Prensa dominical

Yo valoro, cada vez más, los ritos. Los míos, quiero decir. Los que, a lo largo de mi vida, he ido incorporando a mi día a día, de forma que ya forman parte consustancial de mi existencia. Es una de las cosas buenas de hacerse mayor: valoras con más intensidad esos pequeños placeres sencillos que, por alguna razón, generalmente inexplicable, te hacen feliz. Por ejemplo, leer la prensa, el domingo por la mañana.

Para que la experiencia sea completa, han de cumplirse las tres premisas, comenzando por el verbo: leer. Leer, sí. No hojear. Ni ojear. Ni pasar las páginas. Hablo de le-er, costumbre cada vez más en desuso, sobre todo, aplicada a la prensa. Que no es lo mismo saber lo que pasa que estar informados.

 

La prensa dominical trae largos reportajes, perfiles de personajes y análisis de fondo sobre los temas de actualidad que exigen tiempo, esfuerzo y dedicación. El que habitualmente no tenemos. Hoy lunes, por ejemplo. Por eso, la prensa dominical hay que leerla… el domingo, única forma de sacarle todo el jugo y el aprovechamiento.

Además, de un tiempo a esta parte, entran en juego las tan denostadas como utilizadas redes sociales, que los domingos por la mañana hierven con recomendaciones, críticas, análisis y sátiras sobre los temas que publica la prensa del día.

 

Estas semanas, por ejemplo, hay que ser muy rápidos para leer a Javier Marías… antes de que se convierta en trending topic y todo el mundo esté opinando sobre su última diatriba, condicionando la lectura de su columna semanal. Y quien dice a Marías dice a Arturo Pérez Reverte, a Manuel Jabois o a David Gistau.

 

La prensa del fin de semana, además, es la que más espacio dedica a la cultura, que los sábados vienen cargados de suplementos de libros, cine, pintura, música y demás artes. Esos también suelo dejarlos para el domingo, para el segundo o el tercer café de la mañana.

Me gusta deleitarme con la prensa dominical, comentarla con otros buenos amigos lectores y, después, con los dedos tiznados de tinta, lanzarme sobre el teclado del portátil, a escribir. Entre otras cosas, esta columna que usted está leyendo hoy lunes. Posiblemente, a toda velocidad, mientras apura el primer o el segundo café de la mañana, otro de esos placeres sencillos de la vida que tanta satisfacción nos reportan.

 

Jesús Lens