«Hijo, tampoco hace falta que me lo cuentes todo, guárdate algo para ti»

Buenas, soy Emilio Calatayud. A ver cómo lo explico para que se me entienda. No es que esté bien que nos comuniquemos con nuestros hijos, es que es imprescindible. Debemos escucharles y hablar con ellos a menudo, conocer sus preocupaciones y sus alegrías, para preocuparnos o alegrarnos con ellos. Y, como decíamos en el anterior comentario, sin compadreos, sin dejar de ser sus padres para convertirnos en sus coleguitas. Y a la menor señal de alarma, pues no hay problema en entrar en su intimidad. Pero siempre sin perder de vista el término medio y el sentido común. Tampoco tenemos que pretender saberlo todo, todo, hasta el más mínimo detalle. Y si lo hacen, sin son tan comunicativos, pues se les dice que no es necesario ser tan minuciosos -sobre todo, cuando ya están dejando atrás la adolescencia-; «Hijo, tampoco hace falta que me lo cuentes todo, guárdate algo para ti. Deja algo para mi imaginación». Lo explico porque me ha pasado, ja, ja. ja.

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