De trabajos y puentes

Cuando terminó la marcha del 1 de mayo, aunque estaba nublado y hacía fresco, buena parte de los manifestantes aprovecharon el mediodía festivo para tomarse unas cañas y unas tapas en diferentes bares de Granada, tranquilamente y como es menester. La paradoja es que, de acuerdo con las estadísticas y los informes que manejan los sindicatos convocantes de la marcha, muchos de los camareros que les atendieron estaban trabajando sin cotizar a la seguridad social y cobrando en negro.

El 1 de mayo, fiesta del Trabajo, representa muchas de las grandes contradicciones de las sociedades desarrolladas del siglo XXI. Para los trabajadores, los que tienen empleo en condiciones dignas, es una ocasión perfecta para hacer puente y marcharse a la playa, a la montaña o salir de viaje, aprovechando el parón escolar. Tiempo para descansar y recargar las pilas. Para desconectar, de acuerdo con la jerga habitual.

En España hay una clase media trabajadora y afortunada que, aun así, cada vez cobra menos dinero, dado que sus sueldos suben una miseria mientras que el coste de la vida lo hace en proporción muy superior. Lo mismo que les ocurre a los pensionistas. Una clase media trabajadora que vio caer su poder adquisitivo, en 2017, casi dos puntos, según Adecco. Unos 450 euros anuales. ¡Y eso que la Crisis ya ha terminado!

Una clase media trabajadora que, además, se ve obligada a echar más horas que un reloj, sin cobrarlas y dando las gracias. Una clase media trabajadora que sabe cuándo empieza su jornada laboral, muy temprano, pero que nunca puede prever cuándo volverá a casa.

Una clase media trabajadora que, en cuanto puede, justifica sus más de cincuenta o sesenta horas de curro semanal efectivo llenando las terrazas de los bares, los chiringuitos y los hoteles rurales o yéndose de Crucero. Si no, ¿qué sentido tiene todo?

Sin embargo, los parados de larga duración y/o de más de 55 años, la juventud en precario, lo que antes se llamaba el proletariado; no se siente representado por las centrales sindicales que toman las calles, el 1 de mayo. Existe un número creciente de trabajadores sin trabajo u obligados a currar en condiciones lamentables que se sienten completamente excluidos de las estructuras tradicionales de nuestra sociedad. Y todo ello, antes de ser invadidos por los robots. Una situación compleja y contradictoria.

Jesús Lens