«Cuando te ves encerrado y sin un euro, ahí están tus hermanos, tu madre… y es cuando valoras las cosas»

Israel, en el juzgado de Menores. Foto, Alfredo Aguilar

Aquí os dejamos el retrato y las opiniones de uno de los ‘exitos’ de don Emilio y de toda la sociedad. Esperamos que os interese.

«Israel Peláez Tardaguila (Granada, 1990) no dejó de jugar al fútbol ni cuando se convirtió en un notorio saqueador de comercios. Por la noche pegaba un ‘palo’ y por la mañana iba a entrenar. Después de su familia -muy numerosa-, el balompié ha sido su pasión, su obsesión y su devoción. Incluso cuando la Policía le pisaba los talones. Fue difícil de coger, pero al final cayó. Lo juzgaron y condenaron por una pila de robos y acabó en el correccional. «Me costó mucho adaptarme al centro. Era muy nervioso y no aceptaba normas: si nos las aceptaba en mi casa, no las iba a aceptar allí», rememora su ingreso en San Miguel. Estuvo un año entero sin pisar la calle. Cuando salió para hacer un breve trámite, su mente empezó a discutir con sus piernas, que le animaban a echar correr, a fugarse. Ganó la cabeza.

Estando todavía encerrado, fue seleccionado para participar en el programa ‘Fútbol Cracks’ junto a otras 17 promesas, nacionales e internacionales, del fútbol. Logró el permiso para enrolarse en aquella aventura y sus maestros fueron, entre otros, ‘Lobo’ Carrasco o Zidane. La experiencia le ayudó a rehabilitarse e Israel se alejó definitivamente del lado salvaje antes de cumplir los 18 años.

Actualmente, juega en el Maracena, que está en Tercera División, y entrena a niños de las categorías infantiles del club. «Ellos me enseñan más a mí que lo que yo les enseño a ellos. Y te recuerdan la infancia…», explica.

También ha recorrido decenas de centros escolares para contar a los alumnos su azarosas peripecias y su redención.

Cuando fue seleccionado para participar en Fútbol Cracks, ‘Lobo’ Carrasco habló maravillas de usted.

Me dijo que si no hubiese pasado por la delincuencia, era un futbolista de Segunda División… y de Primera…

¿Qué le decía Zidane? ¿Cómo lo recuerda?

Como un colega. Me daba consejos para la vida, era como si me conociera de siempre… Me contaba las cosas que él había vivido, porque también venía de una familia humilde. Te quedabas ‘embobao’ escuchándole. Nos invitó a su cumpleaños al Bernabéu. Tenía esos detalles. A mí me regaló unas ‘adidas’ que todavía las tengo y una camiseta firmada que la tiene mi hermano mayor, porque es su ídolo. Se muere por Zidane. También nos contaba que era muy importante saber jugar con presión, que a él le encantaba jugar bajo presión. Decía que, cuanta más presión, mejor jugaba. Y, cuando juego, me acuerdo.

¿Por qué se metió en líos?

Por querer tener más de lo que tenía, por no conformarme, que es lo que le pasa a la mayoría de jóvenes de hoy en día.

Eso es lo que le ha pasado también a Messi, que no se conformó con lo que tenía…

Pues sí… Si tu madre te da diez, yo quiero tener ochenta. Y mira que nunca en la vida he sido envidioso. Si volviera a nacer, me encantaría tener otra vez la familia que tengo. No hemos sido ricos. Éramos nueve hermanos, pero me conformo con que los nueve hayamos salido sanos. Nos criaron mi abuela y mi madre. Nos dieron lo que pudieron y más de lo que pudieron.

¿Se ganaba dinero con los robos?

Ahora, la condena es mayor que el botín. Antes, la condena era igual, pero el botín era mayor, se ganaba más… Se sacaba dinero, pero te duraba una semana.

¿En qué lo gastaba?

En ropa, en tonterías… No valoraba lo que es realmente el dinero. Luego, cuando te ves encerrado y sin un euro, ahí están tus hermanos, tu madre, tu familia… y es cuando valoras las cosas.

¿Compaginaba el fútbol con los robos?

Sí, nunca he dejado el fútbol. Robaba por la noche y por la mañana entrenaba. O robaba por la tarde y luego iba al entrenamiento. Después de mi familia, el fútbol es lo más importante que existe para mí. Siempre digo que si puedo jugar hasta los cuarenta, jugaré hasta los cuarenta. Me da igual en la categoría que sea. Cuando me toque, me gustaría morirme corriendo en un campo de fútbol. Ojalá que sea dentro de muchos años, pero si me muero, que sea en un campo de fútbol.

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