Problemas técnicos a gogó

¡Qué cosas! Al final va a resultar que los problemas técnicos, los flecos pendientes del AVE, son los mismos para el gobierno del PP y para el del PSOE. Los afectados y perjudicados, eso sí, somos siempre somos los mismos: los granadinos. Y los visitantes a Granada, por supuesto.

Los caprichos del destino van a hacer que, presumiblemente, el viaje inaugural de la Alta Velocidad a Granada esté protagonizado por socialistas: Pedro Sánchez vendrá desde Moncloa, Susana Díaz desde San Telmo y Francisco Cuenca les recibirá en la Plaza del Carmen. Pero antes, habrá ruido. Y quejas. Y protestas. Las mismas que hubiera habido de seguir Rajoy en el gobierno… pero del signo contrario. Lo que demuestra que la política, en muchos casos, más que una cuestión de oportunidad, lo es de oportunismo. Y que las cosas salen -o dejan de salir- a pesar de los políticos, más que gracias a ellos.

Lo escribí tras la penúltima y fallida concentración de hace unos meses, convocada por el PSOE, digo la Marea Amarilla, frente a la Delegación del Gobierno, para protestar por el aislamiento ferroviario: una vez terminadas las obras del AVE, las presiones para acelerar las cosas no eran más que ganas de enredar: si para la puesta en marcha del Metro fueron necesarios meses y meses de recorridos en prueba, hasta el infinito y más allá, ¿qué no será necesario -y aconsejable- para el AVE?

Ahora han cambiado las tornas y, donde pedía calma, prudencia y tranquilidad, el PP exige diligencia y resultados inmediatos. A sensu contrario, ahora es el PSOE quien va a su bola, que ni siquiera consta el acuse de recibo de la carta enviada por Cuenca a Fomento.

Parte de lo bueno de la moción de censura y del cambio de gobierno ha sido el caos generado: a unos les ha obligado a modificar el paso a marchas forzadas y a otros les ha desenmascarado, dejándoles desnudos frente al espejo.

Lo malo, claro, es la sensación de desamparo que nos queda a los ciudadanos, indignados ante este juego de la gallinita ciega en el que única política activa que practican PP y PSOE es torpedearse mutuamente. El mira-tú solo encuentra respuesta en el pues-anda-que-tú. Mientras, la casa sin barrer, otro verano de Granada sin trenes y lo que te rondaré, morena.

Jesús Lens

Para quien no brilla la luz

Ando inquieto y nervioso, de cara a la presentación literaria de esta tarde, a las 19.30 en la librería Picasso, con mi compañero columnista y, sin embargo amigo, José María Pérez Zúñiga.

Será la última presentación hasta Granada Noir 4, que la temporada ha sido larga y fructífera desde la Feria del Libro hasta aquí, con el paso por nuestra ciudad de José Luis Ordóñez, Gustavo Abrevaya, Alicia Giménez Bartlett, Antonio Lozano, Leonardo Padura, Toni Hill o Lorenzo Silva… ¡casi, casi un festival en sí mismo!

Estoy intranquilo porque “Para quien no brilla la luz” es una novela profundamente desasosegante. Una combinación de género negro y terror que me lleva alterando el sueño las últimas noches, por mucho que yo, como ustedes, sepamos que los vampiros no existen.

Al menos, los vampiros que nos han contado la literatura y el cine, con sus colmillos puntiagudos, su dificultad para apurar el afeitado frente al espejo del cuarto de baño y su pasión por la sangre, pero en crudo y sin intermediarios, de la huerta a la mesa; que a los vampiros no se les conoce pasión por la morcilla. Al menos, no que yo sepa.

Y, sin embargo, el vampirismo sí existe. El vampirismo como fenómeno sociológico. El vampirismo económico. El vampirismo emocional. Lo sostiene José María, cuando recuerda a Claude Kappler: “Si el vampirismo fascina, es porque representa, con inmensa fuerza, una imagen del hombre contemporáneo”.

El vampiro contemporáneo se esconde detrás de diferentes máscaras. Entre la gente tóxica, por ejemplo. Esa gente que tiene la extraña costumbre de enredarnos en sus propios problemas una y otra vez, más allá de nuestros deseos y de nuestra voluntad.

Los vampiros se encuentran entre los compañeros de trabajo que escalan posiciones por la vía de pisotear a los demás. O entre esos jefes que abusan de sus empleados para medrar, que consiguen sus objetivos personales a costa de la fuerza vital de sus subalternos. ¿Y qué decir de la corrupción, esa lacra, esa peste que nos chupa la sangre hasta dejarnos literalmente secos?

Los vampiros nos siguen enamorando, como bien señala José María, porque nos brindan la posibilidad de ser otros. De ser diferentes. De ser omnipotentes. Pero esa es su dimensión fantástica. En la real, los vampiros nos estrujan y nos explotan… hasta reducirnos a la condición de zombis.

Jesús Lens

Un Festival nuevo

“El festival debe estar conectado con lo sensorial”, decía Pablo Heras-Casado, hablando sobre su primera edición a la batuta del Festival de Música y Danza de Granada, con Francia como gran protagonista del 2018.

Pablo Heras Casado con el Embajador de Francia

“Me interesa contar una historia, la historia del Festival y de la influencia que tanto el ciclo como la ciudad han tenido en la historia de la música”, seguía diciendo el nuevo director de la cita musical por antonomasia de la Granada cultural.

Historias y sensaciones. Influencia, creatividad e inspiración. Porque Granada inspira. Aunque a veces parezca expirar. Inspiró, por ejemplo, a Debussy, sobre el que Pablo Heras-Casado decía que “es un músico que compuso sobre Granada sin haber estado nunca en ella… Apenas conoció a Falla, pero ambos se influenciaron mutuamente”. Que menudo mal rollito para la hostelería…

Debussy ha sido el gran protagonista del fin de semana en el Palacio de Carlos V, merced a la orquesta Les Siecles, que ha venido al Festival con el apoyo de la Embajada de Francia y de la Alianza Francesa de Granada, cuya impronta en el panorama cultural de nuestra ciudad es cada vez más importante, visible y apreciable.

Foto: Alfredo Aguilar

No soy experto en música clásica y poco les puedo anticipar sobre Les Siecles y la selección de piezas elegidas para sus conciertos, pero me gusta que no sea más de lo mismo. Que no solo de la Quinta Sinfonía de Beethoven y de las Valquirias de Wagner puede vivir la melomanía más entendida y exigente, efectivamente.

Es como cuando éramos chaveas y salían las recopilaciones Monstruo con los Grandes Éxitos del año, los temas más pegadizos y facilones. O esos Gratests Hits que las compañías de discos sacaban de sus grupos de cabecera cuando no tenían álbum nuevo. Música muy reconocible y trillada, agradecida y previsible, pero que solo apelaba al pasado y a la nostalgia, sin capacidad de sorpresa u originalidad alguna.

Me parece un acierto que el Festival se arriesgue buscando nuevos caminos y propuestas diferentes, alternativas y arriesgadas. Que uno de los retos autoimpuestos por Pablo Heras-Casado es la producción de espectáculos ex profeso, únicos y originales para su estreno en Granada, durante los próximos veranos.

Y ahí es donde se va a comprobar si, efectivamente, estamos ante un Festival nuevo o, sencillamente, ante nuevas ediciones del Festival de toda la vida.

Jesús Lens

Y Granada va…

¿Soy yo o la llegada del calorazo ha aplacado a la gente de Granada? En realidad, todo empezó antes, que la moción de censura nos descubrió tapados con el edredón fino al amanecer y vistiendo rebequita al salir de casa.

El caso es que la velocidad y la intensidad de la política nacional e internacional -y el oasis neuronal que provoca el Mundial, no vamos a negarlo- han hecho que las cosas de casa pasen a un segundo, tercer y hasta cuarto plano.

Al alcalde le siguen acusando de postureo y ubicuidad, faltaría más. Pero sin mucho énfasis ni agresividad. El PP parece estar aletargado, a la espera de saber por quién doblan las campanas en el próximo Congreso Extraordinario.

Con respecto a la modificación de los recorridos de los autobuses, se ha anunciado, modificado y postergado tantas veces que, cuando llegue, no tendremos ni pajolera idea de qué línea coger. Menos mal que, como nos pillará en lo peor del horror estival, nos dará lo mismo dónde acabar y apearnos… siempre que funcione el aire acondicionado, eso sí.

Ha salido elegida la nueva secretaria general de Podemos en Granada, Lilian Bermejo, pero como tratar de desentrañar qué es actualmente Podemos resulta más complejo que entender el misterio de la Santísima Trinidad, no se le presta una mínima atención.

Lo local, a escala global, sí que parece ir bien. O, al menos, no va mal. Por ejemplo, los nombramientos de María José Rienda y José Antonio Montilla como Secretarios de Estado del nuevo gobierno socialista. Y el trabajo de Pedro Duque en favor de la candidatura granadina para el IFMIF-Dones, el acelerador de partículas en que tantas esperanzas tenemos puestas.

El legado lorquiano, que ya sí que sí parece que viene, de una vez por todas. Que alegrarse por ello no resulta incompatible con querer saber cómo, por cuánto y por qué. Ahí, el nuevo Ministro de Cultura, José Guirao, puede aportar luz.

¿Y de los trenes que no llegan? ¿Y de la entrada soterrada del AVE? ¿Y de Rules como piscina gigante? ¿Y de las playas sin arena, en roca viva? ¿Y de la margen izquierda del Darro? ¿Y del campo de golf de Motril? ¡Piano, piano! Ahora, centrémonos en lo realmente importante: los tobillos de Diego Costa, las muñecas de De Gea… y la garganta de Joaquín Sabina.

Jesús Lens

Voces de barra

Llevaba varias horas escribiendo, desde antes del amanecer. Estaba cansado de escuchar nada más que las voces de dentro de mi cabeza, por lo que me puse unos vaqueros, me cambié de camiseta tras comprobar que los alerones todavía aguantaban sin dar demasiado el cante y me bajé al bar.

No me apetecía tanto hablar cuanto pegar la oreja a las conversaciones ajenas, por lo que decidí irme a un garito diferente a los habituales, cambiando la avenida de Cádiz por la de Dílar. Aunque eran cerca de las doce del mediodía, pedí café. Al poco de estar allí, entró un habitual del barrio, cargado de bolsas. Saludó a la Mari como se saluda a un familiar querido y se justificó por la birra que la camarera empezó a servirle sin siquiera haberla pedido:

—Llevo ya no sé cuántas vueltas, comprando pescado, la fruta, la carne… Me tomo una y me voy, que me queda faena.

Se trincó medio tercio de un trago, pagó y, con la vuelta, se fue a la tragaperras, que no tardó en silenciar la salmodia de la tele con un furioso torrente de monedas.

—¡Náááááá! Que estaba madura ya— comentó cuando le di la enhorabuena, mientras hacía columnas de diez monedas de euro—. ¡Mari, ve echando otra cerveza, que el Cabezabuque asoma por la puerta y habrá que invitarle!

Tampoco era para tanto, la cabeza del recién ingresado. En vez de acomodarse junto a su colega, me rodeo por detrás, dejándome situado entre ambos. Empezó entonces ese duelo de ingenios propio de las barras de los bares, lanzándose pullas a modo de dardos falsamente envenenados. Llegó el turno de Cabezabuque:

—¡Mari, échale a ese otra cerveza, pero cámbiale el vaso, que debe estar roto, por lo rápido que se le vacía!

Llegados a ese punto y rematado mi café, estuve en un tris de pedir un tercio de Alhambra Especial, pero una de las voces que llevaban acompañándome desde la madrugada se puso seria y me recordó lo que pasaría si pedía la birra…

Y aquí me tienen, contándoles lo que pudo ser y no fue una de esas farras imprevistas, improvisadas e impremeditadas que se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo terminan.

¡Bares, qué lugares! Esos bares de barrio que tanto hacen por vertebrar la sociedad de forma discreta, sorda y silenciosa.

Jesús Lens