El Amazon Post

Tengo muchas ganas de contarles todo lo que dará de sí la presentación de “Vidas cipotudas” y, en especial, la conversación con Jorge Bustos sobre periodismo. Por cierto, ¿han descubierto ya qué granadino figura en la lista de treinta y cinco empecinados cuyos apuntes biográficos ha escrito Jorge? (Más, aquí, sobre el libro presentado en el Lemon Rock)

El caso es que una de las preguntas que tengo para él versa sobre la película “The Post”, estrenada en España con un título más genérico y explicativo: “Los papeles del Pentágono”, cinta imprescindible de Steven Spielberg que hay que ver, sí o también.

Muchas personas nos enamoramos del periodismo a través de la película “Todos los hombres del presidente”, programada en el ciclo La verdad sea dicha de CajaGranada Fundación para el próximo martes 20 de febrero, una casualidad nada casual que nos invita a hacer un excelente programa doble cinematográfico. Para esa gente, el Post es sinónimo de libertad de prensa, periodismo de investigación, compromiso ético y moral, fiscalización del poder y, a la vez, del papel de la prensa como cuarto poder.

La película protagonizada por Meryl Streep y Tom Hanks viene a aquilatar esa percepción del Post -y, por extensión, del periodismo en general- como uno de los pilares básicos de la democracia, aprovechando para hablar de temas tan candentes como el de la censura, las filtraciones de supuestos secretos de estado o el papel de la mujer en el mundo de la empresa.

Conviene ver la película sin dejarse imbuir por la nostalgia de las viejas redacciones, las linotipias, las rotativas y los camiones de reparto de prensa. Conviene verla, sin embargo, prestando mucha atención al conflicto que enfrenta al actual propietario del Washington Post con sus trabajadores. Porque, si ustedes recuerdan, la mítica cabecera fue comprada en 2013 por Jeff Bezos, el multimillonario dueño de Amazon, cuando se encontraba seriamente amenazada por su falta de rentabilidad.

Recortes, recortes y recortes; es lo que denuncia la representación sindical del Post ante el endurecimiento de las condiciones laborales de la plantilla del periódico. Bezos, por su parte, recuerda que él salvó el Post de la ruina y ha conseguido insuflarle vida.

Otro magnate, en este caso de la investigación médica, ha comprado Los Ángeles Times, otra cabecera mítica. Y un concepto detrás de estas adquisiciones: desarrollo tecnológico para sus ediciones on line, que serán de pago… o no serán.

Jesús Lens

Porta vozas

El problema de usar un término como portavoza es que, por mucho que se empeñen, no fomenta el lenguaje inclusivo: se trata de un atentado lexicográfico de tal calibre que solo ha servido a Podemos para copar titulares… y extender una cortina de humo sobre cuestiones más candentes.

Resulta irónico escuchar a Monedero quejarse de que la polémica levantada por el uso de “portavoza” por Irene Montero esté desviando la atención del tema realmente importante: la brecha salarial. Y lo dice como si hubiera una conspiración contra ella, como si el uso del palabro hubiese sido un error, un lapsus linguae, un desliz impremeditado. Y no, oigan: Montero sabía perfectamente la que se iba a montar con el uso de la portavoza y ha preferido ganar titulares incendiarios y notoriedad momentánea a costa de sacrificar el mensaje, lo que podría hacernos pensar que, en realidad, el mensaje le importaba bien poco.

A Podemos empieza a pasarle como al amigo chistoso con el que sales de cañas: resulta simpático la primera media hora, pero a partir de la tercera cerveza, se hace cansino con sus bromas y gracietas continuas.

La política de gestos de Podemos nos sorprendió, en su momento, por fresca y desenfadada. Aquello de regalarle “Juego de Tronos” al Rey, por ejemplo, fue un puntazo. Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo, el partido de Pablo Iglesias se va quedando sin fondo, pura fachada proclive a la aparatosidad más vacua y al ruido mediático más vacío.

El gran estratega de la nueva política se ha demostrado un tactista de visión limitada con demasiado querencia por la contemplación de su ombligo, siempre rodeado de animosos y complacientes palmeros. Con cada nueva boutade llamada a epatar y a desencadenar el ruido y la furia mediáticos, Podemos muestra las desnudeces de un partido sin programa definido que defiende una cosa y la contraria en temas tan delicados como el nacionalismo.

Así las cosas, tratar de impulsar la causa del feminismo a través del uso de palabros como portavoza se me antoja un fútil ejercicio de inutilidad manifiesta.

Jesús Lens