LÍBANO: NIEVE & AGUA

Hoy he vuelto a recuperar esa pasión por la montaña que durante tanto tiempo me acompañó. No sé si será pasajera o no, pero en lo alto del Monte Líbano sentí de nuevo la pulsión por la naturaleza y los espacios abiertos, apenas asomado al pequeño bosque de cedros que el país mantiene como reserva ya que los cientos de miles de árboles que son consustanciales a esta zona han desaparecido, no en vano, ya los egipcios comerciaban con los cedros del Líbanos y los fenicios consiguieron abrir sus rutas comerciales marítimas utilizando el mismo noble material.

 

Es decir, que ver un cedro del Líbano en el Líbano es un lujo. Sobre todo, cuando se trata de ejemplares milenarios de decenas de metros de largo… y de ancho, como los que hemos tenido el privilegio de ver hoy. Pero si, además, los ves enteramente cubiertos de nieve, las sensaciones se multiplican.

 

Adoro la nieve. Y cuando salía a la Sierra, pocas experiencias más estimulantes y sobresalientes que las excursiones por paisajes nevados. Paisajes nevados y, sobre todo, nevando. Y con ventisca. Siempre me han gustado las condiciones atmosféricas extremas. Por eso, volver a sentir el crujir de la nieve bajo los pies, mientras la cabeza se me iba tornando blanca, sintiendo el frío en la cara… no sé. Experiencias sensoriales muy fuertes, como sentir el sonido del viento entre los árboles. Y de repente lo vi claro: hay que volver a las montañas nevadas, máxime en un año de nieves como el que estamos disfrutando en Granada.

 

Daniel y Jose se han comprado unas matas de cedro. Yo no me atreví, que soy muy torpe y descuidado. Me compré una cuñita de madera con la forma del cedro de la bandera libanesa y me lo hice grabar a fuego por el vendedor. Sencillamente: Cedros del Líbano, debe poner. Lo suficiente para recordar un momento de una belleza conmovedora para alguien que fue un gran montañero y que, por un rato, volvió a sentir aquellas sensaciones que tanto le aportaron durante tanto tiempo.

 

Además, en esta zona nació Khalil Gibrain, escritor, poeta y pintor libanés del que alguna vez hemos hablado y que tiene cuentos como «Las dos ciudades», que esta mañana me regaló Yazmina y que les he dejado en una entrada anterior, a modo de optimista presente de Año Nuevo para todos. No es de extrañar que, habiendo nacido en este Wadi tan impresionante, Gibrán se convirtiera en un poeta místico y simbólico de tanta trascendencia.

 

Y, lo que son las cosas. En apenas dos o tres horas, estábamos a orillas del Mediterráneo, en la mítica ciudad de Byblos, cuyo enlace cultural ponemos en rojo y de la que sí me gustaría destacar su etimología, preciosa, al significar «Libros» en griego. Y otra cosa: citada por la Biblia como ciudad más antigua de la humanidad, lo sea o no lo sea, la realidad de la misma es que es antiquísima y si la historia de la humanidad comienza cuando el hombre empezó a escribir; estamos en la cuna de la Humanidad tal y como la conocemos. O nos gusta conocer.

 

Y por eso me gustaron tanto las estelas de «El Nido del Perro», un saliente de la montaña, situado a orillas de Beirut. Al cortar el camino hacia la ciudad, la leyenda cuenta que quién lo dominaba, dominaba toda la zona y, por tanto, al rendirlo, los generales y monarcas comenzaron a dejar sus estelas victoriosas, acreditando la grandeza de sus conquistas. Hay estelas de reyes asirios, de Ramsés II, de generales griegos y romanos y, después, de Napoleón y de los ingleses y franceses de las Guerras Mundiales. Hasta las más recientes, de las guerras del Oriente próximo.

 

Porque estamos en una zona de extraordinaria belleza, pero también extremadamente dura y violenta. Por eso, cuando Jorge me pregunta por la gente, me cuesta trabajo responderle. Cortés y exquisita en el primer trato, es casi imposible entablar charla y relación más allá de lo puramente comercial. Porque aquí, de política, no se habla. De hecho, tenemos un pacto tácito entre nosotros de no pronunciar en voz alta nombres como «Israel» o el del presidente asesinado de Siria. ¿Saben que, a la entrada a Siria, si en la solicitud de visado pones «Periodista», te echan para atrás y no puedes entrar?

 

No. Aquí puedes comprar y vender, reír y bromear. Pero la política es otra cosa muy distinta. Nada que hacer con ella.

 

Y así llegamos al final de año, que celebraré en Beirut, con la panda de este viaje. Es decir, los dos Josés, Lilian y su amiga de Barcelona y, por supuesto, Daniel. Hemos reservado en una fiesta tradicional, con los entrantes de la cena primero, el champán y los besos y abrazos después; el resto de la cena a continuación y, por último, copas.

 

Mañana espero seguir aquí, dignamente, contándoos cosas de mi viaje. Aunque sea con resaca.

 

A todos, muchas gracias por vuestra fidelidad, muchas felicidades y el deseo y la confianza de que 2009 será pródigo en experiencias enriquecedoras y placenteras.

 

Os quiere,

 

Jesús Lens.   

LAS DOS CIUDADES

Mi amiga Yazmina, al saber que andaba por el Monte Líbano, me manda este cuento de Khalil Gibrán. Luego hablamos un poquito más sobre ello.

 

       
La Vida me tomó en sus alas y me condujo a la cumbre del Monte de la Juventud. Después me señaló a su espalda y me invitó a que mirase hacia allá. Ante mis ojos se extendía una ciudad extraña, de la cual emergía una humareda oscura de múltiples matices, que se movían lentamente como fantasmas. Una tenue nube ocultaba casi completamente la ciudad de mi vista.

Tras un momento de silencio, exclamé:

-¿Qué es lo que estoy viendo, Vida?

Y la Vida me contestó:

-Es la Ciudad del Pasado. Mira y reflexiona.

Contemplé aquel escenario maravilloso y distinguí numerosos objetos y perspectivas: atrios erigidos para la acción, que se erguían como gigantes bajo las alas del Sueño; templos del Habla, en torno a los cuales rondaban espíritus que lloraban desesperados o entonaban cánticos de esperanzas. Vi iglesias construidas por la fe y destruidas por la Duda. Divisé minaretes del Pensamiento, cuyas espiras emergían como brazos levantados de mendigos; vi avenidas de Deseo que se prolongaban como río a lo largo de los valles; almacenes de secretos custodiados por centinelas de la Ocultación, y saqueados por ladrones de la Revelación; torres poderosas erigidas por el Valor y demolidas por el Miedo; santuarios de Sueños embellecidos por el Letargo y destruidos por la Vigilia; débiles cabañas habitadas por la Fragilidad; mezquitas de Soledad y Abnegación; instituciones de enseñanza iluminadas por la Inteligencia y oscurecidas por la Ignorancia; tabernas del Amor, en que se emborrachaban los enamorados, y el Despojo se mofaba de ellos; teatros en cuyos tablados la Vida desarrollaba su comedia, y la Muerte ponía el colofón a las tragedias de la Vida.

Tal es la llamada Ciudad del pasado -aparentemente muy lejos, pero en realidad, muy cerca- visible apenas a través de los crespones tenebrosos de las nubes.

Entonces la Vida me hizo una señal, mientras me decía:

-Sígueme. Nos hemos detenido demasiado aquí

Y yo le contesté:

-¿A dónde vamos, Vida?

Y la Vida me dijo:

-Vamos a la Ciudad del Futuro.

Y yo repuse:

-Ten piedad de mí, Vida. Estoy cansado, tengo los pies doloridos y la fuerza me abandona.

Pero la Vida insistió:

-Adelante, amigo mío. Detenerse es cobardía. Quedarse para siempre contemplando la Ciudad del Pasado es Locura. Mira, la Ciudad del Futuro está ya a la vista… invitándonos.

LÍBANO CONFUSO: BAALBEK & TRIPOLI

A ver. Estoy en un hotel-refugio de montaña cerca de lo más alto del Monte Líbano, donde dormimos con la intención de, mañana temprano, salir a ver los famosos cedros que forman parte del imaginario libanés hasta el punto de haberlo incorporado a su bandera.

 

Mi panda de amigos andan dando una vuelta, pero yo estoy cansado y me apetece un rato de relax antes de la cena. Además, el sawharma de pollo que me comí hace un rato no me ha terminado de caer bien y estoy purgando los efectos del severo cambio de dieta, siempre atractivo y sugerente, pero con efectos colaterales indudables en forma de digestiones complicadas y tripas con tendencia a soltarse.

 

Hoy, el día ha tenido dos focos de interés: Baalbek y Trípoli. Si os parece, dejo un par de enlaces sobre cada lugar para que os hagáis una idea de la historia del Templo de Júpiter, el más grande jamás construido por los romanos y también del castillo que los cruzados construyeron en Trípoli, nada que ver con la capital libia, que conste.

 

Dicho lo cuál, a mí me gustaría hablar de la extraña mezcla de sensaciones que tengo al estar haciendo turismo en una de las zonas más calientes del mundo, bélicamente hablando. Ayer dormimos en uno de esos hoteles que a tanta gente ponen de los nervios. El Palmira, construido en el siglo XIX, es más viejo que Carracuca por cuyos han pasado jefes de estado, artistas y viajeros de todo el mundo. De De Gaulle a Jean Cocteau. De hecho, y esto le gustará a Antonio, El Padrino, en la Primera Guerra Mundial fue cuartel general de los alemanes y, en la II, albergó a los ingleses.

 

Un hotel, por tanto, cargado de historia y, por supuesto, frío, incómodo y desapacible. Frente a las ruinas de Baalbek, desde su terraza se ven los restos romanos. Además, enclavado en el corazón del chiísmo más duro, feudo de Hezbolá, el Partido de Dios, cuyo símbolo incorpora una metralleta, para dejar claras las cosas.

 

No podemos visitar la mezquita chiíta del lugar, de clara inspiración iraní, hermosamente decorada. Es peligroso. El líder de Hezbolá ha llamado públicamente a una tercera Intifada e Israel amenaza al Líbano una vez termine su trabajo con Gaza. ¿Y que hacemos nosotros? Cenar y, después, pasar a un pequeño bar donde algunos nos tomamos unos vodkas y whiskies, hablando de nuestras vidas, riendo y contando historias.

 

Por la mañana, tenemos las ruinas de Baalbek para nosotros solos. Y para una pareja francesa que está allí con sus tres niños, el mayor de los cuáles no tendría más de seis años. Ni el gato, hay aquí. Lógico. ¿A quién se le ocurre? Y podemos disfrutar de una visita maravillosamente relajada, tranquila e ilustrativa. Me recreo en el paisaje, en el viento helado, gozando con las columnas más altas que los Romanos instalaron en todo su feudo. Aprendo de la sabiduría de Daniel y paseo, solo, por un recinto milenario cargado de historia y simbología, no en vano, el templo se sitúa sobre otro anterior, dedicado al mítico y sugestivo dios Baal.

 

Y, mientras, los amigos me preguntan que cómo está todo. Que las noticias son preocupantes y que están alarmados por mí. Y yo, sintiendo las emanaciones de fuerza que vienen de los templos del Sol, del fastuoso Templo de Baco, cuyos muros tantas cosas deben haber visto. Y el Templo de Venus… primero de rezaba y se purificaba, luego se bebía y se tomaban drogas, y después de folgaba. Cada templo cumplía su papel. Y el de Baco, realmente de Hermes, estaba consagrado al Dios de los comerciantes… y los viajeros.

 

Trasponemos, después, hasta Trípoli, otra ciudad problemática ya que es cuna del fundamentalismo sunní. La carretera está llena de controles militares y, cuando llegamos al castillo de los cruzados de la ciudad libanesa, nos lo encontramos toado por los propios militares. Hay dos tanquetas en la puerta, sacos terreros y decenas de soldados fuertemente armados, mirando al horizonte, por los cuatro puntos cardinales. ¿No habían terminado ya las cruzadas?

 

En ese ambiente, hacemos una visita histórica y turística de lo más singular. Los militares parecen pensar «¿Qué coño harán estos aquí?», pero nos dejaban que les hiciéramos fotos. Sin problema. Y mientras paseamos por el mercado medieval de Trípoli, como congelado en el tiempo, abigarrado, fascinante, bullicioso… vemos cómo las televisiones muestran los muertos provocados por los bombardeos israelíes y cómo los clérigos clamas venganza. Las radios repiten esos mensajes, pero cuando paramos a comprar unos shawarmas para almorzar, los chavales se desviven por hacerlos a nuestro gusto, nos dan la bienvenida al Líbano, se alegran de tenernos allá y nos acompañan gentilmente a comprar agua.

 

Y, después, camino del Monte Líbano, más soldados copan las calles. Y aquí cenamos, nos fumamos una shisha y nos contamos nuestras vidas. Mañana visitamos los cedros y la ciudad de Byblos. Y llegamos a Beirut, para celebrar la Nochevieja. Ésas son nuestras preocupaciones. Y las de buena parte de quienes leéis esto.

 

Sí. El mundo está loco. Y cuando estamos aquí, parece más surrealista, absurdo y anacrónico. Y estúpido. Pero es lo que hay. Unos gozamos de los paisajes, la historia, la cultura… otros mueren. A un puñado de kilómetros.

 

¿Entienden que esté un poco confuso y que el tabaco de manzana de la shisha nada tenga que ver con ello?

 

Hesh al-Lens, perplejo y descolocado, en Oriente Medio.    

AU REVOIR, DAMASCO

Una piedra en el camino

me enseñó que mi destino

era rodar y rodar.

Rodar y rodar.

Rodar y rodar.

Despues me dijo un arriero

que no hay que llegar primero

pero hay que saber llegar.

.

Me voy. En una hora, salgo para el Libano. Y no. No soy Jesus Lens. Si os acordais, cuando estaba en la China me quede tan fascinado por todo aquello que me converti en Je-Zu Len. Ahora podeis llamarme Hesh Al Lens, tranquilamente. Porque me he hecho damasquino. La transformacion esta operando, lo que quiere decir que el viaje me esta sentando mejor que bien. Que me esta sentando de maravilla. De fabula. Fijense si he cambiado que, quienes conocen mi proverbial capacidad de orientacion fliparian viendo como me manejo por las calles de la capital siria. Sensacional. No tengo prisas, me tomo el cafe turco sin azucar, reniego de la birra y el jamon me parece pecado. Burlo a los coches en los pasos de cebra como Manolete burlaba a los toros y no me importa descalzarme para entrar en las mezquitas, aun a pique de pillar una pulmonia.

Que me he hecho damasquino, vamos. Esta manana estuve en el Museo Arqueologico, recordando mi visita anterior, disfrutando de Marit, de Ugarit y de las culturas originales de la humanidad. Viendo el primer alfabeto que uso el hombre, las tablillas de escritura cuneiforme y esas esculturas mesopotamicas que me fascinan como ninguna que haya visto antes.

Los museos, bien explicados (y lo de Daniel es un privilegio que no me canso de reconocer) multiplican su valor por mil. El repaso que nos ha hecho Daniel a la trayectoria del Islam, usando unas monedas y unos mapas, vale por diez lecciones de historia. No solo sabe. Es que transmite ese saber, lo hace agradable, divertido y didactico. Un lujo. Y la singular sinagoga de Dura Europos, conocida como La otra Pompeya. Un privilegio esos frescos, pintados centenares de anios antes de que siquiera se escribiera la primera Biblia, con informacion directa sobre los judios, sobre Moises y el mito del cordero sacrificado.

Despues, el Damasco cristiano. Entramos por la puerta que fue usada por Pablo de Tarso para visitar a Ananias en su famosa casa (hoy Iglesia de Ananias), tras haber quedado ciego despues de su caida del caballo. Hoy me siento un poco como Saulo, que recibio un resplandor cegador que lo descabalgo, pero le hizo ver la luz y le permitio descubrir su autentico camino. Pasar por esa puerta se reviste de una simbologia muy especial. Y es que esa puerta sigue igual que hace miles de anios. Identica. Con su triple arco, el central para las bestias y sus tiros (hoy carros de metal) y las dos laterales, mas bajas, para los humanos. Por cierto, en Damasco no hay ni un solo parking. Imaginan la razon? Porque coches hay. Y muchos. Incluyendo viejos Pontiacs y Cadillacas antiguos de los que ya solo se ven en Cuba. Por que no hay parkings subterraneos en Damasco? Pues porque sus calles estan situadas sobre 6.000 anos de historia ininterrumpida. Dice Daniel que el ano pasado abrieron el antiguo Cardo Maximo de los Romanos, la Llamada Via Recta en la Biblia. Ademas de aflorar restos romanos, aparecieron algunos sumerios. Pero, hechas las obras de canalizacion de aguas, todo volvio a ser tapado, claro. Lios, los justos. Se calcula que Damasco ha subido su altura unos seis metros desde su fundacion. A metro cada mil anios. Imaginamos todo lo que habra en ese subsuelo? Damasco era un gran oasis, a la salida del desierto, regado por las frescas y puras aguas de los montes del Antilibano. Un autentico paraido terrenal. No es de extraniar, pues, que todo el que pudo, se instalo aqui, una capital abierta, acogedora y cosmopolita.

Resulta muy especial eso de caminar por calles por las que llevan paseando personas en los ultimos 6.000 anios de forma ininterrumpida. Damasco, otra ciudad que es un mundo en si misma. Un universo. Da vertigo. Y por eso, la Mezquita de los Omeyas es tan especial. Porque se construyo sobre una catedral que se habia construido sobre los restos del templo romano de Jupiter que estaba erigido sobre un gran templo pagano de origen sumerio. La Gran Mezquita de hoy es una virgueria, claro. Pero es un sitio cuadruplemente sagrado, de forma que emana una espiritualidad muy especial.

En fin. Que ustedes pensaban que yo me iba al Libano y se han encontrado con un Al Lens convertido en damasquino, que se ha pateado la ciudad de arriba abajo, incluyendo ese Monte Casion del que hablabamos hace unos dias. Se lo he dicho? Tienen que venir a Damasco antes de que un nuevo lavado de cara termine con una de las ciudades con mas sabor que conozco. Y no le queda mucho. Que cada vez hay mas andamios y escaleras arreglando fachadas y vaciando interiores.

Y ahora que?

Esa es la pregunta del millon. He conocido a algunos de mis companeros de viaje libanes. Todos majos. Es decir, raros. Se les ve viajeros avezados y con experiencia. Cada uno viene mas o menos por libre, aunque ya han hecho amistad al venir en el mismo vuelo y estar en el mismo hotel. Pero me da que me voy a diverir. Y mucho. Con ellos. Y a aprender. Que es igualmente importante.

Salimos para el Libano en un rato y pierdo esta conexion. A ver que encuentro por alla, que quiero seguir contando este viaje casi en vivo y en directo. Es algo que me da la vida. Y me gusta que ustedes lo lean y, si consigo interesarles, mejor que mejor. Tengan en cuenta que escribo sin repasar, sin tachar y sin leer. Lo primero que se me viene a la cabeza de las muchas cosas que van pasando a lo largo del dia. Otras, mil, cien mil, se quedan en el tintero, por supuesto. Es dificil contar a vuela pluma los rostros de la gente. Los ojos claros de los herederos de Persia. Los ojos negros de las mujeres y sus atractivas miradas, cargadas de embrujo y misterio. Me gustaria contarles como el hummus se deshace en la boca o el Moutabel, con el aroma a humo, me hace evocar sabores olvidados. La musica arabe, por las calles, bullanguera. O la mas melancolica que ponen en los restaurantes, a la hora de la cena, como si fueran recitaciones, casi.

Podria hablar del frio que hace estos dias, de la lluvia, casi agua nieve, que nos ha sorprendido hoy despues de amanecer un dia soleado. Del frio que hace en la explanada de la mezquita, descalzo, y de la calidez que imprimen las alfombras del interior. De esa paz que se encuentra en esa Gran Mezquita de los Omeyas, sentado en un rincon, en silencio, viendo a la gente leer sus libros de oraciones o recitar salmodias del Coran.

Sensaciones, sensaciones y sensaciones.

Como anoche, volviendo de la cena, con el Bazar completamente vacio, en contrate con las miles de personas que lo abarrotan de dia. O esos hornos de pan que funcionan las veinticuatro horas del dia, proveyendo alimento para el cuerpo y para el alma, que el olor del pan recien hecho reconforta como el solo.

En fin. Que me voy. Que ahora si vamos al Libano. Que no me pillo ninguna manifestacion ayer y que mi entorno esta tranquilo. Que aun asi os echo de menos, y que todo lo que he contado es cierto… excepto una cosa. Adivinan? Si. Tambien hecho de menos un buen plato de jamon y una Verde bien fria. Por lo demas, el paraiso terrenal. Espero seguir sintiendo este bienestar producido por la luz del Mediterraneo en que nacio la humanidad tal y como la conocemos. Un camino de transformacion que acredita que, efectivamente, este es un gran viaje.

Y en eso estamos. Aprendiendo a saber llegar. Buscando el camino, como deciamos al principio.

Fdo. Hesh Al Lens 😀

EL DAMASCO DE HOY Y DE SIEMPRE

A ver. Resulta que voy a cumplir lo prometido… pero a medias. Resulta que de los cinco supuestos turistas que hoy teniamos cita con Daniel para hacer la visita al Damasco oficial (Mezquita, zoco, etc.) s’olo ha comparecido uno: yo. Y, por tanto, aprovechando la ocasion, nos hemos saltado el programa habitual y nos hemos dedicado a recorrer otro Damasco distinto. Un Damasco repleto de contrastes al que podriamos denominar asi: Damasco de hoy y de siempre.

 

Otra curiosidad: resulta que este anio voy a celebrar dos entradas de anio tan distintas como complementarias. Porque hoy es dia 1, segun el calendario musulman. Una casualidad que sera dificil que se repita en los proximos decenios, por mor de la luna. Asi que hoy estaba todo medio cerrado. Por supuesto, no es un cierre a la europea sino que, en general, la vida se tranquiliza y el bullicio es menor que otras veces. A las 9 salimos para el Damasco Antiguo. Con un objetivo: localizar tres Caravanserai y ver el estado actual de cada uno.

Los Caravanserai son los locales en que paraban las antiguas caravanas que transportaban objetos susceptibles de comercio en la antiguedad. Amplios recintos con patio central en que descansaban las mercaderias y las bestias con un piso superior en que descansaban los mercaderes. Imaginen lo que debia de ser, ver atravesar esas caravanas por las puertas de la ciudad y entrar en los Caravanserai, cuyos portones son un espectaculo en si mismo. Localizamos los tres, por supuesto. El primero, en perfecto estado, albergando actualmente a comerciantes y artesanos, con su gran puerta de madera y sus dos pisos, con las arcadas de piedra. El segundo, mas deteriorado, con el piso superior destrozado. Y el tercero, en rehabilitaci’on. Es decir, comprado por algun potentado que lo esta convirtiendo en hotelito con encanto y/o restaurante pijo.

Y en estas, un consejo: vengan a Siria antes de quela especulacion inmobiliaria termine con el viejo Damasco. Ver un Caravanserai como el primero que me mostro Daniel esta maniana es un privilegio… que no durara mucho. Porque empiezan a verse multitud de inmuebles cerrados, en proceso de rehabilitacion. Lo que no es malo… salvo que se siga el ejemplo de una casa en pleno centro historico, reconstruida con acero y cristales y convertida en bar, con el nombre de La Gran Papaya. Que no tengo nada en contra, ojo. Pero que ya no sera, nunca mas, el Damasco que ahora es. Por cierto, que gran cancion les dedico Lorena McKennit a los Caravanserai en su anterior disco, extraordinario.

 

Y si vienen y no les importa pagar 150 euros por habitacion doble, instalense en el Hotel Talisman. Un cinco estrellas encastrado en pleno Damasco Viejo que es un oasis, con piscina incluida. Un paraiso en la tierra que te hara sentir como un Pacha. Daniel les dijo que yo era un ojeador de una agencia y nos enseniaron las instalaciones. Para estar una semana sin moverse, en el Septimo Cielo. SI tienen que enamorar a alguien, no lo olviden. Talisman. Gloria bendita.

Y seguimos callejeando por ese Damasco fascinante, que amenaza con caerse a trozos, pero que tiene el sabor de lo autentico. Sin franquicias, sin Zaras, sin Mc Donalds. Un Damasco con restos otomanos, construido en piedra y madera. Un Damasco con sabor. Como el barrio chiita. Porque la mezquita chiita de Ruqqaya no me la queria perder. El chiismo es la rama tragica del Islam. La sufridora, la que se automutila. La que se golpea la cabeza contra las piedras hasta sangras. El el Islam mas doliente por la tragica historia de Ali y de Fatima, asesinados, decapitados, vejados.

La mezquita de Ruqqaya impresiona. Hay peregrinos, sobre todo, de Iran. Hacen un viaje por los lugares santos del chiismo y vienen predispuestos a sufrir por sus martires. Y lloran. Y se rasgan las vestiduras. Y se intentan golpear contra el mausoleo de la biznieta de Mahoma. Y entonan cantos tristes. Y tu te sientas en un rincon, lo mas discretamente posible. Y miras. Y te dejas impregnar por una espiritualidad sufriente y dolorosa que no tiene nada de folklorico. Pero que impresiona. Escuchas las recitaciones, en persa, en farsi. Y no entiendes nada. Pero ves a los hombres llorar, hombres adustos, de rasgos marcados, llorando como ninios. No. Un ninio nunca llora con esa amargura. Con ese dolor.

Y sales en silencio. Cabizbajo.

Y continuas con tu paseo. -Que tal si nos vamos a la parte del Damasco montanioso, el de los inmigrantes, el de las afueras… un Damasco que precisa tomar un taxi y en el que se mezclan las comunidades provenientes de la Edad Media, que se instalaron en las faldas de la montania y las actuales comunidades kurdas, de inmigrantes apatridas, ilegales, que se instalan en la parte mas alta de dicha montania.

Alli se instalo, en el siglo XIV, sin ir mas lejos, un murciano, de nombre Ibn Arabi. El hombre, mistico y poco ortodoxo con el Islam oficial de Al Andalus, se fue a El Cairo. Pero alli la ortodoxia seguia siendo muy marcada. Y puso rumbo a la Damasco mas cosmopolita. Y se instalo en la montania. Y creo una escuela sufi, la rama mas mistica del Islam. Sufies son los girovagos, por ejemplo, que buscan entrar en trance por la via de danzar girando y girando, hasta que la cabeza da vueltas sin parar. Que ya hablaremos de ellos y de Mercan Dede, con su electronica mistica que tanto le va a gustar a Yul. En las afueras de Damasco se instalo el senior de Murcia y alli fundo una escuela. Alli murio y ahi esta enterrado. Y visitamos su panteon. Menos impresionante que Ruqqaya, pero igualmente atractivo. Y ahi estuvo tambien Ab del Krim, el argelino, hasta que se llevaron su cadaver hace unos anios. En cuanto vuelva a casa, y para los Cuaversos, a ver si encontramos algo de poesia sufi.

Y seguimos subiendo, paseando, charlando de diferentes acontecimientos de la actualidad, pero todo eso lo dejamos para hablarlo tomando una copita de Rioja, si a ustedes les interesa. A la vuelta. Ahora es mejor seguir en el mundo de las Mil y una Noches.

Desde arriba del todo, Damasco se ve agonizar bajo una inmensa capa de contaminacion. Los minaretes de las mezquitas, algun parque diminuto y centenares de miles de casas que se extienden mas alla de lo que abarca la vista. Vemos los duelos de distintas cuadrillas de palomas, una aficion muy extendida entre los damasquinos. Y para bajar, cogemos un taxi comunitario que se tira hacia abajo como un kamikaze, por cuestas con grados de inclinacion de muchos, muchos grados.

Al llegar abajo, camino del hotel, la cruda realidad. El atentado de Israel contra Gaza ha soliviantado los animos y hay manifestaciones previstas todo el dia. La policia esta en la calle, los antidisturbios y cientos de militares. El barrio de las embajadas esta tomado por las fuerzas policiales, camiones antidisturbios, bomberos, tanquetas… Metralletas, pistolas… la cara amarga de este Oriente Medio. Una tarde apropiada para echarse una larga siesta, me dice Daniel. Y le hare caso.

Estoy muerto de hambre, que aqui son las 15.30. Me tomare algo rapido en el horno que hay junto al hotel y me quedare en la habitacion hasta la caida de la tarde. Luego, cuando la oscuridad haya aplacado los animos, saldre de nuevo para la Damasco Vieja a dar una vuelta y a cenar alguna de esas especialidades locales que tanto me gusta. Tarde, pues, de lectura y descanso. Maniana tenemos una visita al Museo Arqueologico y despues ya salgo para el Libano. Que duermo en Baalbek. Se acaba la paz y la tranquilidad de esta ciudad que, como es perceptible, me tiene enamorado.

Amigos, perdonen el rollo. Si puedo, pongo algunos enlaces con lo que les he contado de forma tan penca como acelerada. Pero este esta siendo mi viaje y asi se lo estoy contando.

Desde el corazon de Damasco, un fuerte abrazo para todos.