Ego y yo

Empezaré por confesar que ya conocía el final de la novela, antes de leerla: al haber sido el secretario del jurado que le otorgó a “Ego y yo” la trigésima edición del Premio Jaén de Novela, convocado por CajaGRANADA Fundación; asistí a la deliberación del jurado y, por tanto, no pude evitar enterarme del desenlace.

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Aun así, no me lo pensé a la hora de empezar a leer la novela de Yolanda Regidor: había escuchado tantas cosas, y tan buenas, sobre “Ego y yo”, que ardía por disfrutar de su lectura. Y eso es peligroso: cuando tienes unas expectativas demasiado altas en algo o en alguien (un libro, un disco, una obra de arte, una persona, un partido político, un equipo de baloncesto…) el riesgo de quedar decepcionado, cuando no, de pegarte un batacazo; es muy alto.

Además, la novela arranca con un tipo colgando: “César Vallejo supo que moriría en París, con aguacero, un día del cual tenía ya el recuerdo. Y es así. Es como un flash. Se sabe. Lo sabía el poeta entonces y lo sé yo desde hace tiempo, desde aquel instante junto a mi amigo; porque cuando vi cómo miraba a su padre colgando de aquella soga supe exactamente cómo iba a morir. En términos generales, se entiende, pues nadie muere igual”.

Y es que, hablando de riesgos, las novelas que comienzan así, con esa fuerza tan arrolladora, corren el riesgo de, después, bajar el pistón y perderse entre meandros que, una vez más, puedan decepcionar al lector.

 Ego y yo Yolanda Regidor

Así las cosas: ¿en qué se tradujeron todos estos riesgos? ¿Hubo finalmente batacazos o decepciones, en mi experiencia lectora?

¡En absoluto! ¡Para nada!

Porque a ese arrebatador comienzo le sigue una intensa historia de amistad entre dos personas de las que no llegaremos a conocer ni sus nombres. Dos personas que, al no estar identificadas, se convierten en el propio lector y su amigo. Ese amigo especial que todos tenemos. Ese amigo que, si tú eres el Ying, él funciona como el Yang. Ese amigo que, si tú eres pacífico y calmado; él se convierte en el catalizador que, una y otra vez, te saca de tu zona de confort. Ese amigo con el que quedas para tomar una caña rápida… a sabiendas de que no será tan rápida. El amigo que, cuando le dices a tu pareja: “-He quedado con Fulanito/a”; provoca un inevitable alzamiento de cejas, un suspiro de pesar trufado de hastío y un profundo fruncimiento de ceño.

 Ego y yo Lens

¿Quién no tiene un amigo así? O, siendo más precisos… ¿quién no lo tuvo, al menos, en su infancia y la juventud? Por ejemplo, cuando estabas en pleno exámenes finales, durante la carrera, y aparecía él, conduciendo un coche, con el carné recién estrenado, proponiéndote hacer un viajecillo.

Y ahí comenzará un On the road muy singular. Un viaje que, si bien no aleja geográficamente en exceso a los protagonistas; sí los conduce a una torrencial espiral de descubrimiento y autoconocimiento que tendrá unas imprevisibles consecuencias. Para todos.

 Ego y yo contraportada

Yolanda Regidor ha escrito una novela excelente. Es una novela dura. Muy dura. De las que agarran al lector por la pechera y lo sacuden. Por momentos, violentamente. Un lector que se verá reflejado en algunas de las situaciones, momentos, conversaciones, encuentros y desencuentros que viven los protagonistas de “Ego y yo”.  Y que, por eso, reirá, sufrirá, se sobresaltará y se indignará con ellos. Y por ellos. Por su culpa. Por su comportamiento. Por sus actitudes. Por sus acciones. Por sus ausencias y omisiones.

Un Macallan de 20 años, la mejor bebida para acompañar a "Ego y yo"
Un Macallan de 20 años, la mejor bebida para acompañar a «Ego y yo»

“Ego y yo” es una novela radicalmente contemporánea que bucea en lo más profundo de unos personajes muy bien construidos. Creíbles. Humanos. Imperfectos. Complejos y contradictorios. Personajes que, sin nombre, no serán fácilmente olvidados por los lectores de esta novela que, publicada por la editorial Almuzara, ya estás tardando en leer.

Jesús Lens

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Manos sucias

Si la cara es el espejo del alma, una portada debería ser el reflejo de la novela. Y, en el caso de “Manos sucias”, la más reciente novela de Carlos Quílez; así es.

 Manos Sucias

¡Pedazo de portada, la de esta subversiva novela, publicada por la combativa e imprescindible editorial Alrevés! Editorial a la que le debemos joyas como “Te quiero porque me das de comer” o “La fragilidad del neón”, ya reseñadas y comentadas en este Blog.

Alguien que conozca la trayectoria profesional y literaria de Carlos Quílez, al leer lo de “novela subversiva”, podría pensar que se ha pasado al otro lado. Que es posible. No lo sé. Hace ya dos o tres años que no hablo con él. Pero no lo digo por eso. Lo digo porque “Manos sucias” cuenta y habla de la realidad. De esa realidad que nos mancha los dedos todos los días, cuando leemos el periódico. Y que no por la tinta fresca, precisamente.

 Manos sucias Carles Quílez

Y es que, como bien nos recordaba Juan Madrid hace unos meses, parafraseando a Engels, contar la realidad es ya un acto revolucionario en sí mismo.

Pero vamos a concretar. ¿Quién es uno de los personajes secundarios de “Manos Sucias”? Pues ni más ni menos que el contable y tesorero del partido político del gobierno. Un tipo llamado Cérdenas. En la novela.

¿Y quiénes son los protagonistas?

Pues algunos de esos personajes que nunca salen identificados en las noticias: los Mossos d’Escuadra, los comisarios de Policía o sargentos de Guardia Civil que luchan contra el crimen organizado y las mafias que corrompen la sociedad. Esos tipos anónimos que, tirando del hilito, conectan el chalé de un concejal de urbanismo con una contrata a una multinacional rusa. O que descubren al práctico del puerto de Valencia, cediendo uno de sus yates a un conocido gángster, para que celebre su cumpleaños.

“Manos sucias” cuenta lo que está más allá de los titulares de los periódicos y de los cinco párrafos con los que despachamos la mayoría de las noticias. Porque las otras dos grandes protagonistas de la novela son dos aguerridas chicas periodistas, Patricia y Elsa. ¡Y ellas sí que nos pueden dar clases de ética periodística! (Ya las conocimos en esta anterior novela de Quílez, “La soledad de Patricia”, precisamente)

Bares, restaurantes, reservados, conversaciones, filtraciones, interrogatorios, redadas… ¡Cómo se nota que, además de ser un excelente narrador, Carlos Quílez sabe de lo que habla! No por casualidad fue el responsable de Tribunales y Sucesos de la Cadena SER en Barcelona y, después, pasó a trabajar en Anticorrupción.

 Manos sucias

Hace unos meses hablábamos de «RG», un tebeo que podría describirse como el “The Wire” de los cómics. Pues la novela de Quílez sería su equivalente novelesco. ¿Quieres saber cómo se desarrolla una investigación, cómo funcionan determinados protocolos?

Lee “Manos sucias”.

¿Quieres entender, de la forma más clara, adictiva y atractiva posible; cómo funciona esa corrupción que amenaza con ahogarnos?

Lee “Manos sucias”.

Lo vas a flipar.

Jesús Lens

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