«Olviden rencillas y busquen un pacto serio por la educación»

Bueno, aquí os dejo el resumen de la agencia EFE sobre el acto de entrega a don Emilio de la Medalla al Mérito en la Educación que ha tenido lugar esta tarde en Sevilla.
«El juez de Menores de Granada Emilio Calatayud ha pedido hoy a los poderes públicos y políticos que «olviden rencillas» y busquen el consenso en un «pacto serio» por la educación que garantice los derechos y deberes de los menores. Calatayud ha recogido la Medalla al Mérito en la Educación 2009 en un acto celebrado hoy en Sevilla que ha estado presidido por el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán.
También han sido distinguidos con este premio las docentes María del Pilar Martín, maestra de Primaria, y Catalina León, directora del instituto Néstor Almendros de Tomares (Sevilla), el instituto Fernando III de Martos (Jáen) y los colegios públicos Giner de los Ríos de Huelva y La Chanca de Almería.
«La educación comienza en la familia», ha dicho Calatayud en un discurso en el que ha hablado en nombre de todos los premiados, «después de la familia viene la escuela» y el juez siempre es la «última solución». «Lo bueno sería que los jueces no trabajaran», ha asegurado Calatayud, quien lleva más de 21 años entregado al Juzgado de Menores de Granada. Emilio Calatayud ha sido galardonado por contribuir a la educación de la juventud con sus sentencias basadas en las oportunidades de reinserción que brindan a los menores infractores.
Los Premios al Mérito en la Educación de Andalucía se conceden desde hace once años, en dos categorías, a personas (Medalla) e instituciones (Placa) que destacan por su contribución a mejorar la calidad de la educación y por el servicio que prestan al conjunto de la sociedad andaluza».
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3 Comentarios

  1. Me ha llamado la atención lo de «Lo bueno sería que los jueces no trabajaran». Una frase para pensar en la sobrecarga de los juzgados. Tiene mucha razón, pero siempre serán necesarios los jueces mientras existamos las personas. Desde luego los jueces que no deberían tener razón de existir son los de menores, o tener muy poco, poquísimo trabajo ¡se trata de niños y niñas! Sin embargo cada vez tienen más y eso es socialmente un tema preocupante. Cuando falla la familia, el problema llega a la escuela, que se ve obligada a educar en lo que le compete y en lo que no. El tema está en que cuando ha de educar en lo que es competencia de la familia se encuentra con la desautorización de aquélla. Resultado: Se acaba en el juzgado.

  2. LA AUTORIDAD DE DON EMILIO

    Enhorabuena.

    Para mi, la razón principal del éxito de don Emilio es que habla con autoridad.

    La autoridad, en el marco de la educación, es especialmente necesaria.

    La \"auctoritas\" latina significa que seguimos al que nos da buenos ejemplos, aunque sea nuestro enemigo, pero no podemos respetar a nuestro propio superior, aunque sea de los nuestros, si este no es ejemplar.

    En efecto. Obsérvese cómo los ejercitos se copian los unos a los otros. Ello es así porque todas las guerras acaban cuando uno de los contendientes se queda sin dinero. Y, si el enemigo inventa una nueva arma, la solución más económica es copiársela. O sea que, en ese caso, reconocemos la autoridad del enemigo y lo imitamos. Pero no podemos respetar la autoridad, por ejemplo, de nuestra propia ministra, si esta abusa de lo que es de todos, la lengua (me refiero, evidentemente, al asunto folclórico de la \"miembra\", que desautorizó a Aído). El Diccionario de Autoridades, el primer diccionario de la Real Academia, se llama así porque cada palabra está refrendada por un(a) autor(idad), o sea, un buen escritor (Cervantes, Quevedo, etc) que la usó con propiedad. La autoridad (en el sentido de auctoritas) conoce las reglas del arte y por eso puede permitirse licencias, que vendrían a ser las famosas sentencias ejemplares de don Emilio, las cuales en apariencia hacen una interpretación muy extensa de la ley: \"Hemos perdido aún este crepúsculo\" es un verso de César Vallejo que fuerza de manera magistral la concordancia temporal entre verbo y adverbio para expresar la anhelada eternidad de un instante, de manera similar al \"hoy es siempre todavía\" de Machado. Eso es la autoridad. Porque si yo, intentando licencias similares, digo que \"ayer iremos a Granada\" habrá consenso, en cambio, en que esa frase es una locura sin sentido.

    Así pues, la autoridad se relaciona con el conocimiento. Los músicos que practicamos y enseñamos la improvisación lo sabemos bien. En la primera clase, podemos decirle al alumno: \"improvisa\", que el principiante sólo podrá entender entonces como \"haz lo que te dé la gana.\" Y lo único que podrá será esperar a que se le aparezca la Virgen, a ver si le llega la \"inspiración\" entre comillas. Entonces empezamos a darle reglas sencillas, coherentes, numerosas. Y el alumno comienza a improvisar (o sea, a crear) como un descosido porque nada hay menos improvisado que una improvisación.

    Pues bien, don Emilio tiene autoridad en ese sentido de la \"auctoritas\" latina: lo que dice es razonable y suscita consenso, sobre todo cuando sus palabras van contra los intereses espurios de lo políticamente correcto. Lo que dice es bueno porque nos hace prosperar, nos hace mejores y mejora nuestro entorno. Así es que le seguimos (o sea, le concedemos autoridad) de manera interesada: en nuestro propio interés.

    Pero es que además don Emilio es juez, o sea, autoridad, ahora en el sentido coercitivo del término, igual que la policía, mientras que los educadores no: ni los maestros, ni tampoco los padres lo somos. Es más, los padres estamos siendo continuamente desautorizados por el Estado: ya no podemos \"corregir razonableme y moderadamente\" a nuestros hijos, frase eliminada del Código Civil, y mientras que a nuestras hijas menores, en el delicado asunto del aborto, se les va a tratar como a \"menores maduras\" (valga la contradicción de términos), a los padres, en injusta correspondencia, se nos tratará como a \"mayores inmaduros\", ya que no se nos considera dignos de recibir información, en caso de que nuestra hija decida abortar. Se puede discutir si esa ocultación informativa vulnera o no nuestro derecho-deber a ejercer la patria potestad, pero es evidente que nos desautoriza.

    Así es que también habría podido ser don Emilio policía o cualquier otro tipo de funcionario del Estado dotado de autoridad legal y su éxito se habría explicado igual. Lo que contrasta con la falta de autoridad con la que contemplamos a tantos de nuestros políticos (cf. última encuesta del CIS). Y con la anhelada autoridad, tan necesaria para la buena educación que, en este país con complejo de joven democracia, tanto se echa en falta y tanto miedo da ejercer, lo que sólo se explica como fruto de la inmadurez, la falta de responsabilidad y la ignorancia.

    http://compartyr.blogspot.es/

  3. Lleva mucha razón Don Emilio en lo de que hace falta un pacto por la educación, un pacto que sea fruto del consenso y del diálogo. Lo que no se puede permitir es que cuando el gobierno de turno está en el poder introduzca reformas educativas que no están consensuadas por todos y aquí todo el que entra deroga la del anterior gobierno para introducir la suya. Y lo sufrimos los profesores y ,sobre todo, los alumnos.

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