31 noches

Me gustan las historias contadas por un muerto. No me refiero a historias de zombis (que también) o de terror, sino a las historias normales, negras y criminales, que comienzan con un muerto que tiene algo que contar. El ejemplo por antonomasia es, por supuesto, El crepúsculo de los dioses, con el cadáver del narrador flotando en la piscina.

31 noches escolar

Y, en su dimensión literaria, el último libro al que me he enfrentado que parte de dicha premisa es 31 noches, de Ignacio Escolar. Y digo bien libro, que no novela, porque esta historia es uno de esos relatos veraniegos publicados por entregas en el extinto diario Público, tan llorado como escasamente apoyado. Comprado, o sea.

(Sigue leyendo, en una de nuestras webs hermanas, Calibre 38)

 

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