El regalo

Ustedes van a pensar que yo soy un vago redomado y que, con la excusa de no reventarles los giros en la trama y las sorpresas del guion, me evito contarles y resumirles el argumento de las últimas películas que estoy reseñando.

El regalo

Puedo prometer y prometo que no es así.

De hecho, siempre me esfuerzo por llegar a las 500 palabras que, tengo comprobado, yo soy capaz de escribir más o menos de una sentada y ustedes son capaces de aguantar, leyendo hasta el final.

Todo este largo preámbulo sirve, además de para consumir las primeras 100 palabras de las 500 prometidas, para animarles a que vayan a ver “El regalo”, a la mayor brevedad posible y, sobre todo, sin saber nada de ella.

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Si luego no les parece un estupendo ejercicio de cine de género, repleto de sustos y sorpresas, hasta llegar a un final sencillamente portentoso… pues quedamos y lo hablamos. ¿De acuerdo?

(Sigue leyendo esta reseña en mi espacio Lensanity de Cinema 2000)

Jesús Lens

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El huso y los usos

Ha sorprendido el anuncio de Rajoy de su intención de cambiar el huso horario español, adaptándolo al de Canarias, Portugal o Gran Bretaña. Y, más aún, que también haya propuesto que la jornada laboral termine a las 18 horas. Sobre todo ello versa mi Columna de hoy, en IDEAL.

Dejando al margen el hecho de que la oposición, en un impresionante y sesudo ejercicio de análisis y reflexión, ha tildado estas propuestas de electoralistas, hay que recordar que Rajoy también propuso en 2011 el traslado de los festivos que cayeran entre semana a los lunes, para evitar los macropuentes. Y ya ven ustedes… Otra promesa incumplida más.

Huso horario

Llámenme descreído, pero no me trago lo del cambio del huso. Y ya me fastidia, ya… ¡con la falta que nos está haciendo! Sobre todo, porque el cambio de huso debería propiciar el cambio de usos. Esos usos que, en España, están tan firme como nocivamente enraizados.

Aquí nos gusta, mayoritariamente, el horario de verano. Ese horario en que, a las nueve de la noche, todavía hace sol. Pero así no se puede, oigan. Así no se puede. Sí. El horario de verano es muy agradable para pasear. Y para estar en la playa, tumbados a la bartola. Pero es un horario manifiestamente improductivo que favorece la molicie y la pereza. ¿Quién puede empezar una jornada a pleno rendimiento, a las 8 de la mañana, sabiendo que seguirá siendo de día catorce horas después?

ObjetivoGranada
ObjetivoGranada

Pero, sobre todo, si a las nueve de la noche sigue luciendo el sol, ¿cuándo se cena aquí? Pues bien lo sabemos: a las diez u once de la noche, con ese prime time de la tele adentrándose en la madrugada más profunda y convirtiendo en insomne a buena parte parte de la ciudadanía.

Así, la siesta resulta absolutamente necesaria, provocando ese parón de dos o tres horas a mediodía… que nos deja en disposición de alargar la jornada laboral hasta el ocaso. O hasta el infinito. Y más allá.

Apropiada mochila para escolares zombis e insomnes
Apropiada mochila para escolares zombis e insomnes

¿Han reparado ustedes en la flagrante contradicción que supone hablar de las nueve de la noche cuando la mitad del año, a esa hora todavía es de día? Sí. Lo sé. La productividad no es la medida de todas las cosas. Pero la locura horaria en que estamos absurdamente instalados, además de improductiva, es humana, lúdica, personal, cultural, deportiva, intelectual y familiarmente nefasta.

¡Venga ese huso ya!

Jesús Lens

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La lluvia en la Mazmorra

Creo que de Juan Ramón Biedma lo he leído todo. O casi. Y algunas de sus novelas, más de una vez. Y es que Biedma es uno de los autores más felizmente reconocibles del panorama literario español de los últimos años.

La lluvia en la mazmorra Biedma

Es reconocible porque tiene un universo propio, personal y único. No importa que escriba de zombis o de la Sevilla contemporánea, del Madrid de principios del siglo XX o del Londres victoriano de toda la vida.

No pasa nada si sus aventuras las protagonizan Sherlock Holmes y Moriarty o el mismísimo Enrique Jardiel Poncela.

Porque la profunda voz de Biedma y su poderosa escritura hacen que todos esos escenarios pasen a formar parte de un universo mítico, mágico… y pútrido: Biedmaland.

Wellcome to Biedmaland!

Tierra de sueños agitados e intensas pesadillas, de aires viciados y ambientes enrarecidos, de calles oscuras y mugrientas y de personas diferentes y canallas.

La última novela de Juan Ramón Biedma se titula “La lluvia en la Mazmorra”, la publica la editorial Versátil y sus 400 adictivas e intensísimas páginas cuentan una historia que acece en tres días nada más. Los tres días que precedieron la salida de Primo de Rivera del gobierno de España, allá por lejanos años 30 del pasado siglo.

La lluvia en la Mazmorra

¿Una historia? ¿He dicho UNA historia? ¡Por favor! En un libro de Biedma no cabe una historia. Caben… tantas como sean ustedes capaces de imaginar. Por ejemplo, cabe la historia de Ana, una actriz que muere en el primer acto.

Sí. Acto. Porque “La lluvia en la Mazmorra” es un homenaje al teatro. Y a los actores. Y a autores tan imprescindibles como Enrique Jardiel Poncela, al que Biedma convierte en personaje de su obra y cuya memoria, obra y biografía hay que reivindicar.

Sigue leyendo esta reseña en Moon Magazine…

Jesús Lens

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