La Generación Tupper

No voy a valorar el sentido que tiene o deja de tener lo del Rey degustando un Menú del Día en un restaurante de carretera. Que le entró gusa, volviendo de Yuste, y no tuvo empacho en jalarse unas papas con conejo y una ensaladita de la casa. ¡Cómo está mandao!

Menú del día regio

A mí, lo que realmente me interesa del asunto es la catarata de comentarios vertidos en Twitter. Y no me refiero a los insultantes e hirientes. Mis favoritos fueron los Tuits que recordaban esas costumbres “de pobres”, esos comportamientos que no confesaríamos en voz alta y que describiríamos como propios de alguien ahorrativo. O austero, como se dice ahora.

Echarle agua al bote de champú vacío, enviar etiquetas para ganar un sueldo para toda la vida, pedir bolsas gratis en el supermercado, lamer la tapa del yogur… aunque esto es más por vicio que por ahorrar, ¿verdad?

Pero, sobre todo, me resultaron especialmente evocadores los Tuits que tienen que ver con esas inveteradas costumbres propias de bares y restaurantes de carretera: llevarse el pan en el bolso, pedir las sobras de la chuleta para dárselas al perro, preguntar la contraseña del Wifi, decirle al camarero que solo han salido tres bolas en el futbolín, pedir las llaves del baño, exigir la tapa que falta aunque ya te hayan puesto el primero, preguntar si se puede pedir dos primeros del Menú del Día…

Menú del dúa recacha

¡Ay, el Menú del Día! Cuanta liturgia en torno a él. 11 pavos le ha costado el suyo al Rey. Y no tenía mala pinta: ensalada, patatas con conejo, carne, un plátano y un bizcocho. Que ya está bien servido.

Mi último Menú del Día me lo zampé el miércoles, en La Recacha, ese refugio en que me siento como en casa. Lentejas estofadas, revuelto de gulas y gambas y café -en vez de postre- por 9 euracos. Y tapilla, mientras llegaban las lentejas. Que conste.

Y, sin embargo, para un montón de trabajadores, el Menú del Día es un lujo inasumible, dado lo magro de sus contratos. De ahí el incremento de microondas en las empresas y el generalizado uso de esos tuppers que podrían servir para bautizar a toda una generación de jóvenes contratados en precarias condiciones.

Generación Tupper

Porque es ella, la Generación del Tupper, la que está protagonizando la salida de la crisis.

Jesús Lens

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Dándole vueltas

Hace un par de semanas vino un amigo de Barcelona con el tiempo justo para comer y marcharse. Como apenas hubo ocasión de dar una vuelta por la ciudad, pensé en invitarle a comer en el restaurante giratorio del Edificio Fórum para que, al menos durante un par de horas, tuviera una perspectiva original y diferente: las amplias extensiones de la vega, Sierra Nevada, la Granada arquitectónica del siglo XXI, etcétera.

La sorpresa fue que el Giratorio había cerrado. Otra vez.

Restaurante giratorio granada

Quiso la casualidad que, más o menos en las mismas fechas, se disputara el All Star Game de la NBA, que este año se ha celebrado en Toronto. Y el logo creado para el Fin de Semana de las Estrellas tenía como elemento más reconocible la Torre CN, una construcción icónica que alberga el Horizons Café y el Restaurante 360, con su ciclo de rotación de 72 minutos, su amplia carta de vinos y su larga lista de espera para comer o cenar en alguna de sus cotizadas mesas.

Restaurante giratorio All Star

No vamos a comparar una de las Siete Maravillas del Mundo moderno, según la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, con nuestro giratorio, pero sí hay que reseñar que el Panoramic 360 de Granada es el único restaurante de sus características en España. Y que las vistas que regala a los comensales son extraordinarias.

Que regalaba, quiero decir. Porque está cerrado. Pero eso ya lo he señalado, ¿verdad? Tampoco me extraña, si les digo la verdad. Porque lo mejor del restaurante eran las vistas. Recuerdo una vez en que la música ambiente era la Cadena Dial, algo completamente insólito e inadmisible… para un establecimiento de ese calibre.

Restaurantes giratorios españa

Durante una etapa, la estrella del Giratorio fue el esturión y el caviar de Riofrío. Pero no cuajó. Después, la carta era buena y el servicio excelente, pero la relación entre el precio y la experiencia puramente gastronómica era desproporcionada.

Pregunto: en una tierra como Granada, que vive del turismo, ¿cómo no hay ni un solo restaurante con Estrella Michelín? Otra: teniendo un espacio único y espectacular como es el Giratorio, ¿no se anima ningún cocinero con Estrella, o al menos con un par de Soles, a asumir el reto de convertirlo en uno de los referentes culinarios de Andalucía, imán para esos Gastronómadas que no tienen empacho en recorrer cientos de kilómetros por una buena comida?

Jesús Lens

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Granada sabe mucho

Mi artículo de IDEAL de hoy comienza proclamando que Granada sabe mucho. Y sabe bien. ¿A qué sabe Granada? Granada sabe, por ejemplo, a las chirimoyas y los mangos de la Costa Tropical. A la quisquilla de Motril. Al cordero segureño de la Zona Norte. A pan de Alfacar, miel de las Alpujarras, jamón de Trevélez y espárragos de Huétor. Y todo ello, aderezado con los aceites del Poniente y los muchos y variados vinos de nuestra tierra. Y a cerveza Alhambra, por supuesto.

Sabor Granada

Leo todos esos nombres seguidos en la pantalla del portátil, empiezo a salivar y tengo que hacer una pausa para irme al frigorífico e hincarle el diente a una morcilla choricera artesanal que Ángel me vendió el otro día.

Sabe Granada. Sabe mucho y sabe bien. ¡Rico, rico y con fundamento! El trabajo que, sin prisa pero sin pausa, han ido haciendo las Denominaciones de Origen y las Indicaciones Geográficas Protegidas a lo largo de los últimos años está conformando un exquisito y envidiable mapa gastronómico provincial.

Sabor Granada Mapa alimentario

Un trabajo serio, constante y profesional que habitualmente queda fuera de los focos mediáticos. Un trabajo que exige de todas las habilidades propias del management que, quitándose la chaqueta y la corbata, se arremanga para conseguir productos de primerísima calidad, gracias a la I+D+i que tan importante resulta en todos los campos. Porque la investigación, el desarrollo y la innovación son, sobre todo, una actitud.

Y la especialización, por supuesto. Y el aprovechamiento de las potencialidades de un clima y unas condiciones determinadas. Y la apuesta por una comercialización distinta, más osada, valiente y rompedora. Y la internacionalización.

Pero a la gastronomía granadina le faltaba un ingrediente, importante: la unión. Esa unión que fortalece y permite dar visibilidad a todo lo mucho y lo bueno que se está haciendo en este campo. De ahí que debamos saludar con alborozo la iniciativa “Sabor Granada”, impulsada por la Diputación con el fin de promocionar tan sabrosa marca por toda España.

Sabor Granada Mapa alimentario

Tenemos que conseguir que Granada sea, también, un paraíso para los Gastronómadas que, además de disfrutar de nuestras delicatessen allá dónde se encuentren, vengan a nuestra tierra a probarlas in situ. Que cualquier alimento sabe mucho mejor tomado directamente en el lugar en que ha sido producido.

Y está la cuestión de la venta a través de Internet. Y la de los maridajes. Pronto volveremos sobre todo ello.

Jesús Lens

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¿Por qué no hay ninguna Estrella Michelín en Granada?

Hoy publico en IDEAL un artículo que, ya en Facebook, ha generado un interesante hilo de comentarios. 

Se esperaba con impaciencia, hace unos días, la llegada de la famosa Guía Michelín del 2015. El hecho de que se presentara en Marbella hacía abrigar la esperanza de que cayera una lluvia de Estrellas por toda Andalucía. Al final, la cosa no fue para tanto y la más sonada resultó ser la segunda estrella para Aponiente, el restaurante gaditano que ha hecho del plancton uno de sus ingredientes de referencia.

¿Y en Granada? En Granada, nada. Como en años anteriores. Lo único que hace la Guía Michelín es “recomendar” determinados restaurantes locales: Ruta del Veleta, Arriaga, Puesto 43, Damasqueros, Las Tinajas, Oriza, Marquilla y La Leñera. Pero Estrellas, ninguna.

 Damasqueros gazpacho

¿Es normal que nuestra ciudad, que vive del y por el turismo, no tenga ningún restaurante digno de una Estrella Michelín? A mí me parece de lo más preocupante. Y desconcertante. Vaya por delante que no estoy muy ducho en las cuestiones de la alta cocina. De hecho, pertenecer a una Peña que se denomina Los Gastrocafres ya le dará al lector una idea aproximada de mi catadura festivo-alimenticia, ciertamente maximalista y tirando a bruta.

 Gastrocafres Logo

No me vanaglorio de ello, pero mis capacidades para detectar taninos y retrogustos no están ni educadas ni desarrolladas, lo que no quiere decir que no me guste gozar de una buena comida o de un buen vino, de vez en cuando (AQUÍ, por ejemplo). En ese sentido disfruto, sobre todo, en los espacios que estimulan mi creatividad. Me gustan los menús que se salen de lo convencional, que me sorprenden. Platos que, además de a lo gustativo, apelan a lo cromático, a lo estético, a lo sensual. Recetas que me cuentan historias. Evocadores bocados que me hacen viajar a otros lugares, a otros tiempos, a otras dimensiones.

Y, en ese sentido, creo que en Granada tenemos buenos restaurantes. ¿Qué les falta, pues, para conseguir las ansiadas Estrellas? Porque, aunque haya quien reniegue de rankings, clasificaciones y distinciones; estar en la Guía Michelín es bueno para los restaurantes seleccionados y, por extensión, para las ciudades que los acogen: hay muchos Gastronómadas que deciden el destino de sus viajes en función de la calidad de sus restaurantes. Y, hoy por hoy, la Guía Michelín sigue siendo su Biblia.

 Damasqueros Atún

Granada es tierra de tapas. De platos alpujarreños y de sartenás de papas. De bocatas y caracoles. De espetos. Pero en Granada también hay cocina moderna. Y contemporánea. Una cocina que se sale de lo trillado y nos conduce a lo desconocido. ¿Conocemos los granadinos esa cocina? ¿La compartimos? ¿La difundimos y exhibimos por el mundo? No es barata, ciertamente. Pero tampoco es tan cara como pudiera parecer.  Y creo que es importante descubrir que, gastronómicamente hablando, en Granada también hay vida más allá de los espaguetis a la boloñesa y de las puntas de solomillo a la pimienta.

Aquí, por ejemplo, hablamos un poco más de mis Experiencias Gastronómicas. Y si quieren conocer un poco mejor a los Gastronómadas… aquí pasamos por un momento delirante, en el restaurante mexicano que, con ese nombre, triunfa en Granada. Y algo de mis queridos Álvaro Arriaga y Dani Castro, por supuesto.

Jesús Lens

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Gastrocafres en Damasqueros

No por casualidad nos hacemos llamar los Gastrocafres: nos gusta comer mucho y bien. Pero sobre todo, mucho.

 Gastrocafres Peña

Lo cual no es de sorprender, al estar fundamentada nuestra peña gastronómica en los restos, casi extintos, de una Vieja Peña de jugadores de baloncesto. Ahora, más que jugarlo y practicarlo, los integrantes de los Gastrocafres hacemos por verlo y comentarlo. De ahí que, periódicamente, nos reunamos en torno a una mesa para hablar sobre el deporte de la canasta.

Y para la última de nuestras reuniones, decidimos ir a Damasqueros, un espacio que se sale fuera de la órbita que nos resulta más habitual.

 Damasqueros gazpacho

De Damasqueros he hablado en más de una ocasión. Aquí, por ejemplo, cuando estuve con mis queridos Colin y mi Cuate Pepe, tramando varias cosas.

Lo sabéis. Damasqueros es un sitio que propicia la creatividad, la generación de ideas y proyectos, la conversación… el buen estar y el mejor que hacer. Damasqueros es uno de esos lugares que hacen honor a la frase “mejor que en casa”.

 Damasqueros postre

Mi preocupación era si mis amigos Gastrocafres se iban a sentir cómodos enfrentándose no a una consistente fabada o a un chuletón de tamaño XXL, sino a la sugerente, medida y artística propuesta de Lola que, como sabéis, cambia cada semana para adaptarse a los productos de temporada.

Y triunfamos, claro. ¿Cómo no íbamos a triunfar, con ese menú refleto de explosiones de sabor? Ya les he contado en otras ocasiones algunas de las joyas de Damasqueros.

Esta vez, déjenme que me detenga en el atún. Atún de almadraba de verdad. Un atún rojo que se ha convertido, posiblemente, en el plato más exquisito de los que he disfrutado en este 2014. Por cierto, reparen en ese gazpacho, servido en unos cuencos muy, muy costarricenses. Otra muestra de que, comiendo, también se puede viajar.

 Damasqueros Atún

Y mis colegas Gastrocafres, créanme, también daban saltos de alegría al disfrutar de semejante manjar. Sin desmerecer a ese rabo de toro con que se cerraba el menú… antes de afrontar el postre.

 Damasqueros rabo de toro

Personalmente, el postre, con sus toques de membrillo, esa fruta tan de la época; y su granada… ¡Ays! Yo, que soy muy chocolatero, me quedé feliz y contento con esta mezcla de frutas tan de nuestra tierra.

Pero esta reunión Gastrocafre, además de lo puramente gastronómico; tuvo otros puntos fuertes. Como la presentación en sociedad de nuestra imagen, diseñada por José Manuel Navarro. ¿Lo pillan? ¿Pillan la referencia?

 Gastrocafres Logo

Y un regalo venido de allende el océano. De las Islas Canarias. ¿Se acuerdan de este texto? Pues todos los Gastrocafres se llevaron un ejemplar de “Un camino a través del infierno”, de ese crack que es Javier Hernández Velázquez.

Gastrocafres Un camino a través del infierno

Con el compromiso de leerlo y de arroparle en su prometida, inminente y deseada visita a Granada; y de disfrutar de párrafos tan potentes como éste:

“Me tumbé en el sillón y encendí la pantalla de plasma para visionar un Detroit-Portland de las finales de la NBA del 89. Los Pistons sí que eran tipos duros. Después de tocar fondo a finales de los setenta, la suerte regresó a la Motown cuando seleccionaron en el draft al base Isiah Thomas. Al año siguiente adquirieron al pívot Bill Laimbeer de Cleveland y al base Vinnie Johnson de Seattle. Luego llegaron Dumars, Mahorn, Salley y Rodman. El coach Daly comprendió que debían emplear un estilo agresivo que se ganó el apodo de los Bad Boys. En aquel grupo mi debilidad era Laimbeer, un Harry el sucio de las canchas.

 UN CAMINO A TRAVÉS DEL INFIERNO Laimbeer

Duro, arrogante, provocador, un tipo despreciable. Todos lo consideraban un matón, pero era mucho más que eso. Aquel malcarado, hijo de un multimillonario comerciante de diamantes, era uno de los pocos jugadores que se hubiese ganado mejor la vida fuera de las canchas que dentro de ellas”.

Excepcional velada Gastrocafre, en Restaurante Damasqueros. Repleta de risas, de conversaciones, de diversión y de creatividad.

Próximamente, más.

Ya veremos el cuándo y el dónde…

Jesús Lens

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