Política de tierra quemada

¡Cuántas veces nos empeñamos en complicarlo todo, tratando de hacer planes que, a modo de una eterna partida de ajedrez, contemplan infinitos escenarios, propuestas, respuestas, ofertas y contraofertas!  Entonces llega el fuego y lo arrasa todo, dando por finiquitado el cuento de la lechera.

Hace unos meses, tras el incendio de Doñana, corrió como la pólvora el bulo de las recalificaciones urbanísticas al calor de la tierra calcinada. La opinión generalizada: se trataba de un incendio intencionado con intereses especulativos. La Junta se las vio y se las deseó para convencer al respetable de que no habría recalificaciones y las investigaciones posteriores confirmaron que el incendio se inició por una negligencia en una carbonería de la zona de las Peñuelas.

 

¿Se acuerdan del incendio que amenazó la Alhambra, a mediados del pasado julio? Todo el mundo dio por hecho que fue intencionado. Repasen la hemeroteca. Recuerdo que tuve un agrio cruce de palabras con una persona por el simple hecho de pedir prevención y prudencia a la gente, en verano (Leer AQUÍ el artículo). Un mes después, en agosto, el INFOCA determinó que el incendio se originó por un conato mal apagado, horas antes, “en una zona ubicada junto a un mirador y una piscina comunitaria en la que había botellas, papeles y colillas, y que uno de estos cigarros mal apagados pudo ser la causa de ese primer fuego”.

Arde Galicia. Un centenar de incendios, decenas de focos y la Conselleira del ramo declarando que detrás de ellos está la mano del hombre. Y, como telón de fondo, la polémica Ley de Montes del PP de 2015. Tres personas muertas, miles de hectáreas calcinadas, pérdidas millonarias, desolación, impotencia, rabia, miedo… y desinformación. Los bulos, otra vez, enseñoreándose de las redes.

 

No voy a ser tan ingenuo como para pensar que cien incendios simultáneos son fruto de la negligencia, la casualidad, las condiciones atmosféricas o la mala suerte. Ojalá que la policía consiga detener a los pirómanos… y a los inductores de los pirómanos. Pero sería muy importante clarificar en qué consiste la Ley de Montes, qué permite y qué no, cuando se trata de tierra calcinada por los incendios forestales.

También es básico que cada partido político explique su posición sobre el particular, para que lo tengamos claro. Más adelante. Ahora solo nos queda solidarizarnos con nuestros hermanos gallegos y llorar con ellos.

 

Jesús Lens