El periódico de la casa

—¿Se marcha usted?

 

—Sí, ya he terminado el café. Le dejo la banqueta.

 

—Vale, gracias. Y ya de paso, ¿me deja también el periódico?

 

—No lo siento. Éste es mío.

 

—¿Cómo?

 

—El periódico. Que es mío. Que no es el de la casa.

 

—¿Suyo? ¿Cómo que suyo? ¿Qué quiere decir con eso de que el periódico es “suyo”?

 

—Pues que lo he comprado. En el quiosco. Este ejemplar. Que lo he pagado y me lo llevo a casa.

 

—¿Sí? Pues no me lo creo. No me creo que haya pagado por un periódico que puede leer gratis. ¿No viene usted a esta cafetería de vez en cuando? Pues entonces sabrá que Antonio siempre lo tiene a disposición de los clientes.

 

—Pues sí. Pero no me apetece tener que esperar a que otro termine de leerlo, ni coger el periódico manchado de aceite o mantequilla. Además, me gusta recortar y guardar ciertos artículos y reportajes.

 

—Menudo señoritingo está usted hecho. Y cargado de puñetas, además.

 

—Quizá. Pero es que a mí me gusta leer el periódico despacio y con atención. Y no me parece justo coger el periódico del bar y acapararlo durante media hora o más.

 

—¿Media hora? ¿Me dice usted que le dedica media hora a leer el periódico?

 

—Pues sí. Media hora y, en ocasiones, más. No me gusta quedarme solo en los titulares y las fotos, trato de leer enteros los artículos y reportajes que me interesan, las columnas de opinión…

 

—Claro, claro. Y ahora me dirá que incluso compra más de un periódico para contrastar las informaciones y poder hacerse una idea lo más objetiva posible de lo que pasa por la calle.

 

—Efectivamente. Siempre que tengo tiempo, así lo hago.

 

—Perdone que le diga que a mí, usted, me parece un jeta de tomo y lomo que trata de robar el periódico del bar y que, descubierto, me apabulla con su palabrería y chorradas pseudointelectuales. Si los periódicos se pueden leer gratis en el bar y están en Internet, ¿quién va a ser el subnormal que se gaste el dinero en comprarlos, excepto cuando el Barça gana la Liga?

 

—Este subnormal, por ejemplo. Uno convencido de que no es lo mismo saber lo que pasa que estar informado y que, por tanto, seguirá comprando periódicos y revistas, pagando por recibir la mejor información posible.

 

Jesús Lens