Carchuna & Corto Maltés

Quiso la casualidad que, ayer lunes, día en que se celebraban los 50 años de la publicación de la primera aventura de Corto Maltés, estuviéramos en la Costa Tropical, con Concepción Abarca y CAJAGRANADA Fundación, entregando unas sillas anfibias para las playas de Carchuna y Calahonda.

50 tacos ha cumplido ya el marinero surgido de lo más profundo del océano -y de la fértil y portentosa imaginación de Hugo Pratt- una ocasión extraordinaria para reflexionar sobre un tema en el que no solemos reparar: la dificultad de acceso al mar para miles de personas de movilidad reducida.

 

El mar, sinónimo de goce y disfrute, de aventuras náuticas, de intrépidas singladuras, de catamaranes que surcan las aguas a toda vela, del descubrimiento submarino de los fértiles fondos marinos o del surf más espectacular; es terreno vedado para personas que, por su avanzada edad o por accidentes y desgraciados avatares de la vida, no pueden valerse por sí mismas. Para miles de personas, algo tan aparentemente sencillo como darse un chapuzón, en la orilla del mar, es imposible.

Una sociedad es tanto más avanzada cuanto mejor cuida y protege a su gente más necesitada y vulnerable. Y hacer posible que ancianos y personas parapléjicas o tetrapléjicas se bañen en las aguas del Mediterráneo, con seguridad y en unas condiciones dignas, es justo y necesario.

 

Lo decía David, responsable de Serviola que gestiona el servicio de sillas anfibias: las caras de satisfacción de gente que lleva años sin tocar las aguas del mar, cuando por fin consigue bañarse, no tiene precio. “Los hay que lloran, que te abrazan y que hasta tratan de invitarte en el chiringuito más cercano”.

 

Como chuchero de toda la vida, aunque últimamente ejerza poco, me produce una íntima a la vez que inmensa alegría que dos de nuestras playas más cercanas sean accesibles. Ha sido un empeño feliz de Conchi Abarca, peleona presidenta de la ELA Carchuna Calahonda, que se ha anotado un importante tanto para la comunidad.

Me gusta esta mujer, su carácter y su claridad de ideas, que dejó pasar las Banderas Azules –y la consiguiente foto- por no entrampar a Carchuna y a Calahonda en unos gastos inasumibles; ejemplo práctico de cómo no sobrepasar eso que se ha dado en llamar “el techo de gasto”. ¡Enhorabuena y a celebrarlo, con un baño… y un álbum de Corto Maltés!

 

Jesús Lens