Chef

Como es una comedia, habrá quién no le dé la más mínima importancia y como, además, se ha estrenado en mitad de la canícula de agosto, habrá quién ni se haya enterado de su proyección.

Hablamos de “Chef”, una película interpretada por Scarlett Johansson, Dustin Hoffman; Sofía Vegara y Robert Downey Jr.

 chef

¿En serio?

En serio. Todos ellos aparecen en pantalla, aunque en personajes secundarios. Porque los protagonistas son otros. De hecho, el gran protagonista de “Chef” es John Favreau. Y no solo porque interpreta el rol principal, el del chef al que se refiere el conciso título de la cinta, sino porque también es el guionista y el director de la misma. Haciendo un símil tan fácil como oportuno; Favreau actúa como Juan Palomo…

Puedes seguir leyendo la reseña en el espacio Lensanity.

Porque el verano toca a su fin y la operación retorno supone, también, volver a las salas de cine.

Jesús Lens

Firma Twitter

Once Anillos

“Once anillos” es la obra más reciente publicada en España por Phil Jackson, con la colaboración de Hugh Delehanty, en Roca Editorial. Se trata de un libro en el que el popularmente conocido como Máster Zen habla de los once anillos de campeón que ha conseguido en la NBA, como entrenador.

 Once anillos

Porque Phil, además, tiene otros dos como jugador. ¡Ahí es nada!

Si eres aficionado al baloncesto no tengo que presentarte al más laureado, respetado y admirado entrenador de la historia del baloncesto. Ni tendría que recomendarte un libro que debe estar en la cabecera de todos los amantes de un deporte que es más, mucho más que un mero ejercicio, pasión o entretenimiento.

 Once anillos master zen

Y es que el baloncesto es un estado mental. Hace unas semanas, por ejemplo, reseñaba cómo Jackson vincula el baloncesto con el jazz, de una manera tan gráfica como ésta.

O como ésta otra: “el baloncesto es un gran misterio. Puedes hacerlo todo bien, contar con la mezcla perfecta de talentos con el mejor sistema ofensivo del mundo, desarrollar una estrategia defensiva prueba de lo que haga falta y preparar a los jugadores para todas las eventualidades posibles, pero si los jugadores carecen del sentimiento de unidad como grupo, tus esfuerzos son en vano. Además, el vínculo que une a un equipo puede ser muy frágil y muy esquivo. La unidad no es algo que funciona pulsando un interruptor. Has de crear el entorno adecuado para que prospere y nutrirla cuidadosamente día tras día”.

Llegados a este punto, puedes estar pensando: “bueno, eso ocurre así en el baloncesto y en otros muchos ámbitos de la vida, la familia, la empresa, los amigos, el trabajo…”

¡Efectivamente! Y esa es la grandeza de “Once anillos”: además de ser un libro extraordinario para los amantes del baloncesto, es un libro muy adecuado para cualquier lector interesado en adentrarse en los mecanismos que hacen funcionar (o dinamitar) a cualquier colectivo humano.

 Once anillos motivacion

A lo largo de sus años como entrenador en los Bulls y, posteriormente, en los Lakers, Jackson ha acumulado experiencias de todos los tipos y los colores, entrenando a Michael Jordan, a Kobe o a Shaq, pero también a tipos tan complicados como el Gusano Rodman o Ron Artest, ahora conocido como Metta World Peace -vivir para ver-.

Además, los métodos de entrenamiento del Master Zen son tan variados como los jugadores, las plantillas y las situaciones por las que ha ido pasando. Más allá de su célebre Triángulo Ofensivo, Jackson ha tratado de conectar de una forma integral, humanista y completa con los jugadores. Conocida es su afición a recomendar ciertos libros a determinados jugadores, a animarles a practicar la meditación, a espolearles en público y felicitarles en privado.

Cuando Mourinho empezaba a ir con su teoría de cargar él con las iras de la afición rival para que los jugadores pudieran estar tranquilos, Phil ya volvía de Sacramento a LA declarado Enemigo Público nº 1 de la capital de California. Que no todo son sonrisas, ¡Ommmmmm! y buen rollito.

 Once anillos pau

O la importancia, nada desdeñable, que muchas veces tiene la inacción. Jackson también es famoso por sus silencios. Y su estatismo en el banquillo, actitud muchas veces criticada por los comentaristas. Y, sin embargo, ¿cómo no estar de acuerdo con el proverbio zen?

“Si te quedas tranquilo, sin hacer nada, la primavera llega y la hierba crece por sí misma”.

 Once anillos buda

O, igual de gráficamente:

“A veces me siento y pienso y otras, simplemente, me siento”.

He leído “Once anillos” despacio. Muy despacio. Tras lo que disfruté de las memorias de Antonio Daimiel en “El sueño de mi desvelo”, he pasado varias semanas con Jackson, leyendo capítulo a capítulo este manual tan intenso como atractivo sobre las muchas y variadas formas que hay de afrontar los diferentes retos que nos plantea la vida.

Una lectura hecha lápiz en mano, tomando notas, subrayando. Una de esas lecturas que, además, hacen que ahora sigamos la actualidad de la NBA con mayor interés. Porque, bien instalado en los setenta años de edad, El Señor de los Anillos ha aceptado un nuevo desafío profesional: hacerse cargo de los moribundos Knicks de Nueva York para tratar de convertirlos en lo que deberían ser: un equipo campeón. Y hacerlo desde los despachos, en calidad de presidente ejecutivo.

 Once anillos Phil Jackson

¡Ahí es nada!

¿Tendrá Phil el mismo éxito como ejecutivo que tuvo como jugador y entrenador? No tardaremos en saberlo. Mientras, su libro te servirá para conocer más y mejor no solo al hombre, sino también a nuestro deporte favorito.

Jesús Lens

Foley

No lo veas. No veas el vídeo de la decapitación de James Foley. La tentación es fuerte y hay varios enlaces que te llevan a las macabras imágenes. Pero no lo busques.

Como dice Kelly Foley, son imágenes que nadie debería ver ni compartir.

Foley

Son parte de la intimidad de una familia devastada. Y, además, cada vez que alguien ve el vídeo, le hace el juego a los despreciables, sádicos y abominables asesinos del autoproclamado EI, Estado Islámico, anteriormente conocido como ISIS, el cruel Estado Islámico de Irak y el Levante que sigue asolando una de las zonas más asoladas del mundo.

A cambio, y si quieres homenajear la imprescindible labor que desempeñan los corresponsales de guerra y los fotoperiodistas, aprovecha para ver dos documentales en los que se cuenta el trabajo que hacen y los riesgos que corren para que, cada día, sepamos lo que pasa en esas zonas del mundo convertidos en agujeros negros.

El primero se titula “No me llames fotógrafo de guerra” y parte de la concesión del World Press Photo al fotoperiodista español Samuel Aranda. Junto a él, otro grupo de aguerridos fotógrafos cuentan sus peripecias y su forma de afrontar una profesión de alto, altísimo riesgo: qué buscan, qué tratan de conseguir, qué quieren transmitir. Y cómo se las ingenian para conseguirlo.

 No me llames fotógrafo de guerra

La segunda película es “Tim Hetherington. Un fotógrafo en la línea de fuego”, en la que se repasa la vida de uno de esos fotoperiodistas que lo arriesgan todo por su profesión. Hasta que la muerte les encuentra. En el caso de Tim, en Libia. En la ciudad de Misrata, en 2011.

 Tim

Impresiona ver y escuchar sus palabras, sus testimonios, sueños, planes, deseos… y a sus padres. Y a su novia. Y a sus compañeros. Dan la auténtica dimensión de una profesión heroica que, quizá, no valoramos como se merece cada vez que posamos la vista sobre las páginas de los periódicos y las revistas o cada vez que entramos en las ediciones digitales de los grandes medios.

Véanlos. Escúchenlos. En homenaje a Foley y a todos los periodistas que han muerto en el frente, tratando de que tú y yo seamos personas informadas y, por tanto, más y mejor civilizadas.

Jesús Lens

Firma Twitter

Ernesto Aurignac nos hizo Monguis

Se le esperaba. ¡Vaya si se le esperaba! Mi Güasap echaba humo: «Ya estoy llegando«,  «¡Guárdame un sitio!» o «Se me ha complicado la noche, pero píllame un disco y ya te lo pago».

Fotografía de Cristian Gálvez
Fotografía de Cristian Gálvez

No. No había disco. Aunque las ganas de que lo haya desbordaban anoche la Plaza de las Culturas de CajaGRANADA, que acogía otro concierto más del ciclo que, organizado con nuestra asociación de jazz granadina, Ool Ya Koo; lo está petando este verano. Llenos apoteósicos de cientos de espectadores deseosos de escuchar el mejor jazz del momento. Porque conciertos como los de The Wild Bunch o Sergio Pamies no tienen nada que envidiarle a los de algunas de las estrellas internacionales que nos visitan este mes de julio, el mes del jazz veraniego por excelencia.

Se plantó Ernesto Aurignac en Granada tras una complicada jornada de viaje en la que pasaron mucha cosas. Entre ellas, tener que parar en una tienda para comprar unos pantalones y unos zapatos. Con prisas. Pero la vida en la carretera es así, ¿verdad Paco y Concha; Concha y Paco?

Se plantó Ernesto Aurignac con un quinteto esplendoroso que comenzó por desgranar la sugerente «Sofía» para seguir con esta explosiva «Esperma Lee» que dejamos a continuación.

No sé si Ernesto, que nos debe la explicación del origen de la canción, será o no aficionado al baloncesto y a la NBA. Fíjense bien en su forma de tocar, en el movimiento de sus hombros. Y busquen vídeos del mejor jugador del mundo de baloncesto, actualmente, Kevin Durant. Véanlo lanzar tiros libres, este año, en el Mundial español. Y verán que los grandes cracks, además de talento, comparten gestos.

Fotografía de Cristian Gálvez
Fotografía de Cristian Gálvez

Y desparpajo. Porque hay que tener valor para poner a cuatrocientas personas a entonar un sentido «Somos Monguis», así, a pelo. Porque los Monguis son una tribu de indios mexicanos. Y unas setas de conocidos efectos estupefacientes. Pero también son… ¡somos! ¡Somos Monguis! O Monkis, como señala la Wikipedia.

Concierto memorable y muy especial, sobre todo en el bis, cuando Ernesto dedicó el último tema a mi Cuate, que cumplía años. Uno de esos momentos imborrables. Como imborrable fue la huella que dejó el pianista, Marco Mezquida; encandilando al público con su explosiva forma de tocar el teclado, embebiéndose en él.

Fotografía de Cristian Gálvez
Fotografía de Cristian Gálvez

Y el resto de los músicos. Estábamos en la prueba de sonido y le dicen al contrabajo que toque «una mijilla» para contrastar y no veas el solo que se marcó Dee Jay Foster. Por su parte, Ramón Prats le dio duro a los cueros, sin alardes, dando juego al resto del quinteto. Y Jaume Llombart se salió a la guitarra, especialmente en algún tema que sonó como puro rock and roll.

Fotografía de Cristian Gálvez
Fotografía de Cristian Gálvez

Arrasó Ernesto Aurignac. Nuevamente. Este otoño, por fin, se encierra con 20 morlacos para grabar su música. La suya. La de él. Porque si Ernesto es bueno tocando versión, es mejor, mucho mejor; cuando la emprende con sus composiciones.

Y si no, al tiempo.

En octubre lo hablamos.

Jesús Lens

Firma Twitter