Catedral de Jaén, amor a primera vista

Fue un flechazo que, al terminar la visita física, se vio refrendado con la novedosa, pionera e inédita visita virtual. ¿Sabían ustedes que la catedral de Jaén es la primera de España en ofrecer un vuelo de cerca de cinco minutos a través de un casco con gafas de realidad virtual? Un viaje alucinante, emocionante y vertiginoso, créanme. 

 

Pero vamos a empezar por el principio. Y al principio fue el fresco. Era la frase más comentada el miércoles por la mañana en el Zaidín. “Pues esta noche, yo me he tenido que tapar”. Es justo que, tras varias semanas echando pestes de la infame ola de calor, saludemos a las bajas temperaturas de estos días como se merece. ¡Albricias!  

Y es que nuestra larga, intensa y prolija visita a la catedral de Jaén comenzó precisamente en mi quiosco de la zaidinera Avenida de Cádiz. Quiso la casualidad que, justo antes de salir de viaje, me saltara a la vista un especial de la revista Muy Interesante íntegramente dedicado al templo renacentista. ‘Un bello relicario para el rostro de Cristo’, lleva como subtítulo y cuenta con 200 páginas escritas por diferentes especialista de la Universidad de Jaén. 

Cambio de escenario. Nos situamos en lo alto del castillo de Santa Catalina. A nuestros pies, Jaén entero. O casi. ¿Y la catedral? ¿Dónde está la catedral? No la vemos. Vamos paseando por un camino habilitado hasta llegar al mirador de la Cruz Blanca. ¡Ahora sí! Ahí abajo está, tan recoleta. 

Nuevo cambio de rumbo. Caminamos por una calle estrecha del centro de Jaén al borde del mediodía. Al fondo se deja ver una de sus torres gemelas. Pero como en una calle perpendicular vemos una casa con fachada molona, giramos a la izquierda para retratar ese umbral, que a saber si luego seríamos capaces de volver a encontrarlo. 

Y así fue como, al fondo de otra calle estrecha, aparece la segunda torre. Y cuando llegamos al final para desembocar en la plaza de Santa María, ese amor a primera vista. ¡Qué maravilla! ¡Qué fachada! ¡Qué joya! ¡Qué preciosidad! ¡Qué simetría y elegancia! ¡Qué estatuaria! ¡Y esa balconada! Lo decía mi amigo Luis G. Chacón: “La de Jaén es una de las grandes catedrales de España. Lamentablemente, muy desconocida”.

Estoy muy contento por haber enmendado esa falta. Miren que he ido veces a Jaén, pero nunca había visitado su catedral como se merece. Hasta ahora. No me voy a extender en sus tesoros artísticos o arquitectónicos. Eso sí, como había tan pocos visitantes en el templo, pasé un largo rato a solas en la soberbia y racionalista sacristía diseñada por Vandelvira. ¡Qué sensación más portentosa! Me puse estupendo e hice un vídeo con un movimiento de cámara tan complicado que ríanse ustedes de Spielberg. 

Y no nos olvidamos de la famosa mona de la fachada gótica. ¿Conocen su leyenda? ¡Da miedito!

De hecho, nosotros apenas si la miramos para enfocar la cámara y hacerle una rápida foto, vayamos a pollillas…

Jesús Lens

Un paseo por la Cuenca abstracta

De repente, volvía a cruzar el espectacular Puente de San Pablo sobre el río Huécar que, en Cuenca, te lleva a las famosas Casas Colgadas. En la más espectacular, volante y llamativa se sitúa el Museo de Arte Abstracto Español, definido ‘el pequeño museo más bello del mundo’. 

Hace unos años, en el marco del festival negro-criminal Las Casas Ahorcadas, hicimos una exquisita visita guiada por una colección en la que contenido y continente se hablan de tú a tú, dándose la mano en íntima comunión. 

Aprovechando el cierre parcial y temporal del Museo de Cuenca, que afronta unas necesarias obras de climatización, nuestro Centro José Guerrero acoge una selección de algunas de sus piezas más emblemáticas, comenzando por el descomunal ‘Brigitte Bardot’ de Antonio Saura que se encuentra justo a la entrada. 

La Brilli según Saura

Ojo, que hablamos de arte abstracto. Esto no es pintura figurativa en la que la mítica actriz se presenta en toda su lozanía. Ni siquiera Pop Art serigrafiada al estilo de las Marilyn o Audrey de Andy Warhol. Para Saura, ese cuadro es “una ferviente prueba de amor”. 

—Si eso es amor, ¿cómo sería si la odiara?— podría decir algún malpensado. Y Saura le respondería: “Para realizar un retrato, la presencia del modelo cuenta menos que el fantasma mental por él forjado”. Y ahí la tienen, “una figura descoyuntadamente sexual”, de acuerdo a la ficha técnica del Museo.

Una observadora observa la foto en la que Geraldine Chaplin observa el cuadro de Saura

¿Qué quieren que les diga del arte abstracto? Que no hay que tratar de entenderlo. Solo dejarse llevar. Algunas piezas les dirán cosas. Otras, poco. Nada, incluso. Y siempre nos quedará el célebre aforismo de la ancestral crítica de arte confuciana: “esto lo podría haber hecho mi hijo de diez años”. O de siete. De cinco, incluso.

El Centro Guerrero también está arquitectónicamente concebido para hablarse con las grandes obras del pintor granadino que le da nombre. De ahí que alguna de sus Fosforescencias luzca tan bien en las paredes. Y no digamos ya los grandes ventanales que dan a la Catedral y que ofrecen una perspectiva inédita de sus partes más altas. El mirador de la tercera planta es una gozada, al margen de las obras expuestas. 

Visitante se tapa los ojos con el móvil para no quedar cegado por la Fosforescencia

Me han gustado, en fin, las arboledas granadinas en honor a Manuel de Falla, de cuyo autor he olvidado el nombre, las tersas superficies de Zóbel, los vientos del escultor canario Martín Chirino y los bloques de piedra de Oteiza. 

Vientos

Pero lo mejor ha sido recuperar las sensaciones de aquella tarde compartida con buenos amigos en Cuenca. Un viaje en el tiempo y en el espacio gracias al arte que nos permite asomarnos al interior de una de las más bellas Casas Colgadas desde el corazón de Granada. Hace unos años, por cierto, en Alhama, escuché a un guía voluntarioso, aunque escasamente profesional, menospreciar las Casas conquenses. Y todo por alabar las de su pueblo. ¿Qué falta hará?

Y ojo a lo que se viene a final de septiembre al Guerrero: Andrés Rábago, El Roto. ¡Exitazo seguro!        

Jesús Lens

Sueños de cómic y un carmen en Granada

Por fin lo he conseguido. Quedan un par de semanas para su clausura, aunque es posible que después vaya a Barcelona. La exposición ‘Cómic. Sueños e historia’ de CaixaForum Madrid es una gozada. De visita obligatoria para aficionados, es más que recomendable para neófitos que, a estas alturas de vida, todavía no tengan claro qué es eso del noveno arte, el arte secuencial. 

Podríamos decir que en ella está todo, empezando por el origen de la denominación ‘prensa amarilla’, gracias a (o por culpa de) una tira cómica protagonizada por un personaje muy salado: The Yellow Kid.

La cantidad de arte con mayúsculas por centímetro cuadrado de esta muestra es apabullante. Permítanme que me detenga en el original de nuestro Juanjo Guarnido para el primer álbum de Blacksad. La cara del gato detective fundida con la oscuridad de un negro deslumbrante es apoteósica. El humo del cigarrillo parte en dos un rostro duro y salvaje. Y están las pupilas, de un verde amenazador.

 

La profundidad de ese dibujo imanta y llama la atención de todo el que pasa a su lado. De hecho, conseguir un momento de vacío para hacer la foto nos llevó su tiempo, que es uno de los espacios más concurridos de la exposición. 

Me quedé muy flipado, también, con los paneles con las revistas de Tintin. ¡Qué viaje por la historia de la humanidad nos plantea el mítico personaje de Herge! Ojo a la retrospectiva del periodista que jamás dio una noticia que se podrá ver este otoño en el Círculo de Bellas Artes. Será de visita igualmente obligatoria. 

¿Y qué me dicen de Corto Maltés? ¿Y del western de Giraud y la fantasía de Moebius, uno y bio? ¿Y de los originales de Frank Miller para ‘Sin City’? ¿Y la presentación en sociedad del Spirit de Will Eisner? ¿Y…?

A la salida de la exposición de las momias —ya que estábamos, aprovechamos— entramos en la tienda para comprar el catálogo de la exposición y algunos gadgets tintinófilos. Y me encontré con un libro muy curioso publicado por Acantilado y del que no sabía nada. ‘La vida de los edificios’, de Rafael Moneo, habla sobre la mezquita de Córdoba, la lonja de Sevilla y “un carmen de Granada”. 

Empiezo a bichearlo y me encuentro con la fascinante historia del carmen de los Rodríguez Acosta, profusamente ilustrada y documentada, del que el célebre arquitecto habla así: “un edificio que siempre me había intrigado y al que consideraba y sigo considerando como uno de los más notables y valiosos construidos en nuestro país durante los años veinte”. 

Picado, empiezo a leer en la propia tienda-librería las páginas dedicadas a esa atalaya sobre la ciudad. “El solar en el que el pintor Rodríguez Acosta iba a levantar su casa/estudio concedía otra vez la primacía a la Alhambra, alejándola de lo que en aquellos días era el área más codiciada y valorada de Granada, la Gran Vía de la que la ciudad tan orgullosa estaba”. Les seguiré contando. 

Jesús Lens

Por Estados Unidos, en Madrid

Fue poner un pie en la calle, a las puertas de la Estación Sur, y concluir que aquello era insoportable. Es lo que tiene vivir en una interminable ola de calor desde hace semanas: ya no tratas de convencerte de que, en realidad, no es para tanto. Sí lo es. 

¿Habrá ola de calor en el Boston de antaño?

Aun así, me empeñé en ir al hotel a pie. Total, apenas eran dos kilómetros largos, según el GPS. Tres minutos después, cuando le dimos la dirección exacta al taxista, resultó que era otro hotel. De la misma cadena y recién adquirido, pero en justo en la dirección contraria. Sentí miradas de hielo taladrándome la nuca. 

Una vez descartada cualquier actividad que supusiera estar en exteriores, decidimos embarcarnos hacia los Estados Unidos: el museo Thyssen-Bornemisza tiene una exposición temporal dedicada a Alex Katz, precursor del Pop Art norteamericano, de lo más sugerente. 

A sus 95 años, el artista estuvo en la inauguración de la muestra, el pasado junio. Muñoz Molina escribía sobre el impacto de tenerlo enfrente. Le considera uno de los grandes maestros de la pintura y tiene algo de milagroso verle en persona pasear por delante de sus inmensos cuadros. Katz, que sigue levantándose todos los días a las 7.30 am para trabajar, dejó una de esas perlas para enmarcar: “Cuánto más viejo me hago, más me dedico a la pintura”.

DVD 1110 (10-06-22) El pintor Alex Katzs en rueda de prensa para la inauguración de su exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid. Samuel Sánchez

Pero el largo viaje a los Estados Unidos lo propone la parte de la colección Thyssen dedicada al arte del gran país norteamericano. Una selección de 140 obras que comienza con el paisajismo panorámico de las grandes praderas, las montañas, los ríos y los valles. Historia, medio ambiente y ciencia son los grandes protagonistas de esta primera parte de la muestra. Continúa con el desarrollo urbano, la política y la complicada integración de las minorías nativo y afro americanas.

Como en Madrid, en agosto, apenas estamos un puñado de turistas extraviados, pasear por el Thyssen es una gozada. Frente a mi cuadro favorito del museo, el famoso ‘Habitación de hotel’ de Hopper, de temática tan veraniega, estuve un buen rato sin nadie alrededor. Adoro a esa mujer sola con sus maletas. Está recién cambiada de ropa y, sentada al borde la cama, comprueba los horarios de los trenes en una hoja de papel que sostiene sobre sus piernas. Se suele decir que Hopper es el pintor de la soledad. En ese cuadro, yo veo a una mujer valiente y decidida, con toda su vida por delante, que ha cogido las riendas de su destino y decide a dónde quiere ir, sin darle explicaciones a nadie. 

Como amante del western, disfruté de Thomas Cole y de las grandes pinturas de Albert Bierstadt sobre las cataratas de San Antonio, que ya eran una fabulación. De los indios de Russell y Remington y me fliparon los puntos de fuga de la autopista de ultramar de Ralston Crawford. Y el fotorrealismo de Estes, claro. Una maravilla, esto de viajar a USA sin visado y sin hacer cola en el aeropuerto.

Jesús Lens

La vida sigue, pero no igual

Me impresionó leer en ABC a la historiadora ucraniana Natalia Yakovenko, que decía sentirse “ansiosa y con mucho miedo” en Kyiv, mientras esperaba la llegada de los rusos encerrada en su apartamento de la capital. “Lo que más me ayuda es mi trabajo de traducción. Llevo dos años traduciendo ‘Ab Urbe condita’ del historiador Tito Livio al ucraniano. Livio es mi pareja, mi acompañante en estos días de zozobra, es un poco imperialista, pero su trabajo es enorme”, terminaba bromeando.  

Mientras seguimos los partes de guerra y las declaraciones de Biden en las que menta la Tercera Guerra Mundial, tomo cervezas, como cochinillo, veo baloncesto y hago planes culturales. Así es. Estamos ultimando el programa del festival Gravite, por ejemplo. Con el patrocinio de CaixaBank, irá del 22 de mayo al 2 de junio. Al menos, así lo hemos programado.

Pero no hay que mirar tan lejos. Esta misma semana, Granada puede presumir de una actividad cultural desbordante. El miércoles, y ahí tengo el corazón ‘partío’, coincide la presentación de lo más reciente de mi querido Enrique Bonet en el Ateneo con una charla a la que le tengo muchas ganas: ‘La primera página del Quijote’, a cargo de Pedro García Martín, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid. Será en el Teatro CajaGranada y mañana le dedicaré ‘El rincón oscuro’, mi sección semanal sobre cultura negrocriminal.

El jueves acompañaré a mi amigo Juan Antonio Malo en una conversación a propósito de su sorprendente novela, ‘La colonia tiria. Siervo de Sapas’. Será también a las 19.30, en la librería Troa del Zacatín. Digo sorprendente porque de Juanan me hubiera esperado una guía montañera de rutas por Sierra Nevada, el Geoparque o la Almijara. O un libro de cuentos sobre mitos y leyendas de La Alpujarra. ¿Pero una novela histórica sobre los fenicios, tan bien documentada y mejor escrita? Eso nos lo tendrá que explicar el autor, con pelos y señales. 

Y ojito a la temporada de exposiciones. Sobre la de Fortuny tenemos que hablar, largo y tendido, y a no mucho tardar, que le queda poco. Pero ojo a la de Javier Seco en Arrabal & Cía. Le descubrí, años ha, en Orce y me quedé flipado con su propuesta. Deseando estoy ver esta: seguro que es provocativa, imaginativa y deslenguada, marca de fábrica de un artista irreverente, libérrimo y desprejuiciado. Y el próximo viernes vuelve Juan Vida a Condes de Gabia con ‘Vida entre amigos’, una selección de su obra repartida entre la gente de su entorno y que, por tanto, es un lujo ver expuesta al público. 

De conciertos no hablo, que sigo sin ir a las salas y no entiendo por qué, de verdad se lo digo. No sé si todo esto tendrá sentido, con lo que pasa ahí fuera. Imagino que tan poco como traducir a Tito Livio en Kyiiv, esperando la llegada de los tanques y misiles rusos. 

Jesús Lens.