Cuando se agrede a un maestro, a un político o a una madre se agrede a personas, pero también se atenta contra la sociedad

Buenas, soy Emilio Calatayud. Cuando alguien agrede a un maestro, a un mayor, a su propia madre o a un político -sea el presidente del Gobierno o el alcalde- se agrede a personas, que ya es bastante malo, pero también se atenta contra piezas esenciales de la sociedad. Porque el maestro es la pieza central del sistema educativo; el mayor o la madre o el padre, de la familia; y el político, de la democracia (y mira que yo soy crítico con los políticos). Si no entendemos esto, no entendemos nada. No hay que tener miedo a la autoridad, porque no hay que confundir autoridad con autoritarismo. La autoridad siempre va de la mano del respeto. Tenemos que enseñar a nuestros hijos a que nos respeten a nosotros, pero también a los mayores, a los maestros, a los médicos, a los compañeros, a los himnos de los países… y a los presidentes del Gobierno. Esto es básico.

En el comentario de urgencia que hice ayer tras conocer la agresión a Mariano Rajoy, dije que, además de la medida que le corresponda, yo le quitaría el móvil al agresor. Habrá quien piense que es una tontería, pero no… Hoy en día, por desgracia, no hay castigo que duela más a un chaval que quedarse sin el móvil. En mi juzgado lo hecho, y he tenido que asistir a ataques de histeria. De verdad.

No quiero generalizar, pero me temo que la ‘movil adicción’ entre los jóvenes está estrechamente relacionada con incidentes como el ocurrido en Pontevedra. Estás todo el santo día pendiente del móvil y al final te crees que pegar al maestro o al presidente del Gobierno es un juego de Internet. Y te la juegas. Y el que la hace, la paga.

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