El valor del oro líquido

Ya estamos en modo Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank que dedicamos a la tercera cultura y que arrancó ayer con una visita muy especial a Nigüelas, con el aceite de oliva, el oro líquido como protagonista de un recorrido apasionante. 

Apunten un nombre: José Manuel Alguacil. ¡Pedazo de guía! Sabiduría, conocimiento y entusiasmo a raudales y una capacidad de comunicación apabullante. Es productor de AOVE ecológico y mima con esmero sus olivos centenarios. Catamos su Finca la Alquimia y es extraordinario. Tanto que nos trajimos varias latas y botellas de vuelta. Le pueden encontrar en Instagram: @fincalalquimia y también organiza visitas de carácter etnográfico por la Alpujarra y otros pueblos andaluces. Está en plena campaña pro declaración de los paisajes del olivar como Patrimonio de la Humanidad y me pareció un tipazo. 

¿Conocen la almazara histórica de La Erilla? Es un espectáculo. Data del siglo XIV y es una de las mejor conservadas de Europa.  Estuve allí hará unos cinco años, en aquel primer Verano en Bermudas de IDEAL. Me ha vuelto a fascinar su molino de sangre y toda la didáctica en torno a la elaboración del oro líquido. Y las prensas, claro. Esas monumentales prensas de madera que resultan inabarcables a la vista. Aprendimos sobre las suertes a la hora de regar, los marjales, los trébedes, el envero y la lipogénesis. El venteo y la molturación. Los monovarietales, el aroma, el picor y el amargor. Toda una lección sobre el terreno.

Llevamos dos años malos con la cosecha de aceituna. Los calorazos tempranos, la sequía, las lluvias de barro… El aceite de oliva virgen extra está subiendo de precio por días. Y a nada que le sumes apellidos, como decía Jose, la cosa se complica: ecológico, extracción temprana en frío, sin filtrar, etc. 

Dense una vuelta por Nigüelas y visiten la almazara La Erilla. Sumergirse en la cultura del oro líquido hace que admiremos mucho más cada gota de AOVE. Las ensaladas, el tomate aliñao y las tostadas del desayuno adquieren otra dimensión al conocer todo el proceso que hay detrás de él. 

Jesús Lens

Llega Granada Conectada

Me gusta lo de Granada Conectada, tanto el nombre elegido para la cita como lo que promete. Un foro de reflexión sobre los desafíos de futuro de Granada desde una doble perspectiva: la de los empresarios de aquí y la de luminarias venidas de fuera.

Lo he escrito otras veces y todo el que tiene la desdicha de cruzarse conmigo estas semanas se lleva la misma filípica: estamos en un momento histórico en el que nos jugamos nuestro futuro y el de la próxima generación. Lo sé, lo sé. Suena a discurso manido y bienintencionado de político en campaña, pero estoy firmemente convencido de que es así.

Más allá de su cuantía económica y de los proyectos que se aborden con ellos, los fondos Next Generation deben ser el aldabonazo definitivo, el acicate que nos haga mirar hacia delante con una mentalidad constructiva y ambiciosa. El impulso del que tanto hablan los gurús del buen rollo económico.

Los empresarios y Caixabank plantean foros de debate y reflexión sobre disciplinas muy distintas: ciencia y tecnología, economía, turismo, cultura, gastronomía, salud o comunicación. Todos esos campos son relevantes para Granada y se han hecho notables avances en los últimos años, pero también queda mucho camino por recorrer.

Que el mítico Ferran Adrià venga a Loja para dialogar con el consejero delegado del grupo Abades, Julián Martín, y con una pionera de la restauración granadina como es Lola Marín; es buena muestra de la dimensión y el empaque de Granada Conectada.

No me cabe duda de que estas conversaciones van a tener chicha, contenido y sustancia. A ver quién es el guapo que, frente a una bestia parda como Adrià, el gran revolucionario de la cocina contemporánea y el mejor cocinero del mundo, suelta algo que huela a “como Graná, ná”.

Ahora mismo estamos escribiendo lo que los libros de historia (y la Wikipedia) dirán de nosotros dentro de unos años. No permitamos que se acabe resumiendo en un triste y paupérrimo “oportunidad perdida”.

Jesús Lens

Como en casa, en ningún sitio

En Granada ya se compran más casas que en 2019. El titular es del IDEAL del 15 de agosto, y no podemos dejarlo pasar así como así. Es más, de acuerdo con las cifras de Juanjo Cerero, “la provincia cierra desde comienzos de año el mejor dato acumulado en seis meses desde el de 2008, antes de la llegada de la anterior crisis económica”. (Leer AQUÍ) Económicamente es un dato de lo más relevante, pero yo me quedo con su dimensión más íntima y personal.

Los más pesimistas sostienen que la pandemia no nos ha enseñado nada. Disiento. Nos ha enseñado un montón de cosas. Por ejemplo, nos ha enseñado nuestra propia casa, al obligarnos a pasar en ella infinitamente más horas de las que estábamos acostumbrados.

Conozco a gente que lo primero que hizo al terminar el primer confinamiento fue buscar otro lugar en que vivir. Fuera por la falta de balcón o por lo asfixiante de las cuatro paredes en que se vio encerrada semanas y semanas, terminó asqueada de su vivienda habitual y salió por patas en cuanto tuvo ocasión.

Poco a poco, el mercado se ha adaptado a los requerimientos de la vida pandémica, con cada vez más gente saliendo de las ciudades en busca de viviendas con luz y aire, patio y jardín. El auge del teletrabajo hace que vivir lejos del centro laboral no sea tan gravoso como antes, con horas y horas perdidas yendo o viniendo de la oficina.

Pero sin necesidad de afrontar cambios tan drásticos, pasar tanto tiempo en nuestro hogar nos ha hecho conscientes de qué echamos de menos en casa… y de más. Puede ser una lámpara, la pintura de una pared, un cuadro, una lámina o un mueble cualquiera. Hasta unas cortinas o ese estore que se atranca pueden haber terminado por crisparnos los nervios.

Hay quien está haciendo espacios más diáfanos en casa, tirando paredes medianeras y abriendo vanos y ventanas interiores. Y quien adecenta lugares para trabajar, que los vendedores de sillones de oficina y puestos de teletrabajo llevan año y medio haciendo su particular agosto. Por no hablar de los sofás, auténticos templos para el esparcimiento personal cuando toca quedarse en casa, que están viviendo una revolución.

Se mueve el inmobiliario, tanto en ventas de viviendas como en reformas y chapuzas varias. Se mueve, también, el mobiliario doméstico. Porque la pandemia nos ha enseñado que como en casa, en ningún sitio.

Jesús Lens

¡Menos vetos y más votos!

El miércoles, tras la propuesta de Paco Cuenca de incluir a concejales de otros partidos en su gobierno, salió a relucir mi yo más perverso y malintencionado. “Por ahí se van a colar Salvador y/o Huertas, como el que no quiere la cosa”, pensé. Acto seguido me surgieron dudas. ¿No queremos una alcaldía de altas miras que vaya más allá de lo inmediato? Para eso es necesario abrirse a otras ideas y propuestas, a diferentes puntos de vista y opiniones.

En abril del año pasado, Antonio Cambril proponía un ‘Pacto por Granada’ que reeditara, a escala local, los que se habían acordado tanto en Madrid como en Sevilla para la reconstrucción pospandémica. Para el concejal Podemos—IU, el apoyo del PSOE al presupuesto municipal presentado por el bipartito fue una puñalada, trapera y mortal, a aquel acuerdo. Sin embargo y por haces del destino, Cuenca ha recogido su testigo.

El lunes arrancarán las negociaciones para conformar ese nuevo gobierno municipal. Más allá de los nombres, cargos, concejalías y competencias; nos interesan los proyectos concretos que darán soporte a las ideas fuerza que el nuevo alcalde de Granada desgranó en su discurso de investidura. Y las partidas económicas sobre los que se sustentarán. Si no, nos quedamos en el marco de la retórica y las buenas intenciones.

Aquí se plantea la disyuntiva del huevo o la gallina. ¿Qué debe ser antes, el programa o las personas que deben ejecutarlo? La cuestión no es baladí, dado que el PP se ha comprometido a apoyar las iniciativas del nuevo equipo de gobierno que sean positivas para la ciudad. Y Olivares, interrumpiendo por unos instantes su discurso catastrofista sobre el futuro que nos espera, reclama la continuidad de algunas de las líneas de trabajo del bipartito.

Si Cuenca empieza por incluir a miembros de Podemos—IU y a Luis Salvador en su equipo, sin más, nos vamos a hartar de escuchar críticas al Frente Popular Transfuguista Mercenario y cosas del mismo jaez. Llámenme pesado, pero voy a insistir en mi ruego a nuestros munícipes: consensúen un acuerdo de mínimos sobre el futuro de Granada que apunte más allá del 2023 y comprométanse a trabajar en su consecución, al margen de sus rencillas y enfrentamientos personales. Si hay concejales que no están dispuestos a hacerlo o no se ven capaces, que den un paso atrás y dejen su lugar a otras personas con ganas de sumar. ¡Menos vetos y más votos!

Jesús Lens

Escurrir el bulto

No ha estado muy afortunado mi querido Luis González con la analogía entre los grafitis artísticos y una pintada cualquiera en el Arco de las Pesas. Sé que hace referencia a la cuestión legal y al marco normativo, pero flaco favor le prestan las palabras del edil de Urbanismo a la causa de la Capitalidad Cultural del 2031. (Leer aquí la información)

Foto: Ramón L. Pérez

Resulta desazonador seguir constatando que en los últimos seis meses, cualquier cuestión, por nimia que parezca, acaba desembocando en un lío morrocotudo en esta Granada nuestra. Aunque no es tan difícil de entender: el Ayuntamiento carece de un equipo de gobierno como tal y su gestión es más una guerra de guerrillas, repleta de escaramuzas y encontronazos, que una ofensiva bien planificada y diseñada.

En esta guerra de guerrillas, nuestros políticos no dejan de escudarse en dos armas que están cobrando un inusitado protagonismo en el día a día de la gestión de la ciudad: los técnicos municipales y el marco normativo. Si repasamos la hemeroteca de estos meses, nos hartamos de encontrar lamentables excusas y justificaciones basadas en informes de los técnicos y en las manos atadas por la ley.

Se cuenta que, cuando le preguntaron a Truman Capote por la novela ‘En el camino’, de Jack Kerouac, la despachó con displicencia diciendo que aquello no era literatura. Era mecanografía.

Parafraseando a Capote, el bipartito que gobierna los destinos de Granada desde el pasado mayo no está haciendo política. Hace mecanografía. Más que gestionar, practica el patada-seguir burocrático y el botepronto administrativo, quitándose de encima todas las patatas calientes que puede. Y hasta las que no puede. Como ejemplos, una ristra de botones: el Parque de las Ciencias, la restauración de grafitis, los fondos europeos para la formación, el cierre del Centro de Exposiciones de CajaGranada en Puerta Real…

No hay como un informe técnico o un vacío legal para quitarse de encima las responsabilidades de gobierno y sacudirse los problemas. ¿Olvidan nuestros munícipes que no les elegimos para eso? Les elegimos para que hagan política y mejoren las cosas, no para parapetarse en decretos, presupuestos y normativas mientras Granada sigue perdiendo, en todos los órdenes.

Jesús Lens