Tender puentes

Hay puentes que llegan. Como este del 1 de mayo, con el Día de la Cruz asomando la patita por ahí detrás. Pero la mayoría de los puentes, los puentes de verdad, no llegan solos ni son sinónimo de ocio y esparcimiento. Esos puentes, los puentes sólidos, útiles y duraderos, hay que construirlos. A pico y pala. Sudando.

Tender puentes

A lo largo de las diversas conversaciones propiciadas por el Tres Festival, organizado por la Fundación Tres Culturas en la Feria del Libro de Granada, se habla mucho de ellos. De los puentes. Y de la necesidad de tenderlos. Me encanta cómo suena la expresión: tender puentes. Y es que, cuando el español es rico, es rico de verdad.

Puentes tendidos. Los ya candidatos a las próximas elecciones del 26-J también se están hartando de invocarlos, de cara al futuro. Lo que choca con su inoperancia para construirlos en los últimos meses. Cuando oigo a Rajoy, Sánchez o Iglesias utilizar la expresión, me acuerdo del desaguisado que ha montado la empresa española Azvi en Chile, al construir un puente levadizo sobre el río Cau Cau… e instalar al revés sus plataformas. El resultado, un desastre. Un puente inútil que será necesario desmontar íntegramente para volver a construirlo, con un sobrecoste de 13 millones de euros. Ejem.

Tender Puentes erróneos

El bochorno y la rechifla sobre el Cau Cau, sin embargo, no deben hacernos perder la perspectiva del auténtico sentido de una palabra preciosa. Puente. Una palabra con dos significados complementarios: “Construcción que se levanta sobre una depresión del terreno para comunicar dos lados” y, más poética y literaria, “Persona o cosa material o inmaterial que sirve para poner en contacto o acercar dos cosas distintas”.

En ambos casos, la construcción de puentes requiere voluntad, determinación, inteligencia, trabajo y esfuerzo. Lo dicen los autores marroquíes, israelíes, egipcios o españoles que, estos días, hablamos de la literatura como puente para facilitar y propiciar en descubrimiento y el entendimiento mutuo. Entre culturas. Entre religiones. Entre etnias. Entre personas.

Tender Puentes trabajo

Propuesta: este fin de semana largo, y aprovechando que estamos en la Feria del Libro, ¿qué tal si, además de pasarnos por el Centro Lorca para escuchar a estas preclaras e imprescindibles voces del Mediterráneo, compramos y leemos algo con un puente como protagonista? Sugerencia: “Un puente sobre el Drina”, del Premio Nobel de Literatura Ivo Andric. Ahí lo dejo.

Jesús Lens

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Tres Culturas y el Mediterráneo

No creo que sea muy original confesar que mi número favorito siempre fue el tres. Para una mente caótica y desenfrenada como la mía, el 3 -resultado de la suma de los tres números primigenios, el 0, el 1 y el 2- aglutina a todo el universo cuántico en sí mismo y, por tanto, es un número mágico, místico y eterno. Y de ello hablo en mi artículo de IDEAL. No tardarán en saber el porqué.

Una vez que llegué a una conclusión tan peregrinamente absolutista, me he pasado la vida poniendo en práctica mi favoritismo por el tres. Por ejemplo, comprando décimos de lotería que acaban en 3 y tachando la casilla correspondiente del boleto de la Bono-Loto. ¡No por casualidad, el trío de piano es mi formación jazzística favorita! Me apunto a cualquier 3×3 de baloncesto que se me pone a tiro y creo que idolatro tantísimo a Jordan, además de por razones obvias, porque lucía el 23 en la camiseta de los Bulls.

3 23

Sirva este preámbulo para decir que, a mí, una Fundación que se llama Tres Culturas, ya me tiene ganado, de antemano. Me gusta ese nombre. Sencillo y, a la vez, de largo aliento.

Pero, más allá de la cuestión nominal, hay que agradecer a la Fundación Tres Culturas que estos días, en el marco de la Feria del Libro de Granada, haya organizado el “Tres Festival. Voces del Mediterráneo”, un certamen literario que nos permitirá escuchar a algunos de los escritores más reconocidos de ambas orillas de un mar que, por desgracia, separa más que une.

Tres Festival

Cuando hablamos de tender puentes entre las culturas, un Festival como Voces del Mediterráneo se convierte en la plasmación práctica, visible y tangible de tan noble como habitualmente fútil propósito. En los últimos meses he tenido ocasión de colaborar con la Fundación Tres Culturas y, en concreto, trabajar con Olga Cuadrado es un lujazo: facilidades, profesionalidad, compromiso…

Pásense estos días por el Centro Lorca para escuchar a escritores como  Mircea Cartarescu, Mahi Binebine, Abraham B. Yehoshua o Nawal al-Saadawi. Descubriremos nuevos horizontes literarios, culturales y vitales.

Tres Lorenzo Silva

En concreto, yo estoy deseando que llegue el sábado por la mañana, para compartir mesa y escenario con Lorenzo Silva, uno de los padres de la novela policíaca española, y Fatos Kongoli, el escritor albanés, autor de “Tirana Blues”, que tan bien nos ha contado el horror de las dictaduras comunistas del pasado siglo. ¿Nos vemos?

Jesús Lens

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Granada Sin

Ya hemos hablado de las playas granadinas, sin arena y repletas de pedruscos y escalones, convertidas en campos de minas e impracticables para personas mayores o de movilidad reducida. Playas que a duras penas se pueden denominar como tales, como señala Mercedes Navarrete en este reportaje.

Playas de piedra playa granada

Reflexionando sobre el tema, he llegado a la conclusión de que nuestras playas sin arena son una perfecta metáfora de una tierra que podría acuñar la marca “Granada Sin”, por la cantidad de Sines que empieza a acumular. El más actual: Sin el Legado de Lorca, por supuesto. Que las informaciones sobre su posible venta al Harry Ransom Center de Texas explicarían la urgencia de la BIC-Declaración y contribuyen a complicar aún más las cosas. Si cabe.

Otro ejemplo de una Granada Sin lo tuvimos hace un par de fines semana, cuando se abrieron al público dos flamantes estaciones de Metro, sin metro, por supuesto. Lo curioso de estas visitas es que concitan el interés de miles de granadinos a los que les gusta bichear por los intersticios más recónditos del Subte. Es lo bueno de un Metro que se presentó como proyecto en 1998 y cuyas obras arrancaron en 2007: han sido tantos años de excavadoras, túneles y discusiones sobre el soterramiento que, al final, aun sin verlo, le hemos tomado cariño.

Cruda Realidad metro

Y, por supuesto, está la Madre de todos los Sin. Sin AVE. Y digo más: sin trenes, volando o sin volar. ¡Eso sí que es un logro! Más de un año sin ferrocarril. Y lo que te rondaré. Y aquí no pasa nada. El día del aniversario, un poco de ruido. Nada más. Es que ni una fecha aproximada. Aunque luego se salten el plazo a la torera. ¡Un algo, por favor!

Además, estamos sin alcalde. Y sin gobierno. Y ya estamos sufriendo las consecuencias: parálisis, prórrogas, comisiones que no se celebran, órdenes del día que quedan completamente desordenados…

Torres Hurtado dimisión

Granada es, también una ciudad sin cine. Sin cine en versión original. Sin cine alternativo. Las salas comerciales lo obvian y al único Festival que nos daba un poco de oxígeno, Cines del Sur, lo han puesto en hibernación. En barbecho. En standby. Como si lo hubieran castigado al rincón de pensar.

Sí. Granada Sin. Un eslogan que, si pensamos en su traducción al inglés, resulta ser una condena. Sin. Pecado. Granada Sin. Pecaminosa. Abúlica y perezosa. Sin nervio. Sin tensión. Sin liderazgo.

Jesús Lens

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Suspensos y repetidores

Ea. Es oficial. El 26-J, nuevas elecciones generales. Para nada ha servido el último escorzo de Compromís, que no parecía tanto una opción válida de formar gobierno cuanto una dosis de munición extra para el depósito de Y-tú-más de Narciso Iglesias.

Suspenden Día de la Marmota

El Día de la Marmota. Efectivamente. Lo que va del 20-D al 26-J está siendo una inaudita y bastante insoportable dosis de postureo, inoperancia y, por mucho que el Rey pida lo contrario, cansinismo. Porque ellos han suspendido, pero nos toca repetir a nosotros.

Así las cosas, ¿qué se inventarán en El Hormiguero para poner a prueba la capacidad de hacer el ridículo de los cabeza de lista de los principales partidos? Porque lo del baile, excepción hecha de Iceta, ya cansa.

Suspenden hormiguero Sánchez

En realidad, solo de pensar en otra campaña electoral, agota. Y en la precampaña, más todavía. ¿Habrá Primarias? En los partidos que las celebran, quiero decir. ¿Repetirán los mismos candidatos? Mariano, Pedro, Pablo, Albert, Alberto… ¿qué de nuevo nos van a contar esos viejos amigos que no hayamos escuchado ya, hasta la saciedad, en estos meses? Solo la reaparición de la Niña de Rajoy, ya talludita y con las maletas hechas para emigrar a Alemania, podría animar el cotarro.

Suspenden Hormiguero

Pero la cosa pinta peor aún en provincias. Nos lo preguntábamos hace unas semanas. ¿A qué han dedicado estos meses Carlos Rojas, Elvira Ramón y Ana Terrón? Al ubicuo Luis Salvador lo tenemos más visto, pero ¿y los otros? ¿También repiten? Y, en ese caso, ¿de qué nos van a hablar? ¿Qué nos van a contar? Y los periodistas, ¿cómo van a hacer otra vez sus perfiles, sin repetirse?

Ellos, los políticos a los que habíamos elegido para formar gobierno, han suspendido, incapaces de ponerse mínimamente de acuerdo. Pero los repetidores somos todos. Otra vez a repasar los apuntes. Otra vez a recordar  viejos y obsoletos programas que no se cree nadie.

Pero qué huev... tienen
Pero qué huev… tienen

¿Qué nos van a prometer, de aquí al 26-J, que genere alguna credibilidad? Porque ilusión, desde luego, no percibo en el ambiente. Vuelta a la pegada de carteles y a los anuncios electorales. A los debates. A las encuestas. Al MásterChef político de los gurús. A los sesudos análisis que, en realidad, no sirven para nada. Y, mientras, seguimos viendo la vida pasar, con un gobierno en (dis)funciones…

Jesús Lens

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Frente Literario Antiyihadista

Hace unos días, Granada se despertaba alarmada por la detención en Algeciras de una pareja que estaba a punto de viajar a Marruecos para, desde allí, integrarse en el Estado Islámico. Él era de nacionalidad marroquí. Ella, española. Y tenía una hija pequeña, a la que se llevaban consigo.

Frente Antiyihadista

La denominada Operación Sable incluyó el registro de una casa del popular barrio de La Chana en que residían los detenidos y en la que se encontró material informático, teléfonos móviles y bellotas con droga. Según ha trascendido, un hermano del hombre detenido se habría inmolado en Siria y eso había precipitado la intención de la pareja de integrarse en el Estado Islámico.

Un par de días después, en Palma de Mallorca fue detenido otro individuo de nacionalidad marroquí por su estrecha relación con DAESH y por constituir una amenaza para la seguridad nacional.

Y quiere la casualidad que todo esto haya ocurrido mientras leía la novela “El espía que odió a los Beatles”, de Gerardo Errasti Bocourt, publicado por la inquieta y ya imprescindible editorial granadina Esdrújula. Porque la novela en cuestión trata precisamente de la infiltración de espías españoles en el corazón del Estado Islámico. Y arranca con la detención de dos mujeres de ascendencia española que estaban preparadas para dar el paso y viajar a Siria.

El espía que odió a los Beatles

Pero antes de hablar de la trama y los personajes de la novela, detengámonos en el autor de “El espía que odió a los Beatles”, el mencionado Gerardo Errasti Bocourt. Porque es un tipo que sabe bien de lo que habla.

Diremos, brevemente, que a los diecinueve años, hizo compatibles sus estudios universitarios con un trabajo tan ilustrativo como el de miembro de la Dirección General de Seguridad Personal, destinado en el Palacio de la Revolución, con la misión de proteger a Fidel Castro.

Tras licenciarse en 1983, obtuvo el grado de teniente en la Academia Superior del Contraespionaje Cubano. Su principal cometido: reclutar agentes para infiltrarlos en las operaciones de la CIA contra Cuba. Tras abandonar los servicios secretos cubanos, se dedicó a la abogacía y en 1999 marchó a Sudáfrica, invitado por Nelson Mandela. Allí fue donde comenzó a trabajar en temas relacionados con el yihadismo, cooperando con el CNI español y participando en la investigación del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004, en Madrid.

Gerardo Errasti

No es de extrañar, por tanto, que sus novelas estén basadas en hechos reales tan trágicos y dolorosos como la muerte del segundo jefe del CNI en Irak, José Antonio Bernal. Y en la traición de Roberto Flórez, ex agente del espionaje español condenado a nueve años de prisión por vender documentos clasificados a Rusia.

Y ahí radica la clave de “El espía que odió a los Beatles”. En el realismo y la máxima actualidad de lo que Gerardo cuenta en 350 páginas que, por momentos, parecen informes extraídos de los archivos de La Casa, como popularmente se conoce al Centro Nacional de Inteligencia español.

La novela cuenta la historia de Carlos y Lisa, dos infiltrados en el islamismo integrista llamados a desempeñar una importantísima misión: viajar a Siria, al corazón del Califato en Raqqa, para tratar de localizar a un grupo de secuestrados occidentales, entre los que se encuentra el periodista estadounidense James Foley.

James Foley

Una operación de máximo riesgo organizada conjuntamente por el CNI y por la CIA norteamericana. Una operación autorizada y monitorizada por Obama, en la que el despliegue tecnológico de rastreadores, satélites y drones dependerá del éxito, o no, de la infiltración realizada por Carlos. Y de la tapadera que Lisa consiga proporcionarle.

Porque vivimos en un mundo globalizado en el que la información fluye de forma incesante. En todos los sentidos. Y en todas direcciones. De ahí que una palabra de más, o de menos, pueda resultar fatal.

Gerardo Errasti ha escrito la novela de más actualidad que se pueda imaginar, mezclando la realidad y la ficción en un cóctel literario de lo más sugerente para los lectores. Una novela que sigue el canon de los grandes clásicos de la literatura protagonizada por espías, como John le Carré o Frederic Forsyth, pero desde una óptica y una visión muy españolas.

Raqqa

Lo que hace de “El espía que odió a los Beatles” una narración especialmente inquietante, máxime, a la vista de acontecimientos recientes como los comentados al comienzo de este artículo.

Jesús Lens

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