El cercano Oeste

Vas paseando por los anaqueles de la librería y, de repente, reparas en un título que parece especialmente dirigido a ti: “El lejano Oeste”. Y, en la sección dedicada al cómic, “Un disparo en el desierto”.

Los coges. Los hojeas. Un águila sobrevuela el valle. Las viñetas acercan su majestuoso vuelo al lector hasta que un primer plano del ojo refleja lo que parece una diligencia. Pasas la página. Efectivamente. Una diligencia atraviesa un terreno baldío. Y los bocadillos, que anticipan: “Los desiertos… están llenos de secretos”.

A partir de ese momento, ya estoy atrapado. Pero una pregunta no deja de rondarme: ¿qué editorial, loca perdida, habrá sido capaz de editar dos historias del Oeste, una en formato de novela ilustrada, y la otra en formato cómic, en pleno siglo XXI? La respuesta resulta estar no tanto en el viento cuanto en los aires nazaríes que respira la editorial granadina Traspiés, cuya colección Vagamundos, especializada en libros ilustrados, es una gozada.

El del Oeste es un género al que nos gusta dar por muerto -recuerden que mi (pen)último libro se tituló precisamente “Muerte, asesinato y funeral del western”-, pero que felizmente se resiste a morir, como Juan de Dios Salas demostró con uno de sus últimos ciclos del Cine Club Universitario, proyectando joyas del neo-western contemporáneo como “Bone Tomahawk”, “Slow West” o “Deuda de honor”.

Si son ustedes usuarios de Netflix, deben ver “Godless”, una magnífica serie a la que el protagonismo de las mujeres confiere una dimensión revolucionaria. Y si no la vieron en su momento, no se pierdan la miniserie “Hatfields & McCoys”, con Kevin Costner y Tom Berenger. Una pena, eso sí, que a Natalie Portman no le saliera demasiado bien su apuesta por el Oeste, que “La venganza de Jane” no está demasiado allá.

Tarantino, los Coen e Iñárritu han filmado oscarizados westerns y ya llega la segunda temporada de “Westworld”, una distopía futurista que transcurre en un parque temático sobre el Far West. Así las cosas, enhorabuena y gracias a Traspiés, por sus libros ilustrados sobre un Lejano Oeste muy, muy cercano.

Jesús Lens

Una mirada reivindicativa

Fue verla y lanzarse a besarla. Un gesto espontáneo que fundió en un sentido y cálido abrazo a María José con Carmela. Y, tras ella, Sandra e Higinio, con el mismo cariño.

Serían las once y media, durante la inauguración del Centro de Día de la Residencia Fray Leopoldo, en el Serrallo, cuando la consejera de Igualdad de la Junta, el delegado y la delegada de gobierno; entraron a una sala llena de mayores. Entre ellos, Carmela, guapa y perfectamente arreglada. Frente a ella, su andador. Sobre el andador, unos papeles. Y, escrutadora, vivaz y traviesa, su mirada.

Carmela es Carmen Castillo, una luchadora que ha estado en mil frentes de batalla y cuyo ser peleón sigue activo: los papeles que tenía sobre su andador son más de 600 firmas, recogidas entre los internos de la residencia, sus familiares y vecinos del entorno, solicitando que el S1 llegue hasta allí arriba, lo que facilitaría la vida de todos.

Cuando terminó el alboroto de gente y la tranquilidad volvió a reinar en Fray Leopoldo, estuve un rato hablando con Carmela, a la que se le humedecían los ojos recordando a su marido y su casa en Bobadilla, barrio por el que tanto peleó. Me contó cómo eran las calles del barrio, sin pavimentar, y cómo se ponía todo de barro en cuanto caían cuatro gotas. También sonreía y se le perdía la mirada en el infinito, evocando lo mucho que consiguieron los vecinos, con su actitud peleona y reivindicativa.

Carmela tuvo bellas palabras para Antonio Jara y su paso por la alcaldía y, sin perder el pulso de la actualidad, encorajinaba a otro alcalde del PSOE, Paco Cuenca, para que resista en la Plaza del Carmen y deje huella, igual que hizo Jara en su momento.

Y es entonces cuando vuelve a blandir, orgullosa, las firmas recogidas estos días. E insiste: a los residentes de Fray Leopoldo, el S1 les facilitaría mucho la vida y les conectaría con la ciudad. También haría mucho más cómodas las visitas a la residencia a amigos y familiares de los mayores. Sin olvidar que todo el entorno es residencial y hay decenas de pisos y apartamentos.

Ahora que Movilidad está recabando opiniones y sugerencias entre los granadinos, para terminar de afinar el sistema de transportes, que no caiga en saco roto la reivindicativa mirada de Carmela.

Jesús Lens

Cultura de vacaciones

Es posible que usted, tras las procesiones y las saetas, tenga ganas de cultura. Y que, para saciar su sed, haya pensado ir hoy al Centro Lorca a ver “Una habitación propia”, con los primeros objetos y documentos del Legado lorquiano que, por fin, han llegado a Granada.

No se moleste. Se encontrará con la puerta de la habitación cerrada. Lo que no es de extrañar, ya que es lunes. Mucho más incomprensible resulta comprobar que el Centro Lorca ha estado cerrado buena parte de la Semana Santa, como nos contaba ayer Javier Barrera en una pieza imprescindible que contrastaba las grandilocuentes palabras de nuestros prebostes institucionales con la cruda realidad. (Léanla AQUÍ)

A nuestro Ayuntamiento le duele y le rechina la comparación con Málaga, en materia cultural. Pero las cifras son las cifras y los datos hablan por sí mismos: mientras el Museo Picasso ha abierto sus puertas todos los días y en horario continuo durante la Semana Santa, encontrar las puertas abiertas en el Centro Lorca era más difícil que ganar la Bono-Loto.

Nuestros representantes institucionales tienen la boca tan llena de cultura como vacíos los bolsillos que deben administrarla. Y así, no se puede. No se puede ir vendiendo la Capitalidad Cultural y ser cicateros con el presupuesto que debe soportarla.

Es inadmisible y resulta bochornoso inaugurar a bombo y platillo la exposición dedicada al legado lorquiano y constatar que, en plena Semana Santa, es una gran desconocida en la Oficina de Turismo de la Plaza del Carmen. Desconocida la propia exposición… y el Centro Lorca en sí mismo.

El mayor riesgo de un político es no enterarse de lo que pasa por la calle. Y el gobierno municipal del PSOE empieza a dar muestras de estar viviendo en una burbuja cada vez más alejada de la sociedad y de la realidad de los ciudadanos.

 

¿Conocía alguien, en el Ayuntamiento, los horarios del Centro Lorca para la Semana Santa? Los de las procesiones sí se los sabían al dedillo, que ahí no han faltado, dejándose ver entre medallones, trajes oscuros y olor a incienso.

Francisco Cuenca hace de la cultura santo y seña de su discurso. Empieza a ser imprescindible que, en el año que queda de aquí a las elecciones, las partidas presupuestarias demuestren un compromiso que vaya más allá de las buenas palabras y las mejores intenciones.

Jesús Lens

Polemiquillas

Una de las mejores cosas que tiene viajar al extranjero es que te alejas físicamente de tu entorno, pero también lo haces emocional y sentimentalmente. Y no hay nada que le siente tan bien a según qué relaciones como poner distancia de por medio.

Tánger está geográficamente pegado a Andalucía. De hecho, solo son catorce kilómetros los que distan entre Tarifa y la ciudad marroquí. Pero nunca separaron tanto 14 kilómetros, para lo bueno y para lo malo.

Viajar a Tánger es cambiar de país, continente, cultura, religión, idioma y paisaje. Viajar a Tánger es hacer un corto viaje en el espacio, pero un trayecto mucho más largo en el tiempo. Y en la memoria.

Por eso, al volver a casa y aunque solo estuve cinco días de periplo por tierras rifeñas, me sentía muy distanciado de muchas de las cosillas que, por aquí, generan polémica y discusión, consumiendo el tiempo, el esfuerzo, las neuronas y la capacidad dialéctica y argumentativa de nuestros vecinos.

Que si la Legión, su himno y los novios de la muerte, que si las banderas a media asta, que si la iluminación o el ensombrecimiento del recorrido de determinados desfiles procesionales, que si el ruido y el colapso del centro de la ciudad… En concreto, el intercambio epistolar y tuitero entre una cofradía y diferentes administraciones por no apagar más luces a su paso, ha resultado de lo más entretenido.

A lo largo de mis jornadas en Tánger he tenido ocasión de conversar e intercambiar opiniones sobre algunos de los temas que sí nos afectan realmente, como el aislamiento ferroviario. Mis contertulios, sin embargo, no tenían ni idea de quién era ese médico que aquí lo peta. Y no quiero pensar qué cara habría puesto la gente de Cádiz, Sevilla, Las Palmas o Barcelona si hubiera tratado de explicarles que estos días, en Granada, el tema de conversación era el grado de luminosidad del alumbrado público al paso de una procesión.

AVE sí, pero no Ay, sí!

Por supuesto que en cada barrio, ciudad y pueblo; asuntos tan peregrinos como ese copan la conversación entre vecinos. Y precisamente por eso, insisto, es tan importante irse: nos ayuda a relativizar la teórica importancia de según qué chuminás y folletaícas que, contempladas desde la distancia, acaban dando risa.

¡Ay, si estuviéramos menos pendientes de la vida de los demás y más preocupados por nuestro propio comportamiento…!

Jesús Lens