo consiste en ordenar y clasificar la excelsa biblioteca de un marchante de arte recién fallecido. Y en Viena retomará su relación de amistad con un policía de la ciudad, al que conoce bien porque en aquella gélida ciudad desapareció la hija de Carola, casi treinta años atrás.

No les cuento más de la trama de ‘La noche de plata’. Solo les diré que es una novela monumental, repleta de tramas y subtramas, en la que Elia Barceló hace una perfecta disección de las sociedades europeas contemporáneas, con sus muchas virtudes, pero sus no menos defectos.

En el convencimiento de que Elia Barceló seguirá escribiendo futuras historias policíacas, me quedo con esta soberbia ‘La noche de plata’ como mi  Novela Negra Especial de este 2020 que por fin se empieza a terminar. ¡Salud y buenas lecturas!

Jesús Lens